El placer como efecto secundario

Buscar y lograr momentos de felicidad es algo consustancial, entra en el precio de nuestras propias naturalezas. Satisfacer el hambre, la libido, la sed o el sueño, responde a los deseos más primarios y agradables de nuestra incierta existencia. Son los actos que posibilitan la supervivencia del individuo o de la especie.
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Pero además de éstos, que se antojan ineludibles, los seres vivos nos valemos también de distintos gestos que nos proporcionan otros placeres que aún siendo menos necesarios son igualmente instintivos; bostezar es uno de ellos.

El bostezo es una acción incontrolada que posibilita una estabilización anímica, una especie de “start” que pone a punto el tono vital de nuestro organismo. Bostezamos por cansancio, hambre o sueño. En cualquier caso se trata de un acto reparador sumamente contagioso y bonancible; si lo será, que todos los animales vertebrados bostezan a “mandíbula batiente” libres de ese pudor al que las personas prestamos demasiada atención.

Pues resulta que el bostezo, además de responder a un estímulo que produce sensación de bienestar y al decir de los médicos, puede presentar también algún efecto secundario; es lo que recoge el prospecto de un fármaco antidepresivo llamado clomipaprina. Los efectos secundarios de muchos medicamentos suelen ser una fuente de preocupación para los pacientes que se ven obligados a tomarlos. Sin embargo, en el caso que nos ocupa ocurre todo lo contrario, de preocupación “rien de rien”, sino todo lo contrario, al menos al principio, que después…ya les contaré como puede acabar alguna de estas sorprendentes historias. De todas maneras, hora era que algún efecto secundario proporcionara a los pacientes un auténtico alegrón.

¡Y a qué tanta expectativa!…Pues les cuento. Resulta que los bostezos en asociación con este fármaco pueden producir en los pacientes agraciados múltiples orgasmos incontrolados; así como lo están leyendo. Los científicos explican el porqué de esa gratificante reacción…pero entrar en esos detalles, ahora es lo de menos. El caso es que en torno al cinco por ciento de personas, hombres y mujeres, que para todos hay, tratadas con ese fármaco, se benefician de este agradable trance al bostezar, y que como es natural les puede sobrevenir en cualquier momento y situación.

Este es el único inconveniente para como les decía, acabe bien alguna de estas historias. Si los bostezos de estos pacientes no reciben respuesta en la persona que tienen al lado, cosa rara ya que son muy contagiosos, se meten en un problema, que de lo contrario todo resulta perfecto. Y es que para aquellos que están afectados por tan excitante experiencia ya no puede resultar los mismo bostezar antes de irse a la cama o estando en ella, que hacerlo en pleno viaje en autobús o trabajando en la fábrica o en la oficina. De hecho alguno@ las ha pasado tan canutas…que le ha faltado tiempo para dejar de tomarlo; el porqué se lo pueden imaginar, aunque según dicen los médicos, casos de estos son los menos.

Pese al riesgo de producirse estos “subidones” en circunstancias poco idóneas, la inmensa mayoría de los pacientes prefieren seguir tomándolo…el mayor tiempo posible. Corrobora esta afirmación el hecho de que muchos de ellos simulan a toda costa continuar enfermos de esa gratificante dolencia para, ya lo supondrán ustedes,…poder seguir “bostezando”, no a mandíbula batiente, sino a orgasmo incontrolado.

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2 COMENTARIOS

  1. Es curioso lo contagioso del bostezo. Como experimento escribí, en una clase de primero de bachillerato, la palabra «bostezo», e inmediatamente después cinco alumnos bostezaron.
    Un saludo.

    • Curiosísimo, yo, al leer tu comentario, también he bostezado, pero solamente a mandíbula batiente….que donde estoy ahora mismo, en los Madriles,hay mucha gente.. Un saludo José Manuel

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