nota municipal.- Con vivas a la Virgen de Peñarroya, a su hijo, al chatillo y a los que la han traído ha hecho su entrada la patrona de los argamasilleros a la localidad, acompañada del calor de cientos de vecinos y sus efusivos aplausos, en un día donde el tiempo no ha acompañado la celebración de la romería, que ha tenido lugar este domingo en el paraje del Castillo de Peñarroya, donde tiene su santuario.
La tradición impone que el último domingo de abril, tras tres meses de estancia en su santuario, la imagen sea trasladada por sus fieles devotos los 12 kilómetros que separan éste de la iglesia de San Juan Bautista de Argamasilla de Alba.
Las adversas condiciones climatológicas de este año, han obligado que dicho trayecto lo haya tenido que realizar protegida por un plástico para protegerla de la leve pero incesante lluvia durante todo el recorrido, que se ha intensificado a su llegada a la localidad, donde la esperaban, paragua en mano, además de gran multitud de vecinos, el alcalde, Pedro Ángel Jiménez, y el párroco local, Ángel Almansa.
Entre los momentos más intensos del traslado, mucho más rápido que en años anteriores, destacan el paso de los vehículos que han participado en la romería ante la imagen, en una de las entradas a la iglesia; y la entrada de la Virgen por la puerta principal al son del himno nacional.
Dos antagónicos momentos, mientras el primero marca el fin a las celebraciones más festivas, acompañadas por las pitadas de vehículos, el segundo es un momento de recogimiento, mucho más emotivo, de lágrimas perdidas, con el que se marca el inicio de la vuelta a casa de la patrona de los argamasilleros.