Santos G. Monroy.- Mañana crepuscular para Joaquín Hermoso. El alcalde de Puertollano entra adusto en la sala de prensa y anuncia su marcha, templado y sereno. Apenas le acompañan cinco concejales. Habla desde la ultratumba municipal pidiendo perdón a quienes haya dañado en la vida política. Despedida digna, aunque con un punto faltón: genio y figura hasta la sepultura, Hermoso dicta su última voluntad sin un ápice de autocrítica, y amenazando con regresar del más allá edilicio para descargar su égida contra quienes osen menoscabar su imagen a partir de ahora.
El alcalde deja la sala como en una ensoñación. Con el mentón alto, flotando en los cúmulos de la irrealidad. Como si no hubiera pasado nada. Como si Puertollano no fuera hoy una ciudad devastada por la crisis, sí, pero también por una gestión desquiciada que no se ha podido o querido controlar a tiempo.
Hermoso llegó a Puertollano con los deslumbrantes éxitos de su Blitzkrieg política apoyada por los tanques del plan Miner, una guerra relámpago que le valió la admiración de compañeros y adversarios. La ciudad salía así de las brumas de la crisis industrial para convertirse en tierra de promisión. Todos los caminos llevaban a Puertollano, que era el sol del sistema socialista en el cenit de su civilización. Aquel imperio se ha vaporizado hoy en una explosión estelar. El Puertollano de Hermoso Murillo se ha convertido en una supernova, fulminado por el desplome de los esquemas especulativos y el cambio político en Castilla-La Mancha.
Pero reprochar ahora lo que muy pocos pudieron intuir entonces sería miserable. Vaticinar el pasado no tiene ni mérito ni honra, y es probable que en la hecatombe tenga mucho que ver la crisis de las energías renovables y la depresión socioeconómica. Es posible igualmente que el perdón que clama Hermoso sea sincero. Pero lo que este pueblo y gran parte de sus propios compañeros de partido no le han perdonado aún fue su obstinada gestión económica y la dilapidación de una herencia colosal: el prestigio de un partido de tradición centenaria en la ciudad, los formidables recursos de las subvenciones europeas, el apoyo incondicional de los gobiernos regionales y nacionales.
Joaquín Hermoso Murillo pudo rectificar a tiempo, o al menos reconocer o enmendar la neroniana locura de muchas de sus actuaciones durante la segunda parte de su mandato. Blindado en una red clientelar que supo gestionar admirablemente, quiso enterrar escándalos como los de la Fundación Virtus, o las irregularidades en la contratación de obra pública. Emprendió obras impopulares, inexplicablemente caras e innecesarias, fue víctima de una creciente opacidad de gestión, de una ceguera cesariana y de muy malos consejeros, sobre todo en el capítulo de urbanismo. Joaquín Hermoso decidió huir hacia adelante, desoyendo a propios y extraños, con una política de hacienda municipal suicida que ha dejado al Ayuntamiento de Puertollano a los pies de los caballos. Hermoso, al fin, ha sido víctima de unos cadáveres que quiso enterrar vivos.
No obstante, la marcha del alcalde, remiso hasta hace muy pocas semanas, implica la recuperación de la dignidad de la agrupación local socialista. El mero hecho de reconocer lo insostenible de la situación y enfrentarse a la catarsis es un punto a favor de la ejecutiva. Pero al PSOE puertollanense aún le queda camino para probar su solvencia. Deberá demostrar que es capaz de gestionar la transición con las mejores personas, buscando una alternativa válida y con las manos limpias. Y a fe que será difícil encomienda esta de ilusionar de nuevo a Puertollano, al desdichado y atribulado pueblo de Puertollano.
En Twitter: @santosgmonroy
Rozando la excelencia como siempre y muy certero.
Sin estridencias y con mucha imparcialidad has clavado lo que ha sido la gestión Hermoso, solo ha faltado en la lista de fallos uno gordo: el enchufismo generalizado porque el se quedará en paro pero en el ayto se quedan muy bien colocados algunos cientos de personas metidas por el y por los anteriores, como Casimiro que tampoco fue un alma cándida.
Sería dificil resumir mejor en seis párrafos la gestión de Hermoso. Es el fin de un ciclo para Puertollano, aunque no se como lo tendrán los que vengan ahora. ¿Queda todavia ayuntamiento que gobernar despues del estropicio? ¿tendrá el PSOE local los bemoles de limpiar la era y renovarse?
Poco sinceridad muestra quien pide perdón sin hacer previamente sumaria autocrítica. Esas peticiones genéricas de perdón valen tan poco como el poco esfuerzo que cuesta expresarlas, pero teniendo en cuenta que en este país no hay político, apolítico, vecino o hermano que lo solicite alguna vez, se agradece el gesto. Coincido con todo lo dicho en el artículo. Santos no te mueras nunca porque no hay un periodista tan valiente como tú en to er paí.
Ainss Santos porqué no hay más periodistas como tu que parecen funcionarios los demás