El pasado viernes, Miciudadreal.es presentaba Caracolín, una asociación formada por un grupo de padres que pretende instituir un espacio educativo alternativo en Ciudad Real, dirigido a la etapa no obligatoria -de 2 a 6 años-, con metodologías que priman el aprendizaje natural y vivencial, y la inteligencia emocional. Isabel Martínez Alarcón es psicóloga, orientadora de profesión, presidenta de Caracolín y coordinadora de su proyecto educativo. Charlamos con ella sobre las bases epistemológicas de su propuesta.
El proyecto se inspira en escuelas libres o escuelas alternativas, un fenómeno pedagógico que goza de gran aceptación en diversos países europeos y que, poco a poco, se abre camino en España. «Es común caer en el error de pensar que libre significa que en estas escuelas no se hace nada, o que lo que se hace carece de sentido didáctico -explica Isabel Martínez-, pero es todo lo contrario». Libre hace referencia a la decisión por parte del alumno en relación a cuándo, cómo y con quién quiere aprender. El apelativo alternativas, por otro lado, ilustra la contraposición al sistema educativo convencional.
Este modelo educativo concibe al niño como un ser autodeterminado, capaz de aprender por su propia voluntad. La curiosidad es lo que le lleva a aprender por sí mismo, lo que se denomina autoaprendizaje. «El educador acompaña al niño en este proceso, favoreciendo el desarrollo de su autonomía en todos sus ámbitos; emocional, psicomotriz, intelectual, social y artística».
La fundamentación teórica del proyecto Caracolín parte de la concepción constructivista del aprendizaje, aclara Isabel Martínez, de las mismas fuentes que el propio sistema de educación formal. «Así, cogemos la aportación de autores tan conocidos como Vigotsky y la teoría sociocultural, o Piaget y las etapas de desarrollo infantil«. «Además -añade- incorporamos otras aportaciones integradas desde hace años ya en la propia educación infantil como la teoría de la globalización y los centros de interés de Decroly o el aprendizaje por descubrimiento de Ausubel, que ponen la atención en la capacidad del propio niño de acercarse al conocimiento de forma espontánea, guiado por su curiosidad y con su peculiar forma de percibir la realidad como un todo; para después, paso a paso y guiado por su interés, conocer los detalles».
En Caracolín se proponen seguir las indicaciones de la comunidad científica educativa que, en los últimos años, «apuesta por una concepción comunicativa del aprendizaje; autores como Habermas y Freire han enunciado el término del aprendizaje dialógico«. «Se ha constatado en múltiples experiencias -arguye Isabel Martínez-, que la mejora de la comunicación, el diálogo y la participación de los distintos agentes que conforman la escuela, mejora la convivencia y la eficacia de las mismas».
«Estas son las bases teóricas en las que queremos basar nuestro proyecto -expone Isabel Martínez-, a las que añadimos aportaciones como las experiencias de Rebeca Wild o el método de María Montessori, con el fin de crear un entorno educativo en el que se respeten los ritmos de cada niño y se promueva su felicidad».
«En definitiva, creemos en una escuela cercana, en la que el papel de las familias sea fundamental; en la que niños, padres y educadores cooperen desde la igualdad», añade. La propuesta de Caracolín permitirá a las familias participar en reuniones para tratar cuestiones pedagógicas -«cómo poner límites de forma respetuosa o estudiar qué necesidades evolutivas tienen los niños en cada etapa de su desarrollo y cómo atenderlas, por ejemplo»-; celebrar jornadas de convivencia y de trabajo, reuniones sobre temas de crianza, etc. «Las inquietudes, experiencias e ideas de los padres serán consideradas en este contexto educativo, ya que son éstos los principales responsables de la educación de sus hijos», recuerda Isabel Martínez.
Por último, desde Caracolín apuntan que también en nuestro país se han desarrollado, con éxito, experiencias innovadoras en las distintas etapas del sistema educativo formal, que han conseguido cambiar la realidad de los centros públicos. «Las Comunidades de Aprendizaje de Ramón Flecha son una prueba de que la implicación y el diálogo mejoran el rendimiento académico pero, sobre todo, mejoran la satisfacción de padres, profesores y alumnos». Los integrantes del proyecto Caracolín consideran que ésta sería una buena alternativa para vincular su iniciativa a la escuela pública en la etapa de Primaria.