El guardian del Valle.- En el corazón del Valle, donde décadas atrás se levantaba un poblado minero en toda regla, queda un vestigio inusual y asombrosamente bien conservado: se trata de una iglesia, cuya planta y fachada son tan curiosas que pareciera que la trajeron importada de Rusia o de la misma Grecia, debido a su estilo sencillo popular pero demasiado alegre para una iglesia o ermita generalmente construidas en piedra.
La gran cruz que adorna la espadaña y el rosetón inspiran también un templo templario. La ermita luce entre alegre y misteriosa. Le pregunto a un lugareño y no me sabe decir bajo la advocación de qué santo, santa o virgen se construyó la iglesia. Probablemente no anduviera muy lejos ni Santa Bárbara bendita, tralarará, ni la Virgen de Gracia. Es un puertollanero de pura cepa, lleva el torso descubierto por el calor y en una de las manos una jaula con pájaros. Cuando observo que la pequeña iglesia minera está relativamente bien conservada y se lo comento no lo duda, hasta el punto que él se reconoce el primer asombrado: “Con lo poco que cuidamos las cosas”, textual, hay una resignada autocrítica por la desafección que los puertollanetos tenemos por lo nuestro y por lo público. En otro lugar ya se habría organizado una asociación para recaudar fondos con los que adecentar aun más esa iglesia extraordinaria asentada en el corazón de la cuenca. Y no es sólo por una cuestión religiosa sino por la obligación moral que tenemos todos de conservar el patrimonio.
-Hombre, a esta iglesia se le da un repaso, se le pinta, se le pone una verja y queda fenomenal, comentamos el lugareño y este guardián .
-¿Y quien paga eso?, me dice
-Pues imagínese, si cada uno de los puertollaneros pusiéramos un euro, a lo mejor habría presupuesto para eso y más.
-Pero hay quien las cosas de las iglesias, sabe usted…
-Pero no se trata de eso, es una construcción que convendría preservar…para los que vengan detrás de nosotros. El valle todo es un gigantesco museo…
Luego mi casual cicerone me pone al día. El guardian del valle ya se conoce la zona sobradamente pero le gusta comentar cosas comunes con algun paisano, al fin y al cabo, el paisanaje, el pasado y ese caracteristico temperamento puertollanero, nos une. Hace calor y se escuchan los trinos de los pájaros. El que lleva el hombre en la jaula, un verderón, salta de un lado a otro de la jaula nerviosamente.
-Allí estaba el pozo de Santa María, que es la torreta que han puesto en la rotonda a la entrada de Puertollano y un poco más allá el pozo Asdrúbal. Asdrúbal era como un pueblo, con sus casas de mineros, algunas están bien cuidadas, mire usted, allí vive gente, la arreglaron y viven en ella, su central eléctrica, su economato, su escuela, y hasta un casinillo….
Efectivamente, a un lado de la esplanada a la izquierda de la iglesia hay una fachada entre escombros y maleza, es lo que queda del antiguo casino de mineros. Y un poco más alejadas, entre eucaliptos, las casas de los ingenieros y los técnicos de Peñarroya, la compañía dueña de todas las minas. Las casas están derruidas y salvajemente colonizadas por la vegetación que compite con el olvido. No es difícil imaginar el Valle en los años 50 ó 60 del pasado siglo con el trajín del laboreo, las voces de los niños correteando por frente a la iglesia al salir de la escuela, los señores ingenieros convenientemente separados en su residencial de personas importantes fumando, tomando brandy y comentando las incidencias de la mina o la actualidad.
-Hay un muchacho que ha escrito un libro, una novela o así, en la que habla de todo esto…
-¿Si? ¿Y còmo se llama el autor?
-Eso no lo sé, perdone usted…
-Y los domingos, los hombres peinados y limpios echarse unos tragos en el casinillo después de misa. Que los mineros era lo que tenian que siempre estaban con Dios en la boca pero se ponian a los pies mismos de su señora madre.
Hoy todo está acallado por el polvo de los años, pero incluso en su decrepitud y las ruinas naturales del abandono, el valle mantiene intacta su altivez y su condición de padre de todos cuantos vivimos unos kilómetros más al norte, tratando de sobrevivir de la mano de otras energías nuevas… con nuevas energías.