Manuel Valero.- La comparecencia del consejero, José Ignacio Echániz, en Ciudad Real para hablar de la receta electrónica y presentar un nuevo cargo político puede ser catalogada, desde el punto de vista periodístico, con todos los sinónimos en ristra que uno pueda encontrar en la Real Academia de la Lengua Española.
Y en tomellosero viejo, si preciso fuera. Estos políticos nuestros, sobre todo los del PP, que son los que gobiernan ahora, no tienen ni el más mínimo respeto por los periodistas cuando asisten al no periodismo de las ruedas de prensa convocadas por la oficialidad, y después de llegar tarde media hora como hizo Echániz le sueltan luego a la tropa un speak como si se tratara de un mitin político. Son pelmazos, irrespetuosos, sin sentido del pudor, con el concepto manido y superado de que una buena rueda de prensa es aquella en la que el político de turno se larga una soporífera soflama de autovaloración superlativa, mientras la canalla aguanta estoicamente. Son todo eso y uno se queda corto. El caso es que últimamente, sobre todo si se trata de consejeros de la Junta que bajan de Toledo en la acostumbrada procesión de boato impagable demuestran un sentido del respeto a los periodistas tan romo que muchas veces, demasiadas, supera lo soportable y lo tolerable: más que declaraciones políticas o respuestas a las preguntas, son auténticos mítines de cara a la galería y el autobombo. ¿O se trata precisamente de una estrategia para envolver en el tedio a los informadores de modo que se les disuada de hacer preguntas incómodas? Si así fuera, fácil es desactivarla. Basta con interrumpir con una pregunta y si el consejero/a se pone solemne, afearle el discurso a lo Fidel, porque los periodistas no estamos para soportar eso. Ni mucho menos.
Y de aquí vamos a quienes de verdad deberían hacer algo y no lo hacen porque no pueden (incomodar al jefe), o no quieren incomodar al jefe (mucho peor). Son los responsables de la comunicación, los jefe de prensa y los técnicos quienes deberían desmontar esa cultura cutre de la comparecencia pública y reducirla a lo que debe ser: documentación por escrito, una intervención de diez minutos (y sobran cinco) y luego las preguntas, que es en lo que de verdad deben consistir. Y que las citas se cumplan en el horario previsto, lo cual no quiere decir que pueda producirse un contratiempo. Pero por lo escuchado a todos los compañeros de los medios de toda linea editorial, el acto del señor Echániz sonrojó a más de uno, fastidió a más de dos e irritó a casi todos. De modo que si esta forma de proceder es frecuente, parece palmario que los responsables de prensa están más para vender la imagen de su jefe que para el desarrollo de un acto informativo moderno. Debieran saber precisamente que esas pautas plúmbeas y poco respetuosas no sólo no prestigian a su protegido sino que lo malvenden. Ahora que el PP está en plena fiebre de reformas, bien podría acometer la informativa y comunicativa, materias en las que siempre ha adolecido de una evidente de una falta de solidez. Es como los asesores, que se creen que están para lavarle la orejita a quien lo nombró cuando es precisamente al contrario: un asesor debe decirle al político lo que no quiere oír.
Y acabamos con el colectivo de informadores como corresponsables de que los políticos nos tomen el pelo: en lugar de interrumpirles, de decirles que no podemos estar una hora viendo sus propios lametazos o de irse cada uno a su medio después de diez minutos de matraca, aguantamos estoicamente a que el representante del pueblo termine de aburrir hasta las moscas, porque en la inmensa mayoría de los casos la cháchara es periodísticamente inocua. Y así, entre políticos que no tienen ni idea de cómo conducirse con agilidad y modernidad ante los medios, unos jefes de comunicación y prensa, que tampoco, y unos sufridos periodistas que se lo comen todo -tal vez porque estamos acostumbrados a jornadas maratonianas y escaso sueldo-va el asunto por el camino del esperpento. Habrá que espabilar.
Muy buen artículo en defensa del periodismo y del periodista.
Me gustaria leer la firma de otros y otras periodistas apoyando tu crítica opinión.
Como ejemplo del menosprecio que sufris los profesionales de la información, o al menos algunos de ellos, todavia recuerdo con vergüenza ajena aquella Jornada de Puertas «Abiertas» del Rectorado cuando te pidieron el DNI a la entrada del Paraninfo y casi no te dejan entrar…
Bravo Valero. Defensa de la dignidad en una profesión, a menudo, maltratada por políticos acostumbrados a ningunearnos. Pero como siempre, el trasfondo es la ausencia de un plante informativo de todos los medios asistentes ante la tardanza o demora del político de turno. Es la historia de siempre: no suele haber solidaridad entre los propios compañeros…