El detective íntimo: Capítulo 14

El detective íntimoY así fue cómo Lorena puso al día a Román. Nada de sacrilegios extramaritales, algo mucho más pedestre y a decir verdad, más falto de clase. En el fondo el dinero no tiene clase, hace a las personas estridentemente chabacanas y desaforadas, solía pensar Paracuellos.
Las historias de amores ocultos, de engaños pactados, de disimulos con explosiva carga erótica, tenían un añadido de interés y una envoltura pasional muy dada a los cuentos de amor, románticos o carnales con el romanticismo justo. De hecho Román Paracuellos se había especializado en seguir el rastro de la infidelidad seguido por el hilo fétido de la sospecha por parte del burlado o la burlada, que los tiempos habían cambiado una barbaridad. Pero no, el caso en el que se encontraba ahora mismo, era un caso espectacular, complejo, ramificado, con muchos solapamientos y un dédalo de personas, corporaciones y altos cargos involucrados en el objetivo común de hacerse con la propiedad de la finca La Garganta del Pescuezo en el término de Albercas Profundas cuyo alcalde, Pedro Maroto, se había conchavado con Secundino García, el cerebro de Legía, (la Fundación Legia sin acento en la í que lava menos) y Heliodoro Cortés, diputado, abogado e inmobiliario, para hacerse con la propiedad, con la complicidad de una organización de tráfico de diamantes legal con una pequeña ramificación de una suborganización ilegal (la legal era la tapadera, lo de siempre vamos) con el apoyo de un petimetre africano que gozaba de la tóxica indignidad de ser el presidente del país con el apoyo y beneplácito de importantes Monarquías y Repúblicas, que en esto no hay regímenes, sino especímenes.

Por su parte, Badía, que también tenía sus conexiones, estaba dispuesto a impedirlo, pero no por ninguna cuasa justa o noble sino porque la mina de diamantes de la finca La Garganta del Pescuezo la quería para él y para sus socios importantes, de quienes nada se sabía, aunque Lorena sospechaba de unos cuantos nombres estelares del país.

-Así que dinero, sólo por dinero – dijo Roman, un poco decepcionado.

Estaban los dos sentados en una peña, en un paraje al norte de la ciudad que años antes albergó un manicomonio muy popular en los contornos y que según le contaron llamaban al lugar La colina de los locos, una reversión delirante de la célebre canción de Los Beatles, El loco de la colina.

-Diamantes – respondió Lorena.

-Dinero -reiteró el detective Paracuellos-. Joder, es la primera vez que oigo hablar del asunto. Una mina de diamantes aquí, o sea que el carbono puro también se cristaliza bajo las cepas. Qué fuerte. ¿Y de quién es la Finca?

-Actualmente es propiedad de un aristócrata demente que no tiene descendencia pero a su muerte ya ha dejado dicho que la Garganta pase a Albercas…

-Al pueblo Albercas Profundas, quieres decir?, interrogó Paracuellos

– Exacto.

-Con lo cual que el alcalde del pueblo, adquiere un importancia vital. ¿De qué partido es?

-Independiente, de uno de esos grupos que se hacen en los pueblos porque se odian, o porque el inspirador del grupo quiso ser y no lo dejaron-respondió Lorena contemplando la maqueta de la ciudad a lo lejos.

-Yo pensaba que los independientes eran de fiar…

-Dependen de quien no dependan

-O de quien dependan. Los independientes dependientes son los peores…

-Un independiente no puede depender de nadie, ni siquiera de un hilo. Sólo de su conciencia…

-Pero estás hablando de un independiente en estado puro, o sea idiota. …

-Esos son los peligrosos – Lorena remató la insólita conversación hacia la que derivaron por esas razones de las asociaciones de ideas que tanto juego da la política.
-Bien, y qué hacemos…

Roman también miraba la ciudad a lo lejos. La mañana era embriagadoramente dulce e invitaba a no hacer anda, a dejarse vencer sobre la hierba, a escuchar el rumor cristalino de los arroyos y los cantos de los pájaros.

-Tú sabes, yo sé… Los dos sabemos pero ellos no saben que sabemos… De modo que sigamos el juego a ver en qué queda esto… -susurró Lorena.

-¿Y la prensa?

-Ni papa, y dudo que dijera algo si lo supiera…

-Pues tengo un amigo que trabaja en un peri digital que no se casa con nadie…

-¡Santos Dios! ¿Independientes de esos cabezotas? Veremos, en su momento, lo veremos.

-Hacemos el amor? -.preguntó Román

-No, hoy no.

-Si es porque suba esto…

-¿Qué cosa tiene que subir?

-La audiencia de este cuento…

-Vete a la mierda… Por cierto ¿es cierto que te echaron del PCE por tu apellido…

-Vete a la mierda…

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