Tal vez el ascenso a los altares de los conceptos políticos, de la voz Mezzogiorno, se lo debamos a Antonio Gramsci, padre fundador del Partido Comunista Italiano, quien en 1926 publicaba su ensayo nuclear ‘La cuestión meridional’. Donde reflejaba ya, en fechas tan tempranas como las citadas, la dualidad del Norte con el Sur; dualidad política sin duda, pero también dualidad social, económica y tal vez cultural. Y donde Gramsci, anticipaba un concepto significativo, el de sociedades duales y el de desarrollos desiguales.
Esas diferencias aletean, por demás, en el cine posterior, que encadena esas dulidades. Así la viscontiniana ‘La terra trema’ de 1948 o el ‘Strómboli’ de Rossellini de 1950, dan cuenta ya de esa fractura del Norte contra el Sur. De igual forma que en ‘Rocco e il suoi fratelli’ se visualiza la afrenta de Milan y Lombardía contra Sicilia y Campania. Como ocurre con la familia de los Parondi llegados del sur italiano al frío central de las periferias de un Milán, abierto y cerrado al mismo tiempo, narrado por Giovanni Testori y visualizado por Visconti, con una maestría de frío glacial y con la majestuosidad de cristal congelado.
Entre nosotros esa visión la realizó Alfonso Carlos Comín con su ‘Noticia de Andalucia’, que tras su publicación como serie en ‘Triunfo’ a finales de los sesenta, se publicó como libro en 1970. También el luego reconvertido Antonio Brugos, dio a la imprenta en 1971 su alegato ‘Andalucía Tercer Mundo’, crónicas publicadas también en ‘Triunfo’, años después de las de Comín. Cuarenta y tres años después del trabajo de Comín, aún podemos seguir hablando de la dualidad del Norte versus el Sur. No sólo en el conflicto económico europeo, cada vez más visible e irritante. Sino en la España misma de las diferencias territoriales, que dejan ver descalabros elocuentes.
Así se hizo público la pasada semana, con los datos del Instituto Nacional de Estadística que reflejan cómo el PIB del País Vasco duplica al de Extremadura.
La gráfica del desarrollo económico aportada por el INE, nos muestra un Mezzogiorno a la española, sin ambages. Que algunos analistas, poco cuidadosos y un poco soliviantados, quieren perpetuar evocando episodios del pasado negro. Y por eso son capaces de vincular ‘La Mano Negra’ (Martín Prieto) o los ERES andaluces (Francisco Reyero), con la densidad oscura de prácticas mafiosas. Por lo que concluirían que hay Mezzogiorno, porque hay subdesarrollo y desestructuración social. Y hay subdesarrollo por las prácticas mafiosas que miran y llegan a la Garduña cervantina de ‘El patio de Monipodio’.
Si todo eso era ayer y SIGUE SIENDO HOY ¿qué es lo que falla? A mi me da un poco de pánico responderme, amigo Rivero. Hay una tendencia a sacralizar pueblos mientras denostamos a sus dirigentes. Son la misma cosa. Los patios de cuatreros necesitan una arqitectura social para lucir la cal. ¿Prieto y Reyero soliviantados y poco cuidadosos? No lo creo. Cuando un problema se convierte en estructura y enquista de por vida, retrata a todo un pueblo, pero esto es incorrectísimo, claro.
Aún a riesgo de equivocarme, que seguro que me equivoco, antaño y en la actualidad, el Sur ha surtido de mano de obra cualificada y no cualificada al Norte. Y esto afecta a que el Sur sea más manipulable y menos evolucionado.
Es cierto que en el Sur hay profesionales necesarios (médicos, maestros, ingenieros…) que no suelen ser los mejores pero que, teniendo en cuenta la media, enseguida sacan cabeza y «pillan» poder. No tienen competencia y aguantan años sin dejar evolucionar a la sociedad para seguir manteniendo ese poder.
Al Norte acuden los mejores, la selección de los primeros, los emprendedores, los que compiten, los que crean, los que van por delante. Eso hace que sean más críticos con quienes les dirigen y más exigentes con sus nuevas generaciones.
Quizá se pueda explicar de una manera menos cruda y directa pero, si nos fijamos es así en el fondo.
De la mitad de España para arriba hay empresas tecnológicas punteras, multinacionales, centros de investigación con proyección planetaria.
Aquí hemos tenido dinero a espuertas del FSE y del FEDER y, después de más de 20 años gastando ese dinero, ciudades como las capitales de provincia de Castilla La Mancha, desde el punto de vista social, económico o laboral, no son ni más ni menos que una de los peores retratos que pudiera haber hecho Galdós.
No hemos evolucionado casi nada. Es cierto que tenemos hospitales mejores, mejores carreteras pero, nos estructuramos como hace 200 años y la gente está igual de aletargada que entonces y las corruptelas son las mismas.
Si el repaso lo hacemos al ámbito político es para llorar porque ¿Qué diferencia al Gobierno actual de Castilla La Mancha del que recibió el marqués de Mataflorida? Al final todos piensan lo mismo: L’Etat, c’est moi.
En fin, que me voy por las ramas. Que sí, que el Norte está mucho más estructurado en todos los ámbitos y es mucho más reivindicativo. Aunque, si miro a Cataluña y lo que está haciendo CIU con ella…mmmm…como que me contradigo ¿No? No sé. Será que he mirado al Noreste…
Yo creo que la diferencia entre el sur de España e Italia es muy grande. Yo no tengo tan claro que se puedan establecer relaciones entre la Garduña y Cosa Nostra, Ndrangheta y Camorra. Sí, claro, la herencia española en el sur italiano está claramente relacionada con la extrema religiosidad. (las semanas santas y las procesiones son casi idénticas que en Andalucía), pero el sentido familiar y de resolución de conflictos en Italia no siempre se corresponde con actividades delictivas, desde luego no en su origen anterior al dominio borbónico y posteriormente. Eran , en parte siguen siendo, unas sociedades con sus propias reglas para dirimir conflictos desde la proximidad y las tradiciones. Cuando los piamonteses y Garibaldi reunifican el mapa italiano, estas organizaciones colaboran decididamente con el nuevo orden. En muchas ocasiones fueron apoyo del orden legal establecido. También colaboraron con los americanos a partir del desembarco en Sicilia durante la 2GM, etc.
Algún historiador más puesto -yo no lo soy- debe saber que la perversión de la mafia, tal y como la conocemos por su cara más malvada es sólo la parte más oscura de un sistema organizativo que quizá no casa con otras fórmulas más sofisticadas de algo, por cierto mucho peor: preferentes, deshaucios, etc..
Norman Lewis en su excelente trabajo ‘Napoles 1945’ cuenta que el apoyo de las fuerzas expedicionarias americanas desembarcadas en la Italia, ocupada aún por el III Reich, fue la Mafia de Lucky Luciano. Desplazado Luciano, desde los USA por su conocimiento de lengua.
Ahí se puede empezar a razonar algo sobre las singularidades italianas. Lo más cerca que hemos estado de esas batallas, quizás sea la relación de Malaparte con el Foxá diplomático, que sale en ‘Kaput’.
Por lo demás nos unifica un pasado común (el Reino de Nápoles y Sicilia) y la falta de revoluciones laicas, modernizadoras y progresistas.