Manuel Valero.- “Así pasé cuarenta y dos años. Hasta que sesenta y cinco días antes de esa cuenta exacta, Pilar se quedó muerta de repente sobre el mostrador de la tienda cuando despachaba crisantemos a una mujer otoñal. Estaban hablando de la melancolía de la viudedad cuando Pilar se desplomó sobre el mostrador con los crisantemos aplastados bajo su pecho, aromatizando su marchito corazón. Para entonces yo tenía el hígado desahuciado por los médicos pero esa noche me bebí cuatro botellas de vino para avivar la lumbre que consumía mi víscera maltrecha para darme prisa en encontrarme con ella. Ya va para unos cuantos años. Nuestras tumbas son vecinas y siempre por estas fechas le regalo una rosa roja que tiene la belleza y el dolor a la vez. Nosotros somos muy felices pero los vivos no lo saben”
La policía acudió con rapidez cuando fue avisada por el director de Corazón Abierto, dieron orden para que no saliera nadie del edificio, reunieron a los responsables de seguridad y a los directivos de la cadena, interrogaron a todo el personal que se encontraba en el interior de las dependencias de Canal 12.
-Sí, vi a un chico joven con aspecto de roquero, era de la limpieza, me saludó muy simpático-, dijo una de las chicas.
-Creo recordar que llevaba el pelo muy largo y escuchaba unos auriculares-, la declaración fue un calco. La hicieron una joven y su acompañante.
Llamaron al encargado de Limpiezas Blanco y agruparon a todos los efectivos que trabajaban esa mañana en las instalaciones. Nueve personas.
-¿Están todos?- Preguntó Roberto al encargado.
El encargado miró una libreta y comprobó que frente así, en uno de los platós de Canal 12 estaban los nueve trabajadores destinados a tal cometido.
-¿No trabaja con ustedes alguna persona con el aspecto que han descrito quienes han asegurado ver a un joven de pelo largo, que oía música ?
-No, no señor, salvo que se trate de algún novato.. pero no, no… ¿Pero no se identificó al pasar por el control de acceso de automóviles?-, se interesó el encargado de Limpiezas Blanco.
-No, no se identificó..-, suspiró Peinado con un gesto de contrariedad.
-No es extraño, llevamos años limpiando el Canal 12-, añadió el encargado.
-Ya veo, ya…-, terció Ortega.
Inspeccionaron palmo a palmo el baño. Nada.
-¿Hola? ¿Eh? ¿Holaaa?-
Gloria osciló la mano derecha con movimientos rápidos a unos centímetros de la cara de Roberto.
“Ah, perdona, cariño, me despisté al final cuando se murió la chica de la floristería. ¿No tienes por ahí un relato más triste? Este me ha parecido demasiado divertido”, Roberto pronunció con dificultad las últimas palabras debido al movimiento realizado para incorporarse del sofá. “No se te ocurra hacer lo mismo que… ¿cómo se llamaba? Pilar, ah, sí, Pilar…”
-Bueno, me pasa lo que le pasó a ella. Tú viniste a comprar flores para tu madre y te enamoraste de mi…
-Sí, pero yo te estaba esperando al día siguiente. Me di más prisa que ese desdichado…
El policía se dirigió a la cocina y preparó dos infusiones. Tendió la mano a Gloria para ayudarla a levantarse y con el impulso la atrajo hasta sus labios.
-Salvo que tengas un amante por ahí, calladito y tristón-, le dijo mordisqueándole el labio inferior y dándole una tierna palmada en el culo.