Estanislao Z. Navas.- Cuando alguien pasea por Ciudad Real se encuentra con que existen diversos centros a modo de plazas que no vienen nada más que a reflejar el pasado histórico de la ciudad y cómo ha evolucionado. Así, están como ejemplos la Plaza Mayor o la Plaza del Pilar como centros históricos por antonomasia, en función del protagonismo diverso que tuvieron a lo largo de los siglos. Si nos centramos en la segunda, ocurre algo muy singular pues su pasado es a la vez muy antiguo y muy nuevo, lo que es fiel reflejo de las transformaciones que ha ido sufriendo a lo largo del tiempo, aunque esos cambios han sido aún mayores en poco más de una centuria. Pero, volvamos a sus comienzos.
El señor de la aldea llamada Pozuelo Seco, Don Gil, tenía un pozo cercano a la placa identificativa – en la que se observan las fechas de nacimiento de la villa y posterior ciudad – que aparece en la citada plaza. De este hecho se rinde homenaje a partir de la escultura “Pozo de Don Gil” a modo de fuente de José Luis López – Arza en sustitución del antiguo “Árbol de la Suerte” que, por sus malas condiciones, debió ser arrancado y se muestra todas las navidades en el Museo López – Villaseñor acogiendo las figuras de un Belén.
En dicho pozo – al que habría que sumar otros como los que hacen referencia las calles de Pozo Dulce, Pozo Concejo, Santa Catalina, etc. – aparecía una pila de piedra, contigua al citado pozo, en la que abrevaba el ganado. Este pilar es el que dio nombre a este centro, constituyendo el Pozo de Don Gil el germen de la otrora Villa Real fundada por el Rey Sabio y que actualmente conocemos como Ciudad Real.
La importancia de esta aldea fue principalmente su ubicación cercana al camino de gesta que unía Calatrava con Alarcos, y que se encontraba en lo que se conocía como Camino Real de Córdoba a Toledo. Además, por este camino transitarían las huestes del Rey Alfonso VIII de camino a la ignominiosa derrota de Alarcos y a la posterior gloria de Las Navas de Tolosa, e incluso este camino sirvió para que se encontrarán desde direcciones contrarias Fernando III “El Santo” y Doña Berenguela. Y, desde un punto de vista urbano, añadir que de este largo eje que enlazaba las puertas de Calatrava y Alarcos surgirían las calles de Calatrava, Postas y Alarcos.
Ya, en pleno siglo XVI, en el año 1505, tal como nos indica don Inocente Hervás y Buendía, Ciudad Real se hallaba en una época en la que en recientes fechas había acogido a uno de los Tribunales del Santo Oficio y tuvo la sede de la Chancillería que posteriormente viajaría a Granada, y el Pilar hubo de ser ampliado, para lo cual fue necesario la compra y posterior derribo de las casas existentes. La estructura de esta plaza o plazuela seguía un sobrio estilo tradicional, viéndose rodeada de pequeñas casas de dos plantas, jalbegadas, tal como ocurriese con la plaza de las Terreras.
Esta plaza se vio sometida a reformas tanto para embellecerla como de carácter sanitario. De esto último eran ejemplo la construcción de las bocas de las alcantarillas, cloacas o puentes para recoger las aguas, siendo el número de dos, una de menor tamaño situada en el andén central y la puerta de la Residencia de los Jesuitas y otra entre el “árbol gordo” y un edificio contiguo. Recogíanse así las aguas, aunque esto no evitó escenas de sobra conocidas en fotos antiguas donde se muestran inundaciones frecuentes y profundas, arrollando todo aquello que encontraban a su paso. El atasco por su falta de limpieza agravaría los problemas, siendo incluso foco de infecciones (“aparecían ratas que parecían conejos” según se cuenta). Estas obras fueron realizadas en el siglo XVIII y, posteriormente, en esta plaza se pondrían arena y árboles, en torno a medio centenar. Sería por entonces cuando la plaza fue reconstruida siendo decorada con barbacana con asientos y baranda de hierro, ubicándose en su centro una fuente con delfines que homenajeaba al “alcaide de las hazañas”, Hernán Pérez del Pulgar, de la cual se muestra un dibujo publicado en el libro de don José de Hosta “Crónica General de la Provincia de Ciudad Real”, de 1861. En el pedestal de dicha fuente, según nos cuenta don José Golderos, se presentaban dos lápidas de mármol blanco con sendas inscripciones: la que se dirigía hacia la calle de Ciruela indicaba “Hernán Pérez del Pulgar, el de las hazañas, nació en Ciudad Real en 1451 y murió en Granada en 1531. La ciudad natal consagra esta memoria al Señor de los Molinos de Tremecén, al héroe de Alhama, del Salar, de Guadix, de Salobreña, de Granada y Mondújar”; y la lápida del lado contrario indicaba lo siguiente: “En el glorioso reinado de Isabel II, siendo gobernador de esta provincia y Alcalde Corregidor de la Capital, el señor D. Enrique de Cisneros, abasteció de aguas potables a la población y construyó esta fuente el ingeniero industrial D. Eugenio Salarnier. Año de 1880”. Dicha fuente se trasladaría al actual Parque de Gasset.
En el siglo XX, esta plaza se convierte en el exponente de la edificación burguesa a partir de la renovación arquitectónica, configurándose todo el entorno con características constructivas similares al Palacio de la Diputación Provincial de finales del siglo XIX. Así, comenzaron a alzarse los edificios que reflejan la pujanza burguesa y que muestran a esta plaza como el principal centro financiero. Fieles ejemplos de ello son los suntuosos edificios levantados por los señores Ayala, Barrenengoa o Messía o los inmuebles del Banco de España y del Banco Español de Crédito. A principios de 1900 serían derribadas las viejas y ruinosas casas que serían sustituidas por la residencia de la Compañía de Jesús –la capilla se terminaría en 1915-, se alzaría un soberbio palacete por don Joaquín García con su torre en el que se ubicaría una fábrica de jabón; aparecería el citado Banco de España entre las calles del Jaspe (Hernán Pérez del Pulgar) y de Mejora (Ramón y Cajal), el Restaurant de Ríos con una terraza en chaflán, siendo sustituido en los años 30 por un edificio bancario –el Banco Español de Crédito-; la casa de Barrenengoa, etc.
De este modo, llegó el momento en que el Ayuntamiento adoptó la decisión de eliminar la barandilla y la fuente, para posteriormente acometer la ampliación con la calle que constituía su límite al Poniente. En los años 20 aparecían las alcantarillas y los faroles de gas, estos últimos desaparecidos de los terrenos que posteriormente ocuparía el Instituto Nacional de Previsión –antiguo palacete de don Manuel Messía-. A mediados de los años veinte se instaló la estatua a Cervantes, obra de Felipe García Coronado, en el mismo lugar que hoy aparece rodeado de los edificios de la Subdelegación de Gobierno – antes Gobierno Civil – y el de Telefónica, en la hoy conocida Plaza de Cervantes. Tras las reformas y mejoras de los años 30 donde se lleva a cabo la nueva apertura de la calzada de poniente y su pavimentación y las que ciñen el andén central, además de que desaparezcan las alcantarillas, las reformas posteriores no serían hasta 20 años después cuando se quiso acometer la tala de árboles, lo que suscitó cierta polémica y derivó en el posterior aumento de las plantaciones. En su número 1, la plaza acogía el despacho del prestigioso doctor don Federico Fernández, jefe provincial de Sanidad, y sobre dicho inmueble y previo ensanche en sus tres fachadas –calles de General Aguilera, Plaza del Pilar y calle de Ramón y Cajal-, se construía a finales de los 60 del siglo XX el moderno edificio “Cervantes”, comúnmente conocido como “La Torre”, al constituir el rascacielos de Ciudad Real, en el que aún se halla la sucursal de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid y varias oficinas y consultas.
Así, a finales de esta década, se acometería una nueva urbanización de la Plaza del Pilar tal y como nos indica don Felix Pillet en las siguientes líneas:
“En febrero de 1968 se anunció la subasta que recogía el proyecto de urbanización, y que consistía en la ordenación del tráfico y reforma de la Plaza; en primer lugar se trató de la supresión del tráfico rodado en la calzada actual, del tramo correspondiente entre la Avenida de los Mártires y Rey Santo, frente al Bar España, al mismo tiempo que se aumentaban las aceras de los edificios o Bancos que circundan la Plaza, a 2,50 metros. La parte central de la Plaza se verá incrementada al aprovechar toda una calle y hacerla terraza de las distintas cafeterías; en su centro se instaló una estatua equestre de D. Quijote, obra de Joaquín García Donaire; junto a estas mejoras se pondrá un nuevo pavimento, tipo “Escofet”. El presupuesto rondó el millón de pesetas y se concedió a la única plica presentada, la de Materiales y Obras del Centro. Pero por una reclamación de D. José Luis Pinilla, la Comisión Provincial de Urbanismo devolvió el expediente sobre aprobación del Plan Parcial de la Plaza, en función de un acuerdo de 25 de abril de 1969, por no haber cumplido el artículo n.º 54 de la Ley de Procedimiento Administrativo. Esta circunstancia hizo que fuera necesario volver a redactar nuevamente el Plan. Al ser sometido para su sanción a la Comisión Provincial de Urbanismo, fue objeto de una serie de reparos; en éste se hace constar haber sido ya realizada la supresión de la calzada de vehículos en la parte Oeste de la Plaza, la que da al Bar España; pero el problema ahora es la calzada Este, pues está siendo sobrecargada de vehículos, al recoger los que vienen de la Avda. del Rey Santo y los que van hacia la Avda. de los Mártires, viéndose de esta forma afectadas las fincas comprendidas entre las calles Hernán Pérez del Pulgar y Montesa, y entre esta última y Alfonso X el Sabio. Para ello se cree necesario un retranqueo, estando marcadas con líneas de trazos las alineaciones, y con zonas rayadas las fincas afectadas por la ordenación. Este retranqueo permitirá un aprovechamiento máximo de 8m3 por m2, lo que permite una altura de siete plantas, incluida la baja, aunque se acepta que “podría compensarse con alguna más en relación con la superficie cedida para viales”. Siendo aprobado en enero de 1970, después de haber estado expuesto y no haber recibido ninguna reclamación.
El juego de estos retranqueos es el que permitirá las grandes alturas registradas en la Plaza del Pilar. Este es el pago de haberse convertido esta Plaza en el nudo central de la ciudad, quitándole el puesto a la histórica Plaza Mayor, de la Constitución o del Generalísimo, que sufrirá el último gran descalabro con la demolición del Ayuntamiento… ”
De estas líneas se extrae cómo el nuevo centro de la plaza está protagonizado por la estatua ecuestre del escultor don Joaquín García Donaire en honor a Don Quijote de La Mancha en posición para acometer una de sus nuevas aventuras.
Y, finalmente, en cuanto a su configuración actual, cabe decir que esta Plaza del Pilar fue reformada en 1985 no modificándose en cuanto a su superficie. Resultado de ello es que su ubicación muestra la confluencia de las calles General Aguilera –antes Arcos-, Ramón y Cajal, Hernán Pérez del Pulgar, Montesa, Ciruela, Avenida del Rey Santo, y calle de Alarcos y Avenida de Alfonso X el Sabio. Su planta semitrapezoidal muestra cinco jardines elevados rodeados de bancos, espacio que está ocupado por amplios paseos de solado de baldosa, constituyendo todo el conjunto una superficie que supera los 2.000 metros cuadrados.
Esta zona verde, dotada de bancos y alumbrado así como de parada de autobús con marquesina, de taxis, kioscos de prensa y golosina, fuentes de agua potable y papeleras, desempeña las funciones de ornamento, ocio y esparcimiento de la población, acudiendo por motivos diversos a la misma por su gran ámbito de influencia, como es ejemplo de ello cuando se acogen los puestos de venta de libros en plena feria del libro.
Acabo de descubrir en tus histórica y bien documentada exposición el origen del nombre de la Pl del Pilar que desconocía.
Leo la palabra «jalbegar» hoy mayormente utilizada por gente adulta y he curioseado en el diccionario donde he encontrado que jalbegar, sinónimo de enjalbegar, encalar y blanquear, tiene suorigen latino en el jalbegue o lechada blanca.
Estupendo Estanislao, con tu trabajo no solo aprendemos historia sino también lengua.
Ya hablaré en mi sección de la Pl del Pilar más detenidamente y no ten extenso e histórico como tú, pero tan solo quisiera destacar algunos recuerdos de la misma de cuando yo era pequeño:según miramos a la calle Ciruela, a la derecha el kiosko de prensa donde cambiaba los tebeos y enfrente a la izquierda el kiosko de chuches de nuestro querido «Gorrilla». En medio y en verano, el kiosko de Ilsa Frigo con sus «polos» que se deshacían a 2,50 pts…
Bueno lo dejo aquí…
Gracias Luis por tu seguimiento y precisamente eso es lo que pretendo que el mero apunte histórico que se desprende de mis artículos sirva de acicate para que todos aquellos que tengáis otro tipo de vivencias, sapiencias o experiencias nos las mostréis y sea más enriquecedora la sección. Lo de la lengua, seguro que otros compañeros son más expertos en el tema, aunque te lo agradezco.
De nuevo muchas gracias por tu seguimiento y por tu ayuda, pues yo también sigo con detenimiento tu sección.
Un saludo
Qué gran tragedia la desaparición de la «hipotenusa» donde todos nos poníamos a mirar, comer pipas, dar pescozones a los que pasaban y gritar. Un tanto orangutanes, supero era lo que se llevaba.
Me gustaban más los jardines en el suelo y los empedrados. Esta plaza actual es excesivamente «ordenada». Como la barbaridad que le van a hacer al Prado.
Tanta baldosa, tanta baldosa…
Vaya Blisterr, ¡olvidarme de la famosa «hipotenusa»!
Y por cierto y añado dos recuerdos más: un guardia municipal ya mayor en aquella época – Montarroso creo que se llamaba -, con su típico uniforme y con la gorra de plato y la porra blancas que nos pitaba a los jovenzuelos cuando hacíamos alguna «gamberrada»; y el otro recuerdo, el famoso repartidor de los resultados futboleros dominicales en una hojilla y gritando: «peeenalty» y que yo entendía no se porqué: «el nooorte».
Pues eso, estos dos apuntes más…
La hipotenusa fue un clasico durante muchos anos. Alli quedàbamos las pandas de amigos; la mia, Ramon Barreda, Pepe Arcos Gamero, Enrique Carrascal, Luis Miguel Barba,Fulgencio Crespo, Carlos Cardenas,que en paz descansen, y servidor.Varios veranos, a las 7 en punto.
Recuerdo tambièn que para ir al Pilar desde la acera del Bar Espana, habia que cruzar la calle.
Y decir tambièn que el Pilar era el lugar en donde quedabamos para ir a los Marianos.
Siguiendo con la acera del Espana mencionar el clasico de los clasicos. El bar los Faroles y una tienda de caza que existia justo al lado.
Que en paz descansen los dos ultimos, los cuatro primeros referidos adios gracias estan muy vivos.
Al cabo de los años, lo sorprendente de la hipotenusa, era la facilidad de la incomodidad que se soportaba sentado sobre el tubo que en realidad era la famosa hipotenusa.
Horas y horas que se permanecía sobre ella.
ah….no había otra cosa que chupar barra….y al parquede GASSSET. Todo lo más….el Válvula.
Recuerdo otro bar o cafetería al lado de Los Faroles, creo que donde ahora está aquagest…luego se convirtió en un Hostal o algo así…..en la parte de arriba se hacían «guateques»…..
«Los Mares»