Lo viejo, la propiedad virtual y el amor

Manuel Valero.-  Acostumbrado como está uno a ir de organización en organización, de partido en partido, de evento en evento, para que al final se quede siempre con la única evidencia irrefutable: todos consideran que es el otro el que está en el error necio mientras los propios pediluvian con excelso placer en las someras aguas de la verdad.

Manuel Valero
No he conocido una profesión más osmótica que ésta, expuesta a pareceres encontrados y cómplice de algunos pareceres perdidos, según venga el guión. Al final, cuando uno se queda solo después de haber cumplido con la obligación de dejar escrito para los demás lo que otros han dicho, vuelve a ovillarse en la eterna pregunta que no decrece en su intensidad interrogativa así que pasen cincuenta años. A mi me pasa. Y me pregunto: ¿dónde diablos está la verdad? E inmediatamente me apercibo de mi error en el planteamiento pues donde pajea el diablo no puede haber verdad, sino a medias, con lo que la pregunta debería ser ¿dónde Dios está la verdad?, que parece más coherente, pero queda un poco confesional.

De modo que musculada la pregunta con la gimnasia de la duda, la especulación y la decisión – siempre hay que ser decididos al final de la duda, no hay otro modo de disiparla- concreto con frialdad científica : ¿Dónde está la verdad? Los partidos políticos tratan de organizar la vida en común de manera tan atractiva que sean los preferidos por los electores, y en consecuencia les sea encargada la toma pacífica y transitoria del poder, (Andalucía es una excepción cósmica y tragicómica), para que administren la felicidad colectiva.

Pero ocurre que no todos son tan felices como se las prometían entre otras cosas porque la felicidad no es programable políticamente. La clase política provincial padece, unos días más que otros, de una preocupante flojera con ojeras, que se sustancia en las declaraciones con una rutina dialéctica que hace imposible creer que con esa verborrea se pueda cambiar el mundo. Debe ser que desde arriba toquen el silbato del alinearse.

¿Cómo puede ser que en su fuero interno Rosa Romero no piense que en alguna cosa la portavoz socialista Fátima Serrano ha de llevar razón como que Carmen Soánez a solateras con su propio rojerío, no convenga que Rosa Romero por más del PP que sea, lleva más razón que una santa en alguna decisión que haya tomado desde que es alcaldesa? Todo lo que provenga del exterior es error puro.

No hay dirigentes originales pues la originalidad no cotiza demasiado en las reboticas de los partidos. Y sin embargo, estoy convencido de que, intereses privados aparte (los intereses de partido son intereses privados) todos éstos y sus dirigentes quieren que los ciudadanos vivamos más y mejor y si es posible sin pagar demasiado, lo que pasa es que cada uno quiere desarrollar su propio modelo tan antagónicamente que uno se pregunta cómo puede ser feliz con una propuesta y su contraria. Entonces es cuando entra en juego, nuestro iberismo perpetuo y el rumor de fondo del 15-M que ha espoleado a las estructuras tradicionales obligándolas a mover los músculos.

Algunos crujidos de tanta esclerótica orgánica se han oído hasta en la banquisa austral. Es verdad que el 15-M ha sido como un nuevo despertar de otra siesta -en España ha habido muchas siestas y muchos despertares preludios de otras siestas… democráticas- que el susto de colapso, la voz común de la calle clamando por una justicia elemental, el anquilosamiento de las Leyes, comenzando por la Constitución, la dependencia lógica de una UE que deseamos convertir en un macroestado, la globalización, la red, han tocado a rebato y el Gobierno de turno se ha puesto a regenerar desde el sistema. Y aquí es donde está la madre del cordero y la pregunta padre de todas las preguntas hijas: El Sistema.

Después de que cayera el otro -he vuelto a ver la deliciosa Good by Lenin- que ha sido sustituido por la nebulosa guerra sin rostro entre moros y cristianos, uno es incapaz de dar con el botón maestro que abra la puerta a uno nuevo, a no ser que se mejore y bastante… éste, pero no en las antípodas de éste, desde las tripas de éste.. Porque entre las voces discordantes que abundan incluso en la red bajo el amparo del anonimato abundan las opiniones y propuestas inoculadas de un crónico infantilismo, o de un utopismo adolescente que se va diluyendo a medida que desaparecen los granos.

También hay otras alternativas aún hoy más nebulosas, (quizá mañana de claridad cegadora), de un ejercicio permanente del power to the people aprovechando las TIC a la hora del té. Todo esto está ocurriendo ya, ahora, sin que lo apercibamos porque buceamos en el magma de los acontecimientos. El sistema se está quitando la vieja piel para volver más revitalizado y mineralizado, y tal vez más humano.

Lo más pavoroso de todo y cuya pregunta me asalta con la misma intensidad que el rastro de la verdad es ¿qué ocurriría al día siguiente del triunfo de una futura revolución indefinible, avivada desde la virtualidad aunque germinada en sangre sobre el asfalto? ¿Sería una nueva democracia para un hombre nuevo o surgiría una neopseudotecnodemocracia con un tipo mandón y la antipática expresión del anonymus esculpida en el rostro? Lo único cierto son las personas que amamos.

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3 COMENTARIOS

  1. Manuel…Demasiados altavoces…para un sólo micrófono.
    Demasiados estómagos para un sólo cocido. Demasiado profesional de la cosa. Demasiado tiralevitas en todo esto. Un saludo.

  2. Tienes razón, Manuel. Yo que he asistido a muchos plenos por diferentes motivos (…y los que me quedan) compruebo que – en términos generales – el «oficio» del PP es criticar tanto al PSOE y mucho más a IU; digan lo que digan y propongan lo que propongan «está mal». ¡Como va a estar bein algo que venga de la oposición! Creo que la humildad no existe en el PP; pero, no quiero pecar de parcial porque en el Ayuntamiento de Puertollano, gobernado por el PSOE, es al revés: ¿Como va a ser bueno algo que venga del PP?

    Pues así nos va, solo es bueno lo que «yo digo» y punto.

    Lo que me parece una hipocresía es lo siguiente. Estoy seguro que a algún concejal del PP, o a más de uno a veces, algunas propuestas del PSOE o de IU les parecen buenas «en privado» pero…¡como las van a manifestar en público!¡La disciplina de partido, por favor!. Eso me parece hipocresía.

    Yo objetivamente he oido propuestas tanto del PSOE como de IU que de demagógicas (por no estar en el poder) no tenían nada y me dolía como ciudadrrealeño tener que oir a la «apisonadora» conservadora decir: ¡No! y rechazar por sistema.

    Así que en este último pleno cuando una propuesta de mejorar la ciudad salió votada afirmativamente aunque con matices por los tres grupos me sorprendí gratamente. ¡Porfin coinciden en algo que en principio puede que sea bueno para la ciudad…!
    Luego el tiempo dirá si era una propuesta equivocada o no…

    Tan solo he visto un error, Manuel, en tu escrito, error de edición imagino debido a las prisas: Good by Lenin- te falta la E en «bye».

    Un saludo, compañero.

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