Tomo prestado el título de la novela de Ignacio Martínez de Pisón, para situar al lector ante un horizonte movedizo. Incluso para situarme yo mismo, en unas coordenadas cambiantes de quien viene de las sombras, pasa luego a la luz, para volver de nuevo, a las mismas sombras de los orígenes.
No he leído el libro de memorias del que fuera secretario general de Alianza Popular entre 1979 y 1986, Jorge Verstrynge Rojas. Publicado en 1999 por Grijalbo en Barcelona, justo cuando Verstrynge inicia su enésimo cambio de piel como si de un saurio se tratara; justo la época en que Verstrynge inicia su enésimo ¿cambio de ideas? Así que tendré que leer las ‘Memorias de un maldito’, para entender ese fenomenal viaje realizado por el político y politólogo tangerino a las catacumbas de la historia de las Ideas políticas. Hay viajes, como el de Groucho Marx, “de la nada a la más absoluta pobreza” que resultan más comprensibles, que este alambicado excursionismo de cátedra y escrache del profesor Verstrynge.
Ya sé, como no podía ser de otra forma, que cada cual es libre para realizar los cambios y movimientos, que considere oportuno a lo largo de su vida; pero ello no quita la dificultad para entenderlos y asimilarlos. También la dificultad para justificarlos. Más aún, cuando esos movimientos y cambios se producen entre puntos muy distantes y muy diferenciados, tanto como para pensar en los extremos. Aunque ya se sabe que los extremos acaban coincidiendo y acaban tocándose. Tanto se tocan los extremos que quedan unidos, por el nudo de la violencia. Violencia como fuera la pertenencia de Jorge Verstrynge a grupos parafascistas y neonazis en su primera madurez y última juventud. Y violencia como la defendida últimamente por el profesor Verstrynge con una piedra en la mano como idea arrojadiza o, como toda idea.
Porque violencia, es el argumentario defendido por Verstrynge en el video reciente, que he podido ver. Donde el ex-diputado nacional por Alianza Popular entre 1982 y 1989, nos muestra una piedra y afirma con solvencia que “la violencia es un argumento político” de enorme solvencia y nivel. Argumento originario de sus principios políticos combatientes, que la llevaron a postular su tesis doctoral bajo la rúbrica de ‘Los efectos de la guerra en la sociedad industrial’. Es, por ello, uno de los pocos especialistas españoles en Sociología de la Guerra; que tras la hibernación moderada, aunque no tanto, de su paso por poderes institucionales y establecidos (Parlamento, Universidad, Partidos Políticos varios y variados) retornó a la vida corajosa y encorajinada. Igual que su escritura viajó, de forma no menos paradójica, de la revista ‘Fuerza Nueva’ a la gauchista ‘El viejo topo’. Donde el único orden visible son los adjetivos inversos, que acompañan a las publicaciones citadas: el pasado era lo Nuevo y con fuerza; de la misma forma que el presente es lo Viejo oculto.
Enigmas solubles en el tiempo, como fuera la publicación de su texto, de 2005, ‘La guerra periférica y el islam revolucionario’ por parte del ejercito bolivariano del chavismo venezolano. Y dudas irresolubles en el pasado, en que fue miembro del fraguista Gabinete de Orientación y Documentación, que luego dio lugar a Reforma Democrática, germen de Alianza Popular y embrión del Partido Popular. Enigmas del tiempo y crisis de la biología, como en el dragón tierno de Ignacio Martínez de Pisón.
No puedo evitarlo. Verstrynge me recuerda al personaje Pasha Antipov del doctor Zivago. Por el físico, claro, y ahora por la sorprendente concomitancia radical
Es cierto el parecido físico de Antipov, el bolchevique de Zivago corrido con cicatriz y todo, con el Verstrynge tierno del pasado azul. Hoy resulta irreconocible, incluso en su pertenencia a la Fundación de Investigaciones Marxistas.
Pero, comparáis a un joven idealista revolucionario-literario con este «zumbao»?
Con todos los respetos. Como un huevo a una castaña. Vestrynge no tiene un pelo de tonto, pero de cuerdo le queda bastante poco ¿No?
Yo le recuerdo de la Complutense y, la verdad, muy muy centrado no estaba…
Este arribista lo que ha querido siempre es dar la nota y, que ahora nos venga de escrachista de izquierdas, como que no…
Y, absolutamente de acuerdo contigo en que cada uno tiene derecho a ser en su vida lo que quiera y cuando quiera. Yo tampoco soy nadie para criticar cambios de ideología, de comportamiento, de rutina, de camino pero, este hombre no me parece el mejor ejemplo a poner.
Si es que tiene la mirada de Randle P. McMurphy (Nicholson) en Alguien voló…
Puedo entender que uno sea conservador en unas cosas y progresista en otras -sin ser chaquetero- pero, lo de Vestrynge es un reventón continuado de los márgenes del folio.
Salud y felicidades por el «Epílogo de Sara»: Bordadico el texto.
María Vidaurreta esposa de Bárcenas? Rosalía se llama, nada que ver. Joder no dais ni una.