Andan los políticos regionales enfrentados por un asunto de masajes. Unos acusan a los otros de gastar mil euros del dinero público en estos servicios y los otros acusan a los unos de tergiversar los hechos porque el manutigio era para periodistas que pudieran promocionar el turismo castellano-manchego. Y tal.
Cuando nadie tiene ni idea -ni siquiera los mejores analistas- del porqué del devenir de los acontecimientos económicos, los políticos se aferran a este tipo de discusiones espurias que, al reducir la complejidad, facilitan al votante decantarse por uno de ellos sin tener que pensar mucho. Se apela al corazón más que a la razón: “masaje sí o masaje no” es más sencillo que hacer leer al personal el Caminos de servidumbre de Hayek o La teoría general del empleo, el interés y el dinero de Keynes. ¿Quién asegurará grandes conquistas sociales o, por el contrario, cuál de ellos conducirá a los peores desastres? ¿el partido del “masaje sí” o el partido del “masaje no”? Es este un ejemplo de lo que Guy Debord diagnosticó como “la sociedad del espectáculo” y que Marshal Mcluham resumió con su conocida sentencia “el medio es el mensaje”.
Pero es a Paul Grice, padre de la pragmática, a quien acudo para explicarme las prácticas oratorias de los representantes públicos que, a buen seguro, ni siquiera son conscientes de sus triquiñuelas en el discurso. Decía Grice que para que la comunicación fuera verdadera debía basarse en un “principio de cooperación” sostenido por cuatro máximas, a saber, la cantidad, la calidad, la relevancia y la claridad; si alguna de las cuatro se vulnerara habría engaño al interlocutor. Veamos si el episodio de los masajes obedece a la intención -consciente o no- de engañar al ciudadano a la luz de la teoría griceana.
Respecto a la cantidad (la máxima que invita a decir lo justo, ni más ni menos que lo que se requiere), a la oración “es una vergüenza que cuando peor lo estábamos pasando los socialistas se gastaran el dinero público en masajes” le sobra el juicio de valor “es una vergüenza” y le faltaría añadir “(…) para promocionar el turismo castellano-manchego”.
En lo relativo a la cualidad (la máxima que invita a ser sincero), la anterior oración está simplemente fundamentada en una factura, siendo necesaria una indagación más rigurosa (como llamar al hotel o a los propios acusados) para determinar que, en efecto, se cometió una tropelía con dinero público.
En cuanto a la relevancia (la máxima que invita a decir sólo lo importante) el “cuando peor lo estábamos pasando” es un detalle innecesario porque los delitos y corruptelas son moralmente independientes de la coyuntura económica. Con ello el político aporta un elemento emotivo que indigne al lector poco avisado.
Finalmente, en relación con la claridad (la máxima que invita a no ser ambiguo), el término desnudo “masajes” en lugar de “tratamiento de SPA”, posee ciertas connotaciones pecaminosas que actúan en desprestigio del rival político despertando la indignación del lector poco avisado.
No recomiendo a los asesores de comunicación de los partidos políticos que lean y apliquen a Grice porque perderían las elecciones. La historia nos enseña que al pueblo hay que darle más masajes y menos mensajes griceanos porque si algún político valiente lo hiciera ganaría en dignidad pero sería expulsado del poder. Sin embargo, hoy en día, el paradigma democrático está cambiando y el pueblo, mucho más formado que antaño, no tiene ganas de andar con tonterías.
La antorcha de Diógenes
Rafael Robles
http://www.rafaelrobles.com
@RafaelRob
Buen artículo, como es habitual, Rafael, pero entre la endemoniada casuística poliédrica del espeso momento a veces indiscernible por el que atravesamos hoy, uf, está el concepto paleto y clientelar del bienestar que hemos tenido en España y en la región, y la sensación de legitidad que embargaba a la administración reinante, con vocación de perpetuidad, a la hora de gastar el puto dinero público. Es cierto, que los mensajes se adaptan al ideario propio con una estrategia prefabricada de hacer daño al adversario político, pero… ¡hay tantos ejemplos!, de tantos colores, de mensaje masajeado para que se pique el anzuelo!. Buen domingo.
PD.- Tengo entendido entre mis apuntes que el autor del famoso mensaje fue el canadiense Marshal Mcluham y no el sociólogo alemán Niklas Luhmann
Así es Manuel, gracias por avisar del lapsus.
No tiene importancia.
«No conozco a nadie, ningún partido que haya hecho un esfuerzo de estriptis como el PP». Así se ha pronunciado esta mañana María Dolores de Cospedal en Alcalá de Henares. Ay Rafael, que si esta sigue otros cuatro años….
Me temo, Pradete, que ganará porque la oposición castellano-manchega no levanta cabeza.
Quiero pensar que en las próximas elecciones el bipartidismo se romperá y, habrá una «NUEVA LLAVE» FUERTE, HONESTA, DEMOCRATICA Y SABIENDO QUE ESTAN AL SERVICIO DE LOS CIUDADANOS.
Los políticos que trabajen PARA SU PARTIDO, no deberían tener cargos en GOBIERNOS DE LAS DISTINTAS ADMINISTRACIONES y, de esta manera, no se dictarían «leyes viciadas», habría más dedicación y, se evitarían tantos y tantos «goles» que les meten «los ¿profesionales?» de su entorno de los cuales, bastantes, no tienen la debida preparación, son auténticos pasotas, o, simplemente, pertenecen a la categoría de «PALMEROS».
Magnífico artículo, si tu capacidad de redacción no decae te auguro un gran éxito en las oposiciones, el año que viene podrás prepararlas muy bien.