Nunca una palabra ha terminado por representar algo tan opuesto a lo que originalmente significa. Preferente es aquello que goza de un lugar prioritario o de superioridad sobre otros; en los aforos de un recinto por ejemplo, hacen referencia a las primeras filas.
Sin embargo, aplicado este concepto a lo que han acabado siendo las Participaciones Preferentes…la inversión en el orden se ha hecho patente. De ser las primeras han pasado a ser las últimas y a punto han estado de ser “expulsadas del recinto”. Toca ahora analizar sus características, su política de ventas y los inherentes riesgos que las han llevado a esta calamitosa situación.
Antes de nada me voy a permitir describir muy sucintamente en qué consisten las Participaciones Preferentes. 1º.Son productos financieros que carecen de un vencimiento determinado; y si lo tienen es porque el vendedor, (entidad financiera), no así quien las compra (cliente), lo quiere y siempre a partir del quinto año. 2º Al contrario de las acciones, las participaciones no suponen derechos de propiedad sobre la entidad que las emite y el pago de los intereses pactados está condicionado a la obtención de beneficios de la emisora. 3º, y de ahí lo de preferentes, en caso de concurso de acreedores, la posición de los preferentistas se encuentra justo delante de los accionistas en el caso que los hubiere. 4º Si la entidad quiebra, el dinero invertido en ellas se pierde ya que forma parte de su capital social.
Uno que por causa de la edad y de un Convenio…tuvo la suerte y la oportunidad de salir de najas meses antes de que se comercializara este producto en la entidad donde trabajaba, asiste hoy apesadumbrado a espectáculos lúgubres protagonizados entre clientes y empleados, en los que han existido y existen todavía, episodios que como vemos a diario, cristalizan en protestas y lo que es más grave en amenazas, llegando incluso en algún caso a agresiones físicas que han dado con alguno de los segundos en el hospital. Aquellos que ordenaron su venta desde las alturas…sin dar la cara…están a salvo de los ataques.
El producto. Si analizan el contenido de lo que son las Preferentes, verán que hay en ellas tres cuestiones que tienen más peligro que un mono con pistolas. La primera es la indeterminación del plazo, la segunda que los intereses se pagan siempre que la entidad emisora obtenga beneficios y la tercera que en caso de quiebra el dinero invertido se evapora.
Para contrarrestar su indeterminación en el plazo, a este producto se le otorga una altísima rentabilidad, hasta tres veces la que existe en el mercado para productos de ahorro a corto plazo. Así, de un lado se trasmite al cliente que las compra la satisfacción de tener invertido el dinero en un producto altamente rentable por mucho tiempo, sin estar por tanto sometido a los vaivenes del mercado y además con la garantía de una entidad de primera división y por otro, se aminora el riesgo de que cualquier otra entidad contraataque con un producto que consiga captar el dinero invertido.
La segunda y tercera cuestión son las relativas a los intereses y el capital. Aunque la letra pequeña, que en este producto es casi tan extensa como El Quijote, diga que los intereses se abonarán siempre que la, en este caso Caja obtenga beneficios, decir que la entidad de tus amores, modelo de eficacia y solvencia financiera durante siglos, vaya a dejar de obtenerlos es tan impensable como que siendo las doce del mediodía, el sol se vaya a ocultar dentro de media hora. Y no digamos ya que quiebre. Es algo que entonces sonaba a grosera redundancia.
Su compraventa. La orden sale de la Dirección General Comercial y en cascada va llegando a departamentos intermedios, Áreas, Zonas….hasta que aterriza en las oficinas que son las que tienen que venderlas. La consigna es tan grave como evidente: Señores, ponemos un producto en el mercado tan altamente atractivo que hay que venderlo a mansalva en “dos minutos”. Su fuerte…la alta rentabilidad y la solvencia de nuestra entidad.
Se contacta con clientes, con aquellos que son más fieles, con quienes confían más en la entidad, sin tener en cuenta el perfil…que lo importante es conseguir los objetivos y se les oferta las excelencias del producto. Para alguno que pone reticencias en el plazo, extrañado de que no exista uno concreto, la mayoría confía en el empleado que le atiende…y adquiere el producto en la confianza de quien se lo vende. El empleado que lo hace…le explicará de qué se trata, sin saber él mismo porqué vende este producto tan poco común, (no sabe que se vende porque la entidad no está tan saneada como a él le han hecho saber sus superiores)…y el cliente firma sin haberse leído en el noventa y nueve por ciento de los casos el extensísimo prospecto y los efectos secundarios que contiene.
Su complejidad: Las Participaciones Preferentes, no tienen en sí mismas demasiada complejidad. Lo que la confiere son los “efectos secundarios”, los condicionantes que la acompañan a la hora de venderlas, la letra pequeña. Lejos de ello, tal fue la fiebre por hacerse con estos títulos que había cola para adquirirlos en el mercado secundario una vez cubiertas las emisiones, a más del cien por cien de su valor. Comprabas caro, pero el interés tan elevado compensaba el desembolso inicial. Cuando la entidad dejó de pagar intereses…el mercado secundario dejó de funcionar ipso facto como es natural.
Lo que oculta. Cuando alguien adquiere un producto de estas características ignora porqué una entidad se lo vende. Normalmente lo hace como refería más arriba porque anda escasa de liquidez y tiene que hacerse con ella a base de ingresar recursos. Como no existe compromiso de devolución en un plazo determinado ese dinero puede estar formando parte del capital de manera perpetua. Lo que sucede es que la alta rentabilidad la convierte en un pasivo muy caro de pagar y por eso en cuanto la entidad vuelve a tener más solvencia las amortiza.
Lo que quizá se ocultó de forma más general a la hora de colocarlas, es que este dinero no estaba amparado por el F.G.D. garante de los depósitos de un cliente en una entidad hasta los cien mil euros.
El estallido de las Preferentes comenzó cuando la entidad dejó de obtener beneficios y en consecuencia dejó de abonar intereses. El cliente quedó alucinado porque no podía creer que una entidad como Caja Madrid por ejemplo, dejara de ganar dinero….que no solvencia patrimonial, que es otra cosa. Y menos que estuviera técnicamente quebrada con lo que ya no solo no cobraría intereses, sino que perdería el capital invertido.
Y para finalizar; lo que llama poderosamente la atención en todo este tinglado es el silencio del Banco Emisor. Si bien es verdad que las Participaciones Preferentes son productos registrados y por tanto legales…sí tendría que haber vigilado la inmensa cantidad de dinero puesta en circulación en el mercado minorista. Ahora la CNMV ha sancionado a nueve entidades por haber aplicado de manera incorrecta el MiFID, normativa que regula la idoneidad para vender a un determinado cliente estos productos financieros. Pero una vez más la policía llegó demasiado tarde al lugar del crimen. Da la sensación que en este y en otros casos, tanto el B.E. como la CNMV…miraron para otro lado viendo lo que se les venía encima., la quiebra de una buena parte del sistema financiero.
Fermín, de toda la vida ha habido bancos para usuarios normales y corrientes, y bancos de depósitos ¿Por qué se mezclaron?
A mí, de vez en cuando, me gusta echar un cuponcillo para que no me toque y de paso ayudar a una ONG pero, JAMÁS me verías en un casino porque sé lo que es y no me interesa. Supongo que, aunque cogida por los pelos, la comparación vale ¿No? Por lo tanto, si esa línea entre el cuponcillo y el casino desaparece mmmmmmm….
Cuando la gente normal entraba a un banco de depósitos por equivocación, enseguida le informaban de su error. Ahora, los ANSIAS de Bankia y compañía han jugado e engañar a los clientes, y si ves la tele, te darás cuenta del paisanaje. Han ido descaradamente a por gente sin formación, gente confiada, sin conocimientos sobre productos financieros etc etc.
Es un problema ético de NARICES. Los bancos han ESTAFADO con alevosía a sus clientes y ahora se hacen los suecos. Bien haríamos en sacar adelante una iniciativa que dejara caer del todo a esos bancos y que el dinero de los rescates fuese a los bolsillos de los estafados pero, claro, hay que mantener el sistema. SIEMPRE EL JODIDO SISTEMA.
Un poquito de anarquía, de la bien entendida, de la real, no nos vendría mal y que vayan desapareciendo algunas normas, sobre todo las que favorecen el engaño y el mantenimiento del SISTEMA que han creado los poderosos para seguir viviendo de los cromos, y no del capitalismo productivo.
La CNMV, como digo, ya se ha pronunciado. La justicia tendrá que hacerlo ahora. Dejemos que actúe.
El meollo creo, está en la aplicación del Mifid en las ventas a determinados clientes.
Un saludo blisterr.