Orientaciones festivas en Valdepeñas

Asamblea Local de IU Valdepeñas.- Las circunstancias económicas y socio políticas que estamos sufriendo entre la preocupación, la indignación, el bochorno y el desconcierto, nos obligan a responder a la costumbre de saludar la tradicional Feria de Agosto de una forma poco convencional.
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Generalmente, cuando hablamos de fiestas pensamos en diversión, relajo, alegría, disfrutar en grupo. Nos sugieren un ambiente de pueblo, de barrio, de tradiciones y nos anuncian la ruptura con lo diario: el calendario laboral, por ejemplo. No olvidamos que la mercadotecnia promueve fiestas, con nombres muy calculados (Día del Padre o de la Madre) o trata de infiltrarse en todo tipo de eventos aún los más rupturistas (Día del Orgullo Gay, por ejemplo)… pero, las Fiestas Populares suelen proceder de tradiciones antiguas, poseen su propia personalidad y significado y fomentan las identidades de una colectividad, la que convoca y celebra.

Pero con esta crisis, en que la ruptura con lo diario sería pasar del paro y la estrechez económica a la fiesta (que significa mayormente consumo tal y como ha venido evolucionando en los últimos tiempos) nos obligamos a pensar, a hacernos preguntas y a buscar respuestas a algunas características que se están dando en nuestras fiestas populares y que, incluso, se han convertido en notorios puntos negativos que ensombrecen el proclamado ambiente festivo-permisivo, como ha ocurrido recientemente en las Fiestas de Pamplona.

No les extrañe tampoco que una sociedad carpetovetónica, pobre, austera, dura y resistente antaño, a la que, ahora, las autoridades creen necesario ofrecer consejos obvios para sobrevivir a una ola de calor (¡en Castilla La Mancha, en Andalucía!…) pueda necesitar también que una voz amiga empiece a aconsejarle sobre cómo tiene que divertirse.

Una formación política como Izquierda Unida, sensible a la Cultura, está de acuerdo con la profesora B. Georgina Flores cuando habla de estar interesada “no solo en lo que hace la gente, sino también en lo que dicen que hacen y en lo que dicen que los llevó a hacer lo que hicieron” y también en “lo que la gente dice que han hecho los otros y el por qué, así como ocuparse de cómo dice la gente que es su mundo”. Porque las fiestas populares han expresado siempre una concepción del mundo. “Las festividades son construcciones sociales que responden a condiciones históricas y a procesos complejos de simbolización del mundo”.

Por eso no es de extrañar, y no queremos ser “aguafiestas”, que surjan algunas reflexiones que empiezan a cuestionar ciertos aspectos de las fiestas populares que constituyen lo que algunos llaman “estado de excepción jurídico-festivo” y que consiste básicamente en el principio de que el que se sienta molestado tiene el deber de callar… porque en fiestas “todo está permitido”. Tenemos la obligación política de hacernos eco de esas voces.

Se han llegado a enumerar algunos aspectos donde los derechos ciudadanos ceden a favor de lo festivo. Quizás el más evidente es el relacionado con el ruido. En Fiestas se permite que el derecho al ocio y a divertirse a su manera esté por encima del derecho al descanso. Como ejemplo: que un buen número de vecinos de la zona del canal se hayan dirigido a esta formación política para que hagamos nuestra su protesta, su petición a los conciudadanos de que moderen su escándalo y a la autoridad municipal competente su intervención.

Otro aspecto a resaltar que también flaquea en fiestas “populares” (permítasenos un guiño que no atañe tan sólo a una conocida y castiza formación política) es el de la igualdad de género y dignidad de personas implicadas en cualquier tinglado. Véanse los videos de Pamplona o reflexione usted si se atiende a la proscripción de comportamientos y medidas que se puedan interpretar como sexistas, codificadoras de la mujer y transmisoras de una imagen de su rol social subordinado y decorativo.

Tampoco rigen las normas en materias tales como la separación Iglesia-Estado. No se hagan un lío entre sus creencias personales, la aconfesionalidad del Estado y unas fiestas populares que empezaron siendo paganas, después fueron reconvertidas en cristianas y ya van camino de pertenecer a las Grandes Superficies, o a los grupos empresariales que aconsejan el alza y baja de unas fiestas en detrimento de otras, según interese al Sr. Mercado.

Se ha publicado recientemente que “la crisis económica (perdón, la estafa) ha puesto de manifiesto las miserias de una economía sustentada en el pelotazo inmobiliario. El estallido de esa burbuja dejó en la calle a miles de iletrados que abandonaron sus estudios por los cantos de sirena del dinero fácil. Existe un cierto consenso social en que conviene no repetir el error y apostar por un modelo laboral que fomente la investigación y el desarrollo, la educación integral de la persona, la inteligencia. ¿Por qué no acabar con esta otra burbuja? España debería repensar su propia diversión. El modelo de fiesta non-stop fomentado desde las instituciones seduce por la presunta bondad económica para la ciudad que las organiza pero obvia sus graves consecuencias.

Falta, y en esto tenemos que volver a insistir, en Valdepeñas, una reflexión sobre las causas de la progresiva decrepitud, tiempo ha, de las fiestas de agosto en beneficio de las de la vendimia y el vino, que empezaron por ser “de la Poesía y la Vendimia” (importante matiz).

Se acercan las Fiestas….que sea para disfrutar pero sin perder la cabeza, o sea, manteniendo la identidad. Mire a su alrededor no sólo para calcular si lo que llevamos en el bolsillo nos permite algo más que un consumo planificado al céntimo, porque ya no podemos decir, como antaño, “sobró de todo”, para dar idea del tamaño de la diversión. Mire también a su alrededor para comprobar que las fiestas le representan, que usted es partícipe. Porque de cómo se participe también depende la identidad propia. No se fíe de la sobrevaloración del individuo por encima de la comunidad. La fiesta o es de todos o nos quedamos reducidos a elegir entre lo que nos ofrecen en vez de decidir lo que queremos y lo que nos interesa realmente.

Por supuesto, le deseamos que pase usted unas buenas fiestas, sólo quizás, pero con todos nosotros a su lado, con los suyos y con los demás. Pero sea prudente en los consumos tanto si le sobra como si no y… piense, aunque disfrute entre risas y jolgorios. La alegría sirve para establecer sorprendentes asociaciones de ideas. Sírvase ración doble de ellas. En la mesa y en el juego se conoce al caballero.

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