Recientemente alguien me espetó la retahíla recriminatoria habitual -referencias a la avaricia y a asumir las consecuencias del riesgo- que suele achacarse a las víctimas de las preferentes. Ya saben, cada uno de esos valores perpetuos que la CNMV califica como un instrumento complejo y de riesgo elevado que puede generar rentabilidad, pero también pérdidas en el capital invertido. No tuve más que mostrarle las siguientes fotografías que yo mismo tomé en la manifestación de la Plataforma de afectados por las preferentes de Bankia de Puertollano por las calles de Ciudad Real. Ahí tienes -le dije- a los especuladores salvajes y a los intrépidos brokers de la ciudad minera. Salta a la vista que son expertos en deuda subordinada, en gestión de carteras y en fondos de inversión. Comprendió que esos rostros tiznados de rabia y desesperación -no es para menos después de haber perdido gran parte de los ahorros de toda una vida- no ocultan más malicia que la de haber hecho alguna vez trampas jugando al truque o la de haberse excedido con los torreznos al cocinar unas gachas. Son personas sencillas, víctimas de la artes de la caza de los pies negros.
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