La caída del Real Madrid en el partido de ida de las semifinales de la ‘Champions League’, en el Westfalenstadion, de Dortmund, acarrea más incertidumbres sobre la marca España. Incertidumbres, no sólo deportivas sino extradeportiva. Incertidumbres en unos tiempos atribulados y en unos días en que se hace público el nuevo récord de desempleo superando ya los 6.000.000 de parados. Caída, que se verifica en un escenario, en que en su propio nombre Westfalen, se habla de ese precipicio o de esa caída del oeste, con la súbita puesta del sol en el crepúsculo.
A escasas veinticuatro horas de la debacle similar del Fútbol Club Barcelona en el estadio Allianz Arena de Munich, ahora al Este para recorrer en esas horas toda la geografía de los hundimientos; lo que días atrás parecía un pulso, en toda regla, a la estricta disciplina monetaria de Fraulein Merkel, va camino de convertirse en una demostración de que las políticas económicas emprendidas y sostenidas por Herr Rajoy, se estrellan y chocan ante la solidez defensiva y ofensiva germana y sus medidas de austeridad y antes sus nulos resultados.
La creencia sostenida y difundida, de que España y sus galardones futbolísticos de los años pasados, aún reinaban en el Imperio Fútbol, se viene estrepitosamente abajo, ante el empuje y acometividad del futbol alemán que renace de sus cenizas deportivas y económicas y vuelve por sus viejos fueros. Una economía dañada y en caída libre desde hace 5 años, que en tiempos del ex–presidente Zapatero se la vio jugar –o al menos, eso dijo ufano y bizarro el huésped de la Moncloa – en esa ‘Champions League’. Aunque esa efectividad de la economía galáctica se haya visto más y mejor, como un puro programa propagandístico con ecos electorales.
De igual forma que el futbol de los dos clubes más poderosos del atribulado Reino de España, F.C. Barcelona y Real Madrid, visto desde las derrotas consecutivas, se nos antoje más un fin de ciclo que una eliminación muy sentida en una competición deportiva. Fin de ciclo del ‘Dream team’ culé y cambio de ciclo del ‘mourinhismo’ en la Casa Blanca, son algunos de los titulares entrevistos ante el Waterloo de la armada futbolística española de clubes. Quizás todo ello, deba hacer reconsiderar a los responsables deportivos tanto como a los responsables de la marcha de la economía patria, de la necesaria introducción de cambios. Para poder afrontar la vuelta de las eliminatorias con algún decoro. Y para poder parar la caída de las cotas de desempleo.
Hay acontecimientos que son símbolos de capitulación. Y si extrapolamos las goleadas germánicas a los tótems del fútbol ibérico se confirman los peores presagios: no pintamos nada en Europa ni en lo político, ni en lo económico y ahora ni siquiera en el balompié. Ni los tercios de Flandes se acercan a esta caída estrepitosa de la nación hispana saqueada, colonizada por bárbaros teutones y amaestrada para la Troika. Pena de pueblo pardiez!
Bien, pero que conste que caer sería fallen. Falen no es nada en alemán. Westfalen es Westfalia (la del tratado de paz de los treinta años).
Nunca hemos pintado nada en Europa desde Carlos V. El Madrid ganará el martes contra todo pronóstico.
José , deje de recordarnos los muchos idiomas que conoce. La cultura y el cosmopolitismo han de salir suavemente por los poros, no creo que haya que alardear tan burdamente de ella en cada artículo.
Lo peor es que por ósmosis esa decadencia afecte de alguna manera a la SElección Española de Futbol, alias La Roja, y los traspiés madrilero y culé sean un adelantado trasunto del fin de ciclo del fútbol patrio, con lo cual que las palabras ya son mayores.