Hoy, aprovecho la oportunidad que se me brinda al escribir semanalmente en este espacio, para dar a conocer un nuevo proyecto que llevo entre manos. Para los que me conocéis no será difícil que reconozcáis en mi persona a la decantadora de un buen vino y la de saboreadora de unos, no menos, excelentes versos. Y para los que no… espero que pronto el destino nos una y podamos celebrar, en conjunto, versos, vinos y besos.
Desde hace un tiempo me rondaba por el alma volver a los escenarios con un espectáculo de pequeño formato. La poesía siempre me ha dado grandes alegrías, pero también ha conseguido sacar de mí las pasiones más oscuras, los temores más certeros. La he compartido con amigos y desconocidos, la he mamado desde bien pequeña cuando escuchaba a mi hermana recitar versos propios o ajenos. Siempre ha estado inalterable en el devenir de los años… como el vino. El vino que nunca ha faltado en casa porque mi padre es un gran sibarita y amante de este preciado y precioso líquido. El vino que me ha acompañado en grandes momentos de euforia pero también de asueto y en, algunas que otras, soledades mundanas plagadas de lágrimas y penas. ¿Cómo no unir estas dos grandes pasiones? Tan cercanas y tan diferentes a la vez pero con la capacidad de remover cabezas, corazones y estados de ánimo.
Y así es como nace DECANTANDO VERSOS, desde la pasión y la necesidad. Ya lo dice, Isabel Allende: “Néctar de los dioses, consuelo de los mortales, el vino es un maravilloso brebaje que tiene el poder de alejar las preocupaciones y darnos, aunque sea por un instante, la visión del Paraíso”. Y en eso consiste este paseo músico-poético a través del vino: un espacio donde relajarse y disfrutar de todas las virtudes que este líquido, compañero a través de los siglos, ha dado a aquellos mortales e inmortales que se han atrevido a probar de su copa. Sólo él ha sabido unir a las más altas aspiraciones y a las más bajas pasiones; a nobles de alta alcurnia y a obreros en el descanso de la jornada. Se ha servido de múltiples maneras y en cualquier lugar del mundo. Experimentado, estudiado, vendido, regalado. Usado contra el mal de amores y regado en las más variopintas de las celebraciones. Compañero en la soledad y en la alegría y proclamado, aclamado y escrito por artistas que hicieron de él la fuente de su inspiración y sus versos.
Con este montaje pretendemos hacer un recorrido por esos textos, esos poemas o relatos cuyo tema principal es el vino (en sus múltiples vertientes: la uva, las barricas, los bares, su uso y sus costumbres, etc.) e imbuir al espectador de su aroma, color, sabor, tradición. Siempre maridados con una música acorde a cada una de las declamaciones que harán de la cata literaria un espacio mucho más rico en sensaciones. Desde Benedetti a Lorca, con ritmos brasileños o clásicos, con seriedad o humor, el vino, siempre presente, intentará dejar un buen sabor de boca como el que deja el líquido de una buena bodega.
Adrián Fernández, guitarrista de Puertollano, es el encargado de poner la banda sonora a esta creación en común. Y, servidora, la de dar voz a los poetas que han escrito sobre este néctar tan querido y preciado, por los siglos de los siglos.
Espero que nos encontremos más pronto que tarde. Me despido con unos versos de Gioconda Belli porque “El alma, afortunadamente, es como el vino. Que me beba quien me ame, que me saboree”.
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El laberinto del verbo
Clarisa Leal
Por supuesto