Fermín Gassol Peco.- Nada hay más grande que la libertad. Nada es mejor para el buen funcionamiento de una sociedad que el cumplimiento de lo que la mayoría desea. Nada es más tranquilizador que la igualdad de todos ante la ley. Nada hay más idóneo para la convivencia que el verdadero respeto a las ideas de los demás.
Nada hay que estabilice más a un país que vivir en democracia. La democracia como reparto de responsabilidades, delegación y cercanía en la gestión; como concienciación activa de todos los ciudadanos en el funcionamiento de las distintas instituciones para mejorarlas a través de los órdenes jurídico y económico, evolucionando y fortaleciendo con ello unas relaciones más justas y éticas.
Pero la democracia no es solamente una bonita palabra, una justo estadio colectivo, un hermoso y obligado concepto. En una sociedad tan compleja como la nuestra y con muchos euros por medio, la democracia ante todo ha de ser decente para ser creíble; tiene la prosaica cara del dinero público, de los impuestos de todos los contribuyentes pagamos de manera puntual y la de unos personajes a los que se les confían y que en una democracia resulta inevitable que sean muchos aquellos que lo manejan.
Los enemigos de la democracia, siempre hemos sabido donde estaban, los que no creen en ella también, ambos están identificados y sin disimulo han actuado de distintas formas y a veces con graves consecuencias. La atacan desde fuera y la democracia se defiende con sus civilizadas formas y argumentos.
Sin embargo más dañinos han sido y son los ataques por sorpresa de algunos, van siendo muchos ya, que diciendo estar a nuestro lado y desde dentro, se olvidaron y hoy reniegan de los distintos y nobles colores y causas que un día pregonaron con vehemencia en legítimas manifestaciones, artículos o manifiestos y lo hacen ahora abusando del cargo y dinero ajeno, profanando la confianza de los contribuyentes para especular y apropiarse de lo que no es suyo, valiéndose de la inocencia de una joven y hermosa democracia como comercio de fáciles y jugosas presas. Yo los califico como “las hienas del sistema”.