José Ignacio Echániz. Consejero de Sanidad y Asuntos Sociales de Castilla-La Mancha.- Si ya es difícil manejarse en una sociedad cambiante y en plena transformación día tras día, el esfuerzo que deben hacer quienes sufren autismo es notablemente superior. La misma presión informativa y de comunicación que recibimos los demás, ellos la acusan con mayor profundidad y con la dificultad de transmitir a los demás su percepción y sus sentimientos ante esos cambios constantes a su alrededor.
Es cierto que algo ha cambiado en los últimos años, que hay mayor sensibilidad ante quienes sufren Trastornos del Espectro del Autismo (TEA), pero aún subsisten tópicos y prejuicios. Por eso este 2 de abril, declarado Día Mundial de Concienciación del Autismo, cobra plena actualidad. No es un mero adorno en el calendario.
Durante los treinta años que llevo trabajando en el mundo sanitario he tenido la oportunidad de conocer y apreciar a personas con autismo. Frente a quienes piensan que son personas incapaces de salir de sí mismas, estoy convencido de que tienen mucho que decir. Y la realidad es que consiguen transmitir sensaciones y experiencias cuando uno les escucha de la manera adecuada, no como estamos acostumbrados a comunicarnos normalmente. Debemos aprender a valorar una mirada, un pequeño movimiento de hombros o de la mano. Son gestos que en ocasiones transmiten más que miles de palabras juntas.
Nos enfrentamos al reto de saber escuchar de forma distinta, con una especial sensibilidad, a quienes tanto esfuerzo hacen por conseguir expresarse. Es algo que, como sociedad, no hemos sabido encauzar de la manera adecuada, pero en lo que debemos implicarnos todos juntos.
En nuestras manos está la posibilidad de facilitar que estas personas puedan tener una participación activa en la sociedad y disfrutar de sus derechos con las mismas condiciones que el resto.
No es un objetivo fácil. Pero en este empeño contamos con la profesionalidad y la humanidad de quienes tratan a estas personas dependientes en Castilla-La Mancha. Con ellos y de la mano de las asociaciones de familias afrontamos esta labor de concienciación social.
Junto a ese llamamiento a saber escuchar a las personas autistas, quiero insistir en la necesidad del respeto. Ser distinto, padecer este tipo de problemas, nunca puede dar lugar al desprecio. Estamos ante personas que esconden un gran talento. Hay que saber escucharles con cariño para lograr descubrirlo.
