Fue sin querer, es caprichoso el azar. Parafraseando al gran cantautor, Serrat, comienzo mi artículo de hoy. Porque no le busqué, ni me vino a buscar. Nos encontramos en un parque por pura casualidad y me acoplé, como suelo hacer en las ocasiones en las que hay buenas vibraciones alrededor de una terraza veraniega en la que dos personas toman un refresco. Santiago estaba a punto de comenzar un curso y le acompañaba, Gloria, nexo en común de ambos. Y, tras una breve charla, volví a casa con la intención de averiguar más sobre él y sobre sus textos. Me gusta descubrir gente nueva que pueda aportar frescura a mis relaciones y a mis lecturas. Y así fue como “bicheando” por la red y zambulléndome en el archiconocido “patio de vecinas” que es la red social, Facebook, di con él.
Pero después de leer un relato que le premiaron en Murcia sobre la vida de la chelista británica, Jacqueline du Pré, supe, sin lugar a dudas, que los textos de Santiago tienen algo especial, algo intangible, algo que convierte la irreal emoción de la ficción en un sentimiento notoriamente perceptible. Llega, como por casualidad, y se queda a vivir en el subconsciente formando un poso atemporal. ¿Pensarán lo mismo los jurados que le ha premiado en los diferentes certámenes literarios? Porque este manchego, nacido en Fuente el Fresno, y que abandonó por unos años la tierra para vivir y estudiar Filología Clásica en la capital, lleva cosechados unos cuantos premios a sus espaldas (“Varadero de poetas”, XXII Premio Internacional de Cuentos Max Aub; “Orfandad de los zapatos”, Ganador del IV Certamen Literario de la Sierra de Madrid «José Saramago»; “Los huérfanos del tiempo”, XXXVI Premio de Novela Corta de la ciudad de Cáceres; “Zeno, Adela y los destinos”, XXXV Premio «Tomás Fermín de Arteta»; “La memoria de las heridas”, VI Premio de Novela Corta «Encina de Plata; “El verano de las bestias”, IV Premio de Novela Corta El Fungible, etc.) y combina su faceta de escritor, con el de padre de familia y profesor en el IES Miguel de Cervantes de Alcázar de San Juan. Todo esto, unido a las publicaciones en diferentes revistas literarias (La horas equivocadas, La música del mundo) y a la edición de varios de sus libros (Los huérfanos del tiempo, Varadero de poetas, Salvo la culpa), hacen de él un incansable trabajador y amante de la ficción y las letras.
Su último trabajo, “Salvo la culpa”, que en palabras del autor “no es una novela de género aunque comparta características de algunos de ellos. Tiene algo del género negro tan al uso, pero también podría calificarse de novela alegórica e incluso política”, nos lleva a tomar un tren a una lejana región del país donde al protagonista se le ha encargado una misteriosa misión gubernamental. Cuando llega a destino, no hay una ciudad como esperaba, sino un inmenso cráter poblado de gente y sin razón aparente. Y, a partir de ahí, páginas y páginas por descubrir. Como seguiremos haciéndolo con Santiago Casero que, si bien dice, tiene escritas muchas novelas que todavía no han saltado al espacio tangible del papel, yo sólo espero poder, algún día, disfrutarlas y seguir dándolas a conocer.
A lo mejor lo que me gusta es que la orquesta, con su ruido, evoca la imperfección de un mundo que se pretende vanamente ordenado. Santiago Casero (Fragmento del cuento, “La música del mundo)
El laberinto del verbo
Clarisa Leal
Pues aunque te parezca increible y te soy sincero, no lo conocía…hasta hoy. Gracias