Daimiel Noticias.- El licenciado en Historia y profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha, Francisco Moreno Díaz del Campo, daba el pasado sábado el pistoletazo de salida a las actividades que giran en torno a la tradicional ruta de 57 kilómetros, que este año se desarrollará los días 13 y 14 de abril y tendrá como punto de referencia el Molino de Zuacorta.
La ponencia «Trascendencia histórica de los molinos», ofrecida por el daimieleño Francisco Moreno Díaz del Campo, daba el pistoletazo de salida a las actividades que giran en torno a la XVI Ruta Molinos harineros del Guadiana, organizada por la Peña Equina Rocinante, y que este año se desarrollará los días 13 y 14 de abril. Junto a la charla de este licenciado en Historia y profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha, que se desarrolló en la mañana del sábado en el Molino de Zuacorta, el gerente del molino, Alfonso Queipo de Llanos, el alcalde de Daimiel, Leopoldo Sierra, el presidente de la Peña Equina Rocinante, Matías Arroyo, y uno de los socios fundadores de esta peña, Jesús Pozuelo, se encargaron de presentar oficialmente una ruta que, en palabras del propio Sierra este año se verá con otros ojos: «nos encontraremos ante parajes nuestros que ahora se pueden ver con otro prisma más vivo debido al aporte hídrico que llega de los ríos y cauces que los jalonan. Considero esencial que sigáis alimentando esta fuente de interrelación y afición tan noble como el apego al caballo, con otras actividades históricas, turísticas, deportivas, culturales… es otra forma de recorrer nuestro medio ambiente y hacer cantera», concluía el primer edil.
La ruta, a la que se puede inscribir todo el mundo hasta el 11 de abril por 25 euros, consta de 57 kilómetros en los que se recorren siete de los molinos harineros del Alto Guadiana. En este trayecto por el paisaje manchego los itinerantes, la mayoría de ellos a caballo, podrán disfrutar de la horizontalidad de la llanura manchega pero también conocer los secretos de una ruta que, en esta ocasión, ha experimentado alguna modificación en relación a ediciones anteriores, tal y como explicaba Matías Arroyo: «como novedad este año vamos a hacer la ruta al revés, de río abajo a río arriba para poder pernoctar en el molino de Zuacorta, propiedad de la familia Escribano».
La Salida se realizará desde la el recinto ferial a las 9:00 horas y se pasará por los parajes de Escoplillo y la Albuera, Bolote y las Encinas hasta llegar a Puente Navarro y Molemocho, donde habitualmente se hace la comida. Por la tarde la ruta continuará por el Molino de Griñón, el Nuevo y La Máquina. Al anochecer se descansará y se hará una verbena popular en el Molino de Zuacorta y al día siguiente, se pasará por El Rincón y las Salinas hasta llegar a la Plaza de Toros de Daimiel, donde se realizará una comida.
El licenciado Francisco Moreno Díaz del Campo, intentó transmitir de una manera didáctica y entusiasta el papel que han jugado, en un paisaje dominado por el cereal, sin necesidad de agua, pero sí de maquinaria con la que tratar ese cereal, los molinos harineros a lo largo de la historia. Su importancia era tal que, como se explicaba en la conferencia, en la época de Felipe II, por ejemplo, cuando estos molinos podían llegar a moler unas 45.000 fanegas de trigo al año, se situaron como la base de la economía de la zona.
Y como base de la economía, estos molinos también fueron los causantes de problemas y conflictos en la zona. Los más comunes, como detallaba Moreno en su exposición, fueron el uso de los molinos como puentes, hecho que perjudicaba a los propietarios del molino que se deterioraba, o la instalación de nuevos molinos que fueron anulando a los anteriores. Ejemplo de esto último es el conflicto que protagonizaron los molinos de Griñón y El Nuevo y que acabó solucionándose con la instalación de menos piedras en el sistema del molino de El Nuevo, que evitó perjudicar el funcionamiento de Griñón.
Como colofón y reflexión final a esta exposición, el profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha, concluyó haciendo una llamamiento a la sociedad en la que vivimos: «los ciudadanos de la edad Moderna conocían perfectamente este sistema de molinos, sabían que funcionaba bien y que no hacía falta intervenir en él, pero con la llegada del hombre de la Edad Contemporánea este concepto cambió y los ciudadanos empezaron a intervenir en la naturaleza y en este sistema que hasta el momento había funcionado bien. La moraleja- continuaba- es que entre todos podemos volver a revivir este sistema que demostró durante cinco siglos que podía valerse por sí mismo».