Las monjas terreras

Estanislao Z. Navas.- En 1863 llega a la ciudad el ferrocarril y se secan gracias a él las lagunas de las Terreras o Terreros, que -se decía- eran un foco de infecciones y muertes, sobre todo infantiles en el cercano barrio del Perchel. Este es el lugar donde situamos el edificio religioso del que hablamos hoy: el convento de la Inmaculada Concepción, conocido comúnmente como “las Terreras”.

Originariamente denominado como de las Franciscas de la Concepción y también monjas de Jesús, es indistintamente nombrado este convento de la Orden de San Francisco y provincia de Castilla, tal y como señala don Inocente Hervás y Buendía.

Ocupado por las Beatas de la Orden Tercera de San Francisco, don Luis de Mármol, escribano de la Chancillería de Granada, les daría su hacienda para ampliar el reducido local que ocupaban las mismas, profesando la clausura según lo dispuesto por el Concilio de Trento y Constituciones Pontificias. Don Juan Beltrán de Guevara, siendo obispo de Vich había fundado en el siglo XVI el beaterio de la Purísima Concepción, siendo su lugar de residencia la calle del “Hospital de la Mejora” (actual calle de Ramón y Cajal). Agradecidas a su protector y siendo conocedoras de la devoción del mismo hacia la Virgen de la Concepción, estas habrían de determinar un cambio de hábito, tomándose entonces el de la Purísima Concepción un 24 de junio de 1527, siendo este convento el quinto de la Orden Concepcionista de Castilla. En 1565 se añadieron las casas colindantes para darle una mayor amplitud y comodidad, dando lugar al espacio actual. Aunque el número de religiosas señaladas por el fundador fuera de unas cuarenta, ya en el año 1869 no habría más de once.

   En 1996 aparecerá un decreto en el que la espiritualidad franciscana del convento será cambiada por el espíritu mariano de la Madre Fundadora Santa Beatriz de Silva, convirtiéndose desde ese momento en el convento de las concepcionistas.

En esta iglesia, desde la exclaustración de los frailes, el ayuntamiento capitalino cumple el voto de celebrar la fiesta de la Purísima Concepción. Sin embargo, el voto instituido en la ciudad en 1631, celebrado en el Convento de San Francisco hasta que fue suprimido en virtud de la ley desamortizadora de 25 de octubre de 1820, tendría su celebración desde 1833 en el Monasterio de las Concepcionistas hasta 2008, ya que por la falta de vocaciones las monjas se trasladarían a la localidad sevillana de Osuna en el verano del año 2009 y el voto pasaría a celebrarse en la Parroquia de Santa María del Prado (La Merced). Se cerraba así una historia de 189 años, mientras que en Osuna el único acto que unía al Ayuntamiento con el resto de católicos ursaonenses era la tradicional ofrenda floral a la Inmaculada en la que los miembros del Consejo Local de Hermandades y Cofradías de Osuna junto a los representantes políticos municipales se reunían frente al retablo existente de la Inmaculada en el Ayuntamiento y tras unos rezos se realizaba la ofrenda floral.

Cabe decir también que, como patrona del Ayuntamiento de Ciudad Real, el Consistorio capitalino conserva una imagen de la Inmaculada Concepción en la entrada del antiguo Ayuntamiento, más comúnmente conocido como “la Casa del Arco”.

En cuanto al convento en sí, cabe señalar que el Convento de la Inmaculada Concepción fue edificado en el siglo XVI. De este conjunto arquitectónico destaca la iglesia, en buen estado de conservación debido a su restauración reciente por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Su interior es de planta basilical. Actualmente conserva claustro y celdas del siglo XVI, y la iglesia se reformaría en estilo neoclásico. De la misma se destaca la Sala Capitular por sus dimensiones y artesonados. Aquí se guarda una talla de una Virgen del siglo XIII, conocida como “La Porterita”.

En la iglesia del convento se observa una compartimentación clara del espacio, reflejada en su planta basilical, esto es, consta de una sola nave dividida entre la cabecera donde se ubica la capilla mayor y el cuerpo de la iglesia. Se hallan separados estos mediante un gran arco de medio punto sustentado por dos gruesas pilastas con columnas adosadas que reposan sobre un enorme plinto. Su capilla mayor aparece cubierta con casquete ochavado y alberga un retablo del siglo XX con la imagen de la Inmaculada Concepción. El resto de la nave se cierra mediante cielo raso con una sencilla decoración de yeserías, hallándose a los pies un coro alto y de fecha posterior el bajo, ambos cerrados con celosía.

Exteriormente destaca aún más este inmueble, pues se observan unos contrafuertes de alta envergadura que aparecen cubiertos a tres aguas con teja curva encuadrando la portada a manera de nártex. Toda ella está fabricada en pequeños tapiales de mampostería con abundante aparejo de ladrillo en verdugadas y ángulos, todo visto, y apoyado en un cimiento de mampuestos. En la nave la cubierta es a dos aguas y en el crucero es a cuatro, fundado sobre las formas de madera y acabadas en teja curva. En el pie de la iglesia se alza un cuerpo rectangular de ladrillo de dos plantas por encima de la nave. Y la última de estas plantas con terraza cubierta y con típicas celosías de clausura, tiene un voladizo que apoya en un alero producido por una serie de canes unidos por pequeños arcos. Sobre el muro, por encima del nártex, aparece la espadaña que pudiera ser posterior al conjunto, estando formada por ladrillo, dos arcos de medio punto y un remate típico barroco.

Frente a este conjunto arquitectónico, limitado por las calles de San Antonio -donde aparece su entrada- y de la Inmaculada Concepción, aparece una plaza del mismo nombre coronada por una fuente desde 1973 con una imagen de la Virgen en marmolina, la cual fue destrozada por un acto vandálico y del año 2008 es la que se observa en la actualidad.