Editorial de Miciudadreal.es.- Castilla-La Mancha ha estado gobernada democráticamente desde el nacimiento de la región, pero si se es riguroso y analizamos el detalle, esa cualidad democrática no gozaba, ni goza, en absoluto de una buena calidad. Las reglas del juego que son las leyes electorales, lejos de ir amoldándose a la realidad de una representatividad más proporcionada a medida que la sociedad de la flamante región maduraba, llegaron a rozar la infamia. Con la última reforma de 2007 ideada por los socialistas, se llegó hasta un punto de distorsión de la realidad democrática inconcebible en una sociedad madura: el incremento de dos diputados, uno en Toledo, y otro en Guadalajara, (se pasó de 47 a 49 dentro del total estatutario fijado en 59)-, emparejó todas las provincias, excepto la de Ciudad Real, la provincia del ex presidente, entonces candidato. La reforma socialista a la carta personal de José María Barreda, con la coartada de deshacer el desequilibrio real entre las provincias aumentadas respecto de Ciudad Real y de Cuenca, posibilitaba incluso que pudiera gobernar el partido menos votado. Un pucherazo. Democrático, pero pucherazo. O una trampa de legislador que para el caso es lo mismo.
El cambio político más importante de la Ley Electoral de Castilla-La Mancha se produjo en 1998, derivada de la anterior reforma del Estatuto en 1997. Entonces se fijaba por primera vez un máximo de 59 diputados autonómicos y se asignaba a cada diputado una cantidad fija mensual, más las devengadas por asistencia, dietas y otros conceptos. El bipartidismo de hierro regional, una ley electoral ad hoc y una cultura democrática inane pusieron al PSOE las victorias en bandeja, pese a que, en el mapa global autonómico, las Cortes de Castilla-La Mancha eran una de las que menos diputados tenía. Se daba así paradójicamente una imagen de austeridad parlamentaria en medio de la fiesta, cuando el fin era bien distinto: a más diputados, más facilidad para los partidos menores de entrar en la cámara, como ha exigido reiteradamente IU. Hoy, llegar hasta los 59 parlamentarios que permite el Estatuto no parece lo más acertado en esta situación de crisis, aunque no cobren sus señorías de la Autonomía.
Cuando el PP llegó al poder merced a los abultados resultados en la provincia de Guadalajara ganando las elecciones tras superar la trampa del 2007, llegó a Fuensalida antecedido por el mensaje de una austeridad de caballo que frenase la sangría del dispendio público. Pero lo primero que hizo al respecto fue aumentar en tres el número de diputados. Cierto que hacía nones tres provincias -las más afines-, pero más diputados en una región depauperada, con un paro de dimensiones desconocidas, atrampada hasta el infarto, y con una clase política antipática a los ojos de buena parte de la población, no parecía ni lo más certero, ni lo más prudente ni lo más coherente.
El segundo envite se ha producido estos días con la propuesta popular de rebajar el número de diputados hasta un mínimo de 25 y un máximo de 35 de los 59 que están fijados actualmente. A priori puede parecer una medida de austeridad para demostrar con el ejemplo que también con menos se puede trabajar igual o más, y con menos sueldo. Aparentemente es una jugada inteligente y de imagen, pues deja a la oposición en el incómodo papel de reclamar privilegios cuando rechaza tales medidas o propone seguir cobrando.
Pero, y aquí estaría la trampa, el PP puede caer en la misma tentación de pucherazo encubierto de sus antecesores, si sólo se limita a una drástica reducción de diputados, ya de por sí un riesgo para la calidad democrática. Si la ley electoral se queda únicamente en la capa del maquillaje del ahorro en Cortes y no aborda en profundidad una reforma que acerque al ciudadano al Parlamento regional de una manera más proporcional y democrática se habrá quedado en el escaparate. Nada más.
La futura ley electoral de Castilla-La Mancha debería abordar y de una manera negociada con las principales organizaciones políticas, las que tienen representación autonómica (PSOE) como las que no (IU y UpyD), por ejemplo, la retirada o reducción del porcentaje mínimo (5%) para entrar en el Parlamento regional, mantener o no las cinco circunscripciones, fijar un número de diputados consensuado, eliminar los números pares en las circunscripciones, o si se deja un determinado número de diputados para elegir en proporcionalidad pura (circunscripción única)… entre otros aspectos.
Entre el ideal de la mencionada representatividad pura contando incluso con los votos en blanco, en una sola circunscripción y sin porcentaje mínimo… y una ley menos deficitaria y más acorde con lo que a su vez está pidiendo la ciudadanía -y esto lo sabe el PP- tiene que haber un punto de encuentro que devuelva el decoro a la norma electoral castellano-manchega. Una Ley Electoral de los ciudadanos más que de los aparatos de los partidos políticos, que refleje con mayor fidelidad las decisiones electorales de la sociedad es una de esas citas que está llamando a las puertas de la Historia.
Puede que una norma más laxa debilite las sólidas mayorías y por tanto la gobernabilidad, dando paso a cámaras atomizadas y al guirigay político más proclive a levantar la voz que al consenso, muy de nuestra cultura política, pero es la democracia. Al final, todo suele sedimentar con más facilidad de la prevista: basta con ejercer con honestidad y coherencia la responsabilidad del poder, que se palpe que lo que prima es el interés general y lo demás será…lo que los electores quieran.
Desgraciadamente nunca será lo que los electores quieran, porque el pueblo nada decide, ni con el voto ni sin él.
Ojo al dato: Castilla-la Mancha es la única comunidad autónoma que solo tiene dos partidos en el parlamento regional. Siempre ha sido así, en todas las legislaturas.Bono y Barreda, y ahora Cospedal no van a modificar una ley electoral que les beneficia. Son unos auténticos capullos. En ese parlamento cacique solo entran Psoe y PP. Subdesarrollo y falta de democracia. Dictadura de dos partidos.
Creo que en la legislatura 1995-1999, IU consiguió un diputado. Para conseguir ese diputado IU tuvo miles de votos, lo que demuestra que la ley electoral es injustísima. Los partidos PPSOE con muy pocos votos obtienen diputado. A los otros partidos les cuesta muchísimos más. Una manera de solucionar esto es que la circunscripción electoral no sea la provincia, sino la región en las elecciones autonómicas y que en las generales , la circunscripción electoral sea la nación. Aún así habría injusticia por culpa de las correcciones de D,HONDT, pero sería menos sangrante.
Lo que a mí me gustaría:
(1) Una sola circunscripción: toda la región.
(2) Sin porcentaje mínimo para entrar.
(3) Número de votos dividido entre número de escaños, y a cada cual lo que le toque partiendo de esta base. Es decir, que un diputado «valga» los mismos votos sea del partido que sea y que mi voto al partido A valga lo mismo que el de alguien de Cuenca que vota a ese mismo partido… o al partido B.
Por lo demás, creo que con 35 escaños, hay más que suficiente.
¿Es necesaria ésta reforma electoral?
Un día mas, el editorial de miciudadreal.es anima a un debate interesante. No parece lógico, que para arreglar un problema de déficit y deuda pública, haya que recurrir a reformas que nada tienen que ver con estos conceptos, es como tratar de curar un resfriado cambiando las ventanas de tu casa.
Dentro de una deuda que supera los 10.000 millones de euros, y creciendo a pesar de los maquillajes de Cospedal, ahorrar apenas un millón de euros, que es el importe total de salarios de todos los diputados, no parece una medida de gran ahorro, pero si denota un marcado carácter antidemocrático del PP y Cospedal.
El PP NO HA ENTENDIDO Y NO QUIERE ENTENDER el motivo del rechazo ciudadano a la «casta política», y éste rechazo viene de la falta de representatividad, no sólo porque una amplia mayoría social no se siente representada por el bipartidismo, sino porque además las decisiones políticas que se toman, no concuerdan con los verdaderos intereses ciudadanos, sino con otros intereses de grandes corporaciones financieras e industriales.
Ésa es la quiebra de representatividad que realmente preocupa a la ciudadanía, que además se agrava con la proliferación de enchufados a dedo en administraciones y empresas públicas sin ninguna justificación, o el enchufismo y ventajismo a través de las privatizaciones.
Hace un año, Cospedal reformó la Ley Electoral al grito de «mas diputados es más democracia», ahora que los reduce a la mitad debemos concluir que lo hace por un interés distinto a la calidad democrática.
En realidad, Cospedal ha iniciado un juego peligroso, pues ésta deslegitimación de los representantes democráticos impulsada desde los Gobiernos, en realidad supone un paso más en el entierro definitivo de la división de poderes en una democracia que se precie de serlo, pues al final el Poder Ejecutivo quiere acaparar todo, también el Legislativo (parlamentos) y Judicial (con la nueva reforma que impulsa Gallardón).
La propuesta de Cospedal, reducir el número de diputados a la horquilla 25 a 35, supone que habrá capitales de provincia con mas concejales que diputados tendrá las cortes regionales, generando un mayor déficit de proporcionalidad y representatividad democrática, blindando los privilegios del bipartidismo. Hemos vuelto a la España de la restauración, al Cánovas y Sagasta.
IU venimos reclamando la reforma de la Ley Electoral desde 1.999, incluso tenemos dictámenes del Consejo de Estado que advierten del peligro de degradación democrática si no se busca una mayor proporcionalidad entre votos y escaños, de hecho, IU ha tenido votos suficientes para estar en las cortes. En 2011, IU sacó 46.000 votos, y cada diputado regional del PSOE o PP les costó 21.000 votos.
Una Ley Electoral justa y democrática, debe servir para beneficiar a la sociedad y no únicamente a resarcir a ciertos partidos, y ése es el mensaje que tratamos de lanzar desde hace años, porque con un mejor Parlamento, es más facil evitar la corrupción y hacer un mejor gobierno. No sólo hay que ver el número de diputados, sino régimen de incompatibilidades, transparencia para evitar enriquecimientos ilícitos, conflictos de intereses, facilitar la Iniciativa Legislativa Popular y el control ciudadano sobre el Gobierno, verdaderas medidas de transparencia, capacidad legal para revocar a aquellos diputados que no cumplan con su deber con sus electores, etc…
Acortar el debate al número y sueldo, forma parte de la simplificación populista del debate, y ése riesgo existe y nos va colocando a las puertas de un nuevo neo-fascismo. De hecho, la retirada de salarios de Cospedal, ha supuesto en muchos casos un mayor coste de dinero público, valgan los ejemplos de la Portavoz del PP de Puertollano y del alcalde del PP de Seseña (Toledo), ahora cobran un sueldo de su Ayuntamiento y las dietas por asistencia.
Cospedal se levantó un día y dijo mirando a su Grupo Parlamentario; para lo que haceís, sobraís la mitad, y estos aplaudieron a rabiar. Que buenos siervos, si hubiera buen amo.
Miguel Ramírez Muñoz
Coordinador Provincial de IU Ciudad Real
Razón tienes en todo lo que dices.
Para mí la solución tiene que pasar por una reforma electoral que permita la elección individual del candidato. Circunscripciones unipersonales (25, 35, las que sean) que exijan a los partidos proponer a los mejores y a los ciudadanos, en última instancia, decidir quienes ocuparán los escaños.
Las circunscripciones son territoriales, lo del candidato tiene que ver con las listas abiertas, que al final nadie conoce a nadie, lo de las listas abiertas tiene mucho mito.
No entiendo lo que quieres decir.