Texto y fotos: Fermín Gassol Peco.- El campo presenta en estas fechas una belleza brutal. Para los amantes de la naturaleza, la estampa que ofrece cualquier rincón de nuestra provincia se convierte en agradable regalo a contemplar. El agua caída tiene la bendita culpa de que la vida florezca a borbotones en cualquier recodo de un camino. Sinfonía coral de aromas, sonidos y colores.
Pero si hablamos de esa eclosión de la naturaleza en Las Tablas de Daimiel, el espectáculo cobra una dimensión paradisiaca. Me lo decía un amigo que trabaja como camarero en un bar que hay por allí cerca. ¡¡Ahora sí!! Ya lo creo que ahora sí, le contesté. Fueron las exclamaciones con las que resumimos la plenitud de algo que por fin se logra. Las Tablas a pleno pulmón, como hacía muchísimo tiempo que no estaban, y además, esa es la alegría y esperanza, inundadas con las aguas dulces y salobres del Guadiana y del Cigüela.
Ahora mismo Las Tablas de Daimiel, corran a verlas, ¡pero ya!, es una maravillosa mezcla de luz, agua, sonido y paz…mucha paz. Hasta las algodonadas nubes que las sobrevuelan, parece que quisieran sumarse a este espectáculo bañando su figura en la superficie cristalina de las lagunas. La nitidez con la que se deja ver la vegetación que habita sus fondos así lo indica.
El silencio en ese espacio inmenso sirve de caja de resonancia al “sonido cuadráfonico” que desde los cuatro puntos cardinales nos hacen llegar los fuertes trinos y graznidos de ánsares, fochas, patos, ruiseñores, zorzales, jilgueros, carriceros; sinfonías de viento y vida. Marjales, masiegas y juncos… amapolas, margaritas y gramíneas; acuarelas inmensas bañadas por la clara luz del firmamento. Todo bajo los majestuosos vuelos de las águilas laguneras, garzas o grullas imperiales y entre bosques de tarayes vigilantes que discretamente observan a sus sorprendidos y agradecidos visitantes.
Dicen que debajo de las Tablas está la tierra. Dicen que debajo de ese manto de vegetación, agua y vida…se encuentra nuestra enjuta tierra manchega. Quién diría que en esta inmensa llanura de polvo y paso, la vida se detiene para demostrar lo que la naturaleza es capaz de parir…cuando el agua lo permite.
Seguro estoy que después de contemplar a esta viva sinfonía con que nos deleita la naturaleza, los corazones y las hormonas de aquellos que la han “bebido”, empezarán a latir de otra manera. En mi caso, les confieso que así ha sido.
Hoy y mañana se celebra el Concurso fotográfico anual en este paraíso. Con la luz, la viveza de los colores y los «maquinones» que hoy existen para realizar fotografías…la belleza que van a captar….va a ser impresionante…
Como me siento «daimieleño» por parte materna aquí mi pequeño homenage a este pequño gran paraiso natural llamado LAS TABLAS DE DAIMIEL.
He estado varias veces y como últimamente lo he visto tan seco hasta la llegada de las ansiadas lluvía y una mejor utilización de las aguas subterráneas pues cuando veo estas manníficas fotos – dignas del «National Geographic» poco menos que me emociono y estoy deseando poder por esos parajes únicos para poder disfrutarlos y rescatarlos para el tiempo con mi cámara.
Fermín, buen trabajo, buenas fotos y bien… todo.
Lo ideal es ir bordeando el cauce del Guadiana río arriba desde la cola del embalse del Vicario…hasta llegar a las Tablas, cruzando las carreteras de Carrión-Fernáncaballero, Torralba- Malagón…hasta llegar a Puente Navarro. La ruta se puede hacer con bicicletas apropiadas, «así que no te digo ná» Luis Mario. Hay parajes preciosos.
¿Puedes aportar mas informacion?, ha sido Genial encontrar mas informacion sobre este tema.
Saludos