Paco Acero.- Aplicando el dicho, en una versión positiva, san Juan de Ávila sí está siendo todo un profeta en su tierra. Lo está siendo en este año jubilar que, con motivo de su proclamación como doctor de la Iglesia, alberga Almodóvar del Campo. La población vivía la semana pasada, además, en este contexto, su fiesta grande, que se celebraba con mayor sentimiento y participación, algo que no deja indiferente a la Hermandad de los Santos.
Más bien al contrario. “Estamos gozosos de todo lo que aquí estamos compartiendo, por un hecho sin parangón en la historia de nuestro pueblo y por merecimiento propio de un paisano que tanto bien hizo a lo largo de su ejemplarizante vida para con las personas desde el camino hacia la fe”, apunta Paqui Hipólito. La presidenta del colectivo que ha organizado un año más la fiesta de este también patrón local, quiere en este sentido agradecer el interés de tantas personas como están haciendo posible la gran organización que viene rodeando esta celebración, ya sea desde la Parroquia y sus voluntarios, desde el Ayuntamiento y sus trabajadores o a toda la ciudadanía que, de una u otra manera, también está poniendo de su parte para que todo salga a pedir de boca. Ni que decir tiene que los propios hermanos también ponen mucho de su parte.
Este año, los actos en torno al 10 de mayo se han visto enriquecidos con actividades culturales. Y es que a la novena, que en sus primeros días quedaba articulada con escritos seleccionados por el sacerdote Tomás Lozano, gracias a lo cual se volvía a poner de manifiesto la profundidad de las enseñanzas relacionadas con Jesucristo emanadas del misticismo del santo doctor, se vinieron a sumar dos destacadas citas. “El sábado 3 de mayo pudimos disfrutar de un exquisito concierto de música sacra con la coral Music Alma de Linares y, al día siguiente, tuvimos al padre Francisco Javier Díaz Lorite, también de esa entrañable ciudad jienense, que tiene una tesis sobre san Juan de Ávila y que ofreció una intervención en la que bordó la vida de nuestro paisano”, explica Hipólito en referencia a las Jornadas Avilistas que se celebraban en el Teatro Municipal.
Al día siguiente, la Hermandad de San Juan de Ávila y San Juan Bautista de la Concepción desarrollaba su particular jubileo conforme al itinerario oficial programado en este año jubilar y como cualquier peregrino de los 5.000 llegados a la localidad hasta la fecha por este motivo, 183 vecinos hicieron lo propio. Una cifra muy considerable pues “ya no podíamos dar cabida a más porque se desbordaron nuestras previsiones más optimistas”, apunta la responsable de esta entidad. Fue tal la cantidad de participantes que uno de los requisitos para ganarse la indulgencia plenaria, el de la confesión, hubo de distribuirse a lo largo de tres tardes porque el día en que se peregrinó no hubo tiempo para todos y, ni tan siquiera, al día siguiente.
Por lo demás, la jornada “fue estupenda, con una mañana muy espiritual y de recogimiento que nos permitió a todos conocer a nuestro santo doctor más de lleno y sentirlo mucho más cercano”, explica Paqui Hipólito, que valora también el papel de las guías que les acompañaron durante todo el recorrido. El itinerario daba inicio en el Carmen para, posteriormente, visitar los lugares establecidos, con la particularidad de que hubo que formar tres grupos para cubrir la agenda conforme al cronograma previsto. La renovación de la promesa del bautismo en la eucaristía se dejó para la misa vespertina de ese día, en pleno ciclo novenario.
Así se llegaría al martes 7 de mayo, fecha en que se daba paso a los días de triduo. En el templo parroquial ‘Nuestra Señora de la Asunción’, donde el maestro Ávila cantó su primera misa, continuaban las misas de novena en las que nuevamente la Hermandad quiso dar cabida especial a centros docentes y demás colectivos de la localidad. Durante las tres tardes restantes se pudieron escuchar sucesivamente las interesantes predicaciones del vicario general Tomás Villar, del padre espiritual del Seminario de Ciudad Real, Manuel Angora y de Lorenzo Trujillo, delegado diocesano de Formación.
Fue la antesala al solemne, fervoroso y multitudinario día del santo. Fue, como dice Hipólito, “un día muy intenso”, que además daba inicio bien pronto con la visita peregrina de 120 sacerdotes de toda la Diócesis de Ciudad Real, en la jornada en la que también se festejaba a su patrón, que también lo es del resto de clero secular español y del Seminario ciudadrealeño. Cabe reseñar el reencuentro con el pueblo en el que oficiaron alguna vez sacerdotes queridos como Leandro, Raúl, José Ángel, Ángel u Óscar; veteranos y jóvenes que volvieron a Almodóvar del Campo con este motivo. Y a la cabeza de todo el grupo esta vez el propio obispo, Antonio Algora, quien se decantó por compartir esta efeméride festiva en la tierra que vio nacer al santo doctor.
“Nuestro obispo está viviendo este año jubilar con mucho cariño y de una manera muy cercana a todo el pueblo y eso es algo que nos reconforta”, dice la responsable cofrade.
Pues a pesar de lo agotador de lo que aconteció durante la mañana, incluida la peregrinación a los lugares jubilares y la misa concelebrada a cuyo término pudieron adorar las reliquias del santo, Algora volvería a oficiar la misa vespertina junto al párroco Juan Carlos Torres. Ellos, además del padre Lucio del Burgo y el sacerdote Leopoldo Lozano, que ese día conmemoró sus bodas de oro al igual que otros compañeros de ministerio y otros más las de plata, presidieron la parte religiosa de la procesión que saldría a continuación. El alcalde, José Lozano, hacía lo propio con la parte civil y cerrando la comitiva la directiva de la Hermandad de los Santos.
Fue una procesión “muy bonita, en la que quedó patente el entusiasmo de la gente, con una actitud distinta porque participaron vecinos que no solían hacerlo”, en palabras de Hipólito. A lo largo del recorrido “las calles se vieron desbordadas de gozo y satisfacción”, recordaba satisfecha, agradeciendo la dedicación y esfuerzo a las personas que se sumaron a hacer memorable la fecha, engalanando calles como la Rodero o la propia del santo doctor, desde donde algunos balcones lo agasajaron lanzándole pétalos. Allí, ante la fachada de la casa que le vio nacer, los feligreses entonaron entusiastamente su himno.
El último momento para recordar se vivió a la entrada de la imagen en la parroquia. Allí el grupo de mayos de la Asociación ‘Balálilta’, le echó el tradicional mayo cuando el reloj marcaba las diez de la noche. Fue un canto seguido por los cientos de personas que se congregaron en la Plaza Mayor. Como gesto de agradecimiento, responsables de la Hermandad entregaron a Manuel Hipólito, presidente del grupo, una medalla conmemorativa del doctorado.
Carta a Benedicto XVI
Unos días, por tanto, de un júbilo tal que ha movido a la Hermandad a dirigirse por vía epistolar al Papa emérito Benedicto XVI. En ella se le agradece explícitamente la proclamación del doctorado y la concesión del año jubilar y se da cuenta de la trascendencia que está teniendo para la población y para la fe cristiana, al tiempo que se ilustra esa importancia haciendo referencia a la visita que, en fechas previas, realizaba el propio presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Antonio María Rouco Varela.
Una misiva “en la que se le deseamos lo mejor en su nueva etapa, en la que además del Señor estarán inspirándole con su sabiduría nuestros santos paisanos Juan de Ávila y Juan Bautista de la Concepción”, concluye Paqui Hipólito.