Estanislao Z.Navas.- No abandonamos una de las arterias principales de la ciudad, la calle de Toledo, para continuar nuestro repaso sobre el acervo patrimonial de Ciudad Real, pues el nuevo inmueble al que nos referimos tiene varios puntos en común con el anterior, aunque el primero a reseñar obedece a su época, en la que don José Cendrero Díaz -padre de doña Elisa Cendrero- fuese presidente de la Diputación Provincial, cuando se erigió este nuevo edificio. No se trata de otro que el Palacio de la Diputación Provincial de Ciudad Real, edificio que se ha visto complementado en cuanto a albergar las dependencias de la institución provincial por el inmueble de más reciente creación existente enfrente del mismo, amen de otras dependencias que se encuentran dispersas por la ciudad.
Este edificio, de dos alturas y planta irregular, tiene tres fachadas: al este, la principal en la calle de Toledo, formada por una sola puerta de arco de medio punto y balcón con frente de orden jónico, estando rematada por un frontispicio curvo con la imagen sedente de Alfonso X El Sabio; al sur, la fachada de la plaza de la Merced repite el mismo esquema compositivo que la principal, pero está coronada por un frontón recto de tímpano liso; al norte, la de la calle de la Rosa, muy sencilla, se decoras con palmentas que rematan la cornisa de todo el edificio. En los ángulos se constituyen dos rotondas que articulan las tres fachadas, realizadas en ladrillo y aparejo de leve labor neomudéjar, cubiertas por adornos apizarrados con pequeños óculos.
No obstante aunque la institución provincial había nacido en 1835, este inmueble no verá la luz hasta el período constructivo que va de 1889 a 1893, proyecto que fue encargado al arquitecto Sebastián Rebollar.
Tal y como nos señala don Inocente Hervás y Buendía, esta institución tenía su sede previamente en una casa de la calle de Caballeros levantada por el industrial don Dámaso de Barrenengoa -ocupada posteriormente por el Gobierno Civil y por la Academia de 2ª Enseñanza fundada y dirigida por don Miguel Pérez Molina-, aunque por la incomodidad de dichas dependencias la Diputación tuvo que anunciar el concurso de solares y casas para buscar una nueva sede, siendo adquirida la de doña Madgalena Maldonado, aunque por su “sitio excéntrico y por iniciativa de varios diputados se presentó una proposición, pidiendo su venta y la adquisición de otro solar” con unas mejores y más adecuadas condiciones en 1886. Es en ese momento cuando el Prelado de la Diócesis pretendió enajenar el edificio de la Vicaría, oportunidad que la Diputación Provincial no dejó escapar, entablando negociaciones y llevando a cabo su compra por unas 40.000 pesetas, otorgándose la Escritura Pública el 17 de Julio de 1888.
Sebastián Rebollar propondría a la Diputación la necesaria adquisición del granero que le estaba unido, antiguo Monte de Piedad, propiedad de doña Catalina Jarava, viuda de don Luis Muñoz, que igualmente adquirió la Corporación por unas 6.000 pesetas. Adjudicado al constructor don Joaquín Castillo, el proyecto de la obra y la dirección de su construcción fueron llevadas a cabo por el arquitecto provincial don Sebastián Rebollar y Muñoz, siendo iniciadas las obras con su primera piedra el 6 de agosto de 1889 y finalizadas el 21 de septiembre de 1893. En cuanto a la decoración y pintura del nuevo Palacio estarían a cargo del afamado pintor local don Ángel Andrade Blázquez, siendo acogidos entre los alumnos pensionados por la Provincia en Roma las obras de autores ya descollantes como don Carlos Vázquez Ubeda y don José Joaquín Flores.
La tipología ecléctica que se esta marcando desde mediados del siglo XIX será utilizada por el arquitecto provincial, concibiéndose entonces un edificio de corte clasicista. El espacio diseñado era simétrico y axial, partiendo tipológicamente de un Palacio de la Nobleza, aunque solucionando las complejidades de dicho solar con el objeto de cubrir las necesidades funcionales encomendadas. En el edificio la ornamentación mostraba un repertorio austerio de orgien clasicista, cuya aplicación exteriro se correspondía con la mayor o menor cualificación funcional de los espacios interiores.
Del proyecto al edificio construido había diferencias notables que solucionaban las necesidades de índole representativa que la Corporación provincial demandaba de manera tácita y que el contenido proyecto de Rebollar no llegaba a satisfacer.
Las reformas que fue acometiendo el arquitecto sobre la marcha para reflejar la singularidad de este edificio suponen que dé lugar a un edificio más alto que la contigua Iglesia de la Merced y adquiera una forma más imponente que el cercano Consistorio, con mejores materiales en la fachada, cubierto en su tramo central por una cúputal y un Salón de Plenos más amplio.
Sin embargo, será la decoración interior la que mejor plasme la función del Palacio como sede de la Institución provincial, realizándose un gran despliegue decorativo interior entre 1891 y 1892 a manos de don Ángel Andrade (Ciudad Real, 1866-1932) con la ayuda de Samuel Luna (Almagro, 1860-Ciudad Real, 1929).
El cliente, la institución provincial, mostraría su satisfacción ante tal profusión de elementos de apariencia clasicista, revestidos pictóricametne simulando materiales nobles (oro, mármoles de colores, maderas) y las escenas murales de los principales espacios.
Ángel Andrade fue el encargado de acometer el programa decorativo de este Palacio, que se plasmó en los espacios más cualificados funcionalmente: desde la escalera, lugar público por excelencia, a los espacios destinados a reuniones plenarios y de las comisiones, lugares donde se desarrollaban las funciones representativas de la Diputación Provincial. Andrade realizaría y firmaría las pinturas murales y, como director de la decoración, llevaría a cabo el proyecto de ornamentación arquitectónica seleccionando el repertorio de entre los manuales disponibles, ayudado de la formación adquirida en la Escuela de Artes e Industrias. La ejecución de esta decoración sería llevada a cabo por Samuel Luna.
El academicismo pictórico de Ángel Andrade tuvo su origen en el estudio de la pintura clásica y su aventura personal con el paisaje –tal como señala doña Marisa Giménez Belmar-, la cual estaba en su fase inicial tal como se muestra en el cuadro premiado en una Muestra Nacional -3er. Premio con “Aniversario”, 1890-
Entre sus influencias se observan las grandes pinturas murales renacentistas y barrocas italianas, aunque su reto no es otro que, aun siendo un pintor decimonónico, intentaba resolver unas composiciones de esta naturaleza y dimensiones. Los temas clásicos son presentados de forma alegórica, tal como se refleja en la suavidad romántica en el dibujo y el color. Además conoce la misión de comentario perpetuo del edificio, asignada a la pintura mural.
En este programa decorativo, entre los espacios a destacar cabe señalar lo siguiente:
- El espacio más representativo como lugar de reunión de los Diputados provinciales lo constituye sin duda alguna el Salón de Plenos, destacándose en su techo la existencia de las alegorías universales de “La Fortaleza”, “La Prudencia”, “La Templanza” y “La Justicia”, virtudes morales que en este espacio tratan de convertirse en las virtudes políticas que tienen como objeto último el buen gobierno -la ética política, tan cuestionada hoy en día-. Un lugar tan solemne como el Salón de Plenos requirió de un tratamiento más sobrio que en otros espacios de los temas clasicistas, de fácil argumento y de buen tono decimonónico, acorde con el edificio.
- Cuando llegamos a la cúpula de la Escalera se muestra el tema academicista de las cuatro Bellas Artes, dotadas de sus atributos tradicionales que aluden al mundo clásico. A partir de estas alegorías y la cúpula, el espacio se transforma en un templo civol donde se veneran la belleza y el arte, tal como profesan los nuevos gustos de la Corporación provincial, mecenas de las artes.
- Y, en la Sala de Comisiones, lugar de reunión de la Comisión Provincial, se muestra una decoración más privada y libre, a modo de gabinete. Así pues, Andrade no utilizará los temas abstractos sino más bien composiciones histórico-literarias como sucedía con el nacionalismo romántico de la época. “Don Quijote” es el tema elegido, pues constituye el símbolo provincial por excelencia y el espíritu manchego, siendo la Corporación Provincial su representante y garante. Esta función sería continuada posteriormente, tal y como se muestran en los sucesivos retratos encargados a pintores manchegos comno Alfredo Palmero, Carlos Vázquez, etc., lo que conformaría una Galería de Personajes Ilustres que también se exponen en la Sala (Hernán Pérez del Pulgar, por ejemplo).
A finales de los años 50 del pasado siglo (1958-1960), la institución provincial pretendió ponerse al día de los nuevos tiempos políticos, llevando a cabo una nueva ornamentación del espacio más emblemático: El Salón de Plenos. Cuyo encargo recayó en dos artistas contrastados de la tierra, verificándose con ellos esa “recuperación patrimonial” que también vinculaba a Angel Andrade. Los artistas elegidos fueron: el arquitecto daimieleño Miguel Fisac (1913-2006) y el artista local Manuel López-Villaseñor (1924-1996).
Con ellos se construiría una pared de 25 centímetros que constituiría el soporte de la pintura mural “Vida, Trabajo y Cultura” de López-Villaseñor, que se antepuso a los muros frontal y derecho del Salón; y se colocaría un falso techo de escayola enrasado con la pared nueva. Reforma que alteraría radicalemente el espacio y su ornamentación, eliminándose funcionalmente el espacio del Salón destinado a la prensa y el público –abierto a este recinto por medio de tres palcos- ocultándolo con el muro soporte de la nueva pintura yuxtapuesta. También, se eliminaría visualmente la ornamentación arquitectónica primitiva y se levantaron del techo los lienzos de Andrade que representaban el Buen Gobierno.
Así, el espacio abierto del Salón de Plenos por su dirección fachada de la Merced-hemiciclo de los Diputados-Sala de Prensa y público, quedaría cerrado, reforzándose con el gran mural de más de 120 metros cuadrados.
Ya en la década de los 80 (entre 1985 y 1988), el Palacio se restauraría, siendo su objeto el cubrir las nuevas necesidades funcionales de la institución provincial, adaptar las instalaciones a la normativa vigente y recuperar el carácter original del Palacio. Así, la nueva Corporación provincial mostrará su singularidad con un edificio que tendría un valor histórico-artístico.
La anterior reforma del Salón de Plenos suponía un serio obstáculo para la recuperación de las soluciones espaciales y ornamentales primitivas. Cabía la posibilidad de fuesen recuperados tanto la sala de prensa como los lienzos de Andrade –descubiertos en un cuarto trastero del Palacio altamente deteriorados por mal almacenaje y mutilaciones hechas tras ser arrancados-, aunque si bien los lienzos podían restaurarse y restituirse al techo, devolver la funcionalidad al espacion de prensa requería la retirada del mural mediante su traslado, medidas para las que fueron consultados ambos artistas. El desacuerdo de Villaseñor y la opción de secundar la recuperación total por parte de Fisac convirtieron el tema de la reforma en polémico, y se llegó a una solución de compromiso en la que el mural permanecía y era recuperada la decoración arquitectónica en el espacio restante y restituidos los lienzos de Andrade al techo tras su restauración. Esta solución decorativa a medio camino viene definida por tensión e ineficacia ornamental, como explicitación de la función actual de la sala.
A mediados de la pasada década, en el año 2006, se llevó a cabo un proceso rehabilitador de la fachada y otras actuaciones con el objetivo de realizar la belleza de este Palacio.
A lo largo de unos ocho meses, el otrora declarado Bien de Interés Cultural a finales de la década de los 80, mantuvo su fachada parcialmente oculta a la vista de los ciudadanos, con el fin de realizarse una intervención especializada que atajase de raíz la acción de posibles agentes perjudiciales. Aunque con anterioridad se habían realizado mejoras como la adaptación del acceso a su interior a personas discapacitadas, o el espacio expositivo para mostrar y rendir un mejor homenaje al legado del artista Ángel Andrade, de cuyos fondos es responsable y albacea -cuyo hermano, Pablo, se encargó de traspasar a la Diputación de Ciudad Real más de cuatrocientas obras que el pintor dejó para el Museo Provincial-.
Tras más de una centuria transcurrida, las obras de reforma y remodelación practicadas para un Palacio de esta importancia, muestra su evolución a lo largo de los años, modificaciones todas ellas que han tenido en cuenta su estructura y su funcionamiento como enclave del poder político y administrativo provincial así como museo del legado artístico de la Diputación, en el que se puede observar una buena parte de la obra de Ángel Andrade, de forma permanente.
Entre las zonas afectadas por las últimas modificaciones, cabe señalar:
- La fachada, en la que su restauración tuvo por objeto eliminar los morteros menos idóneos en rejuntados y partes sueltas, siendo saneadas las zonas meteorizadas de la piedra de Novelda que han perdido su cohesión original. Igualmente, se repondrían las masas con mortero hidráulico, previa aplicación de puentes de unión, a la limpieza de fachada mediante agua apresión y se consolidaría la piedra. El zócalo de granito fue tratado mediante abujardado y posterior acabado por hidrofugación. Se rehabilitó la madera de exteriores mediante el decapado de pinturas existentes con disolventes, sustituyéndose los elementos deteriorados por otros de madera curada y antigua con ensambles similares y recuperándose los pequeños volúmenes y grietas o agujeros con resina. Se aplicó pintura de protección y acabado previa limpieza de superficie, sellado, mano de imprimación, lijado, mano de fondo y dos manos de acabado con esmalte graso. Y, por último, señalar, que se colocaron sistemas de control anti-aves para cornisas, vigas y pretiles así como una red anti-palomas.
- Con motivo de la exposición “Ángel Andrade 1866-1932. La Aventura del Paisaje” –comisariada por doña Marisa Giménez Belmar-, se llevaron a cabo reformas en el interior del Palacio, adaptando el inmueble a modo de una gran sala expositiva para la ocasión –pasillos y patios fueron los afectados-. Esta mejora de los espacios expositivos, respetando el edificio, tenía por objeto el conseguir un área de exposición uniforme y neutra a partir del panelado de los huecos que dan a los patios y a la galería superior, fueron retiradas de las paredes la señalización de despachos y oficinas y reubicadas las luminarias de la pared. Igualmente, se mejoró la climatización e instalóse un sistema de monitorización ambiental -sustituyendo los termohidrómetros-, y una iluminación artificial de conservación y control en las galerías y lucernario centrales. A ello hay que unir el hecho de que una parte de la obra de Ángel Andrade está recogida en los frescos que ilustran la cúpula de la escalera principal y los techos de los salores nobles del Palacio Provincial, también objeto de restauración.
- Importante igualmente fue la intervención realizada en la estructura de la cúpula para procurar al espacio de las pinturas la estabilidad ambiental requerida para su conservación, aislando y ventilando el espacio y controlando la intensidad de la luz natural y la filtración de su radiación ultravioleta. Todo ello requirió la oportuna restauración pictórica por su deterioro, causado por la propia estructura de madera de la cubierta -la variación térmica provocó movimientos, desplazamientos y fisuras en la capa de yeso y cañizo que constituía el soporte de las pinturas, además de que se provocaron condensaciones en su superficie, y el exceso de luz natural, el amarilleamiento y virado cromático por las altas temperaturas-. Previamente a la intervención propiamente dicha se realizaron análisis estratigráficos de los materiales pictóricos, después se consolidaron y limpiaron casi 500 metros cuadrados de cúpula y muros de la escalera, se eliminaron las zonas retocadas con el color alterado, todo ello bajo el criterior de mínima intervención justificada para la conservación de la obra.
- Finalmente, y en cumplimiento de la Ley de Accesibilidad de Castilla-La Mancha, se llevaron a cabo las pertinentes obras de adaptación para personas con minusvalía: obras como la rampa exterior de la puerta principal para salvar la diferencia de dos escalones que existían entre el acerado y el interior del vestíbulo; la colocación de una plataforma para que los discapacitados puedan acceder al inmueble para salvar el desnivel de 5 escalones entre el hall de entrada y la planta baja.
Magnífica lección de historia, Estanislao. Me gustaria quedar con vd un día para poder compartir mi dossier fotográfico sobre el desaparecido Ciudad Real.
Este es uno de los edificios históricos que ha logrado sobrevivir a la barbarie del derribo.
ES UN HONOR TU SEGUIMIENTO Y TUS LOAS PUES UNO EN SU MODESTA OPINIÓN SÓLO MUESTRA LO QUE AÚN QUEDA, NADA MÁS. ESPEREMOS QUE AÚN TENGA MUCHO TIEMPO PARA SEGUIR MOSTRANDO EL ACERVO PATRIMONIAL DE LA CIUDAD, PUES ELLO SIGNIFICARÁ QUE AÚN QUEDA ALGO DE ESE PATRIMONIO.
GRACIAS DE NUEVO Y HASTA PRONTO
Magnífico artículo. Enhorabuena Estanislao. Particularmente me llama la atención la referencia al mural realizado por Fisac y López-Villaseñor para «ponerse al día de los nuevos tiempos políticos». Es muy buen ejemplo de cómo el arte oscurantista del franquismo pervivió al «consenso democrático» ciudarealeño durante y después de la llamada Transición… Saludos