Siguiendo con las visitas que el concejal de Promoción Económica, Manuel Rodrigo, viene realizando a las empresas de Tomelloso, esta ocasión se ha desplazado a la Escuela de Música Adagio. Se trata de una escuela abierta a todos los públicos, a todos los estilos musicales y está a la vanguardia de la educación musical, cuyo objetivo es cultivar el sentido musical y desarrollar la capacidad para crear y tocar incluso su propia música.
El concejal ha realizado un recorrido por las instalaciones de la única empresa privada de formación musical que se ha consolidado con más de 200 alumnos en sus cursos. Rodrigo ha mostrado su satisfacción por los resultados que se obtienen, por su apuesta por la innovación al ser una de las únicas 10 escuelas que en toda España imparten el método Yamaha y también por hacer de la formación una opción empresarial más de la que se benefician numerosos vecinos.
La Escuela de Música Adagio imparte enseñanza musical infantil a partir de los cuatro años, con piano. También se dan clases, a partir de los ocho años y para adultos, de piano, violín, guitarra, clásica, acústica y eléctrica, además de bajo eléctrico y canto moderno.
Además del profesorado, que se distingue por su vocación pedagógica y su ilusión para transmitir los valores musicales, la diferencia principal de la escuela es la utilización de los recursos más actuales y la implantación de un sistema de enseñanza innovador basado en el concepto de educación temprana y oportuna. El método de aprendizaje Yamaha es un sistema particular que se encuentra en 30 países del mundo. Con los niños, a diferencia de la enseñanza tradicional que prima el aprendizaje individual y el lenguaje musical, tratan de inculcar la música de manera intuitiva y en grupo. Otra seña de identidad del sistema, es que se dirige a la creatividad de los niños, esto es, que sean capaces de crear sus propias composiciones e interpretarlas al piano.
Los niños acuden desde los cuatro años. Acompañados por los padres durante los dos primeros años, se trabaja fundamentalmente el oído coincidiendo con la época de mayor desarrollo del mismo. De los seis a los ocho se imparte sobre todo expresión musical y se trabaja la improvisación, consiguiendo que a esa edad los niños ya tengan la música en la cabeza e improvisen piezas de piano. De los ocho a los doce años, ponen en orden todas las ideas y hacen que los alumnos trabajen la composición de una manera más formal. Y a partir de los ochos años, los alumnos son capaces de inventarse una historia o idea y con ella componer una pieza.
El solfeo se trabaja de manera intuitiva, haciendo que los niños lo aprendan como si fuese un idioma: primero aprenden a hablar y después a escribir.