–Con que quieres jugar, eh?- le dijo Lorena nada más pasar a su apartamento, cerrar la puerta y apoyar su espalda contra la misma aplastada por el deseo animal de Paracuellos, que hociqueaba en busca de su cuello y de sus hombros desnudos mientras el vaporoso vestido primaveral se iba deslizando por su cuerpo como una suave cortina de seda.
-No, yo no, van a jugar ellos… Yo voy a hacer otra cosa, vamos a hacer otra cosa…
Lorena se escurrió de los brazos del detective como una gata y corrió hacia el centro de la pieza principal del apartamento con el vestido en el suelo rodeando sus pies como la tierra somera de una planta salvaje. El cuerpo de Lorena era espectacular. Ahí estaba ella de pie, en ropa interior, sonriente y asombrosamente liberada y traviesa,.con el pelo suelto y un poco enmarañado. Román notaba su sexo presionarle bajo el pantalón, regado con la sangre del deseo y con tal fuerza que le era imposible contenerlo. Ni aunque lo hubiera metido en un cubo de agua helada.
-No, mon cheri, voy a jugar yo… y tú vas a hacer exactamente lo que yo te diga si quieres disfrutar de una emocionante velada. En caso contrario, si eres desobediente, o no te pliegas a mis decretos esta chica que ves aquí, se verá obligada a echarte de su casita- Lorena hablaba susurrante, con mirada oblícua, humediéndose los labios con su lengua carnosa.
Román no podía más. Nunca se había visto en una situación parecida. A decir verdad, a excepción de un par de ocasiones en las que sus compañeras de faena habían fantaseado con un poquito de variedad para hacer más atractivo el polvo, las demás se limitaron a seguir el ritmo del sexo a medida de la evolución del juego, cambiando a posturas más acordes con la estrategia del equipo sobre el terreno de juego. Pero lo que le pedía Lorena lo sorprendió por lo inédito y por la voluptuosidad innata con la que lo prevenía de felices, dulces, húmedos, y explosivos momentos. A cambio le ordenaba cierta sumisión, una claudicación moderada, sin extremos ni extravagancias, simplemente, tenía que hacer lo que ella le pedía, y jugar al juego que le proponía. Luego, el sexo sin seso y con besos a dentelladas en cualquier pedazo de piel que los reclamara.
-Acepto- le dijo, Paracuellos, resistiendo la respiración, los puñetazos de su corazón en el pecho y su miembro abultado abriéndose camino bajo el pantalón como un animal vivo.
-Bien. Te vas a quitar toda la ropa y te vas a subir en esa silla…- dijo Lorena sugerentemente diabólica…
-Eso es todo?- balbuceó nuestro hombre entre el aturdimiento y la perplejidad….
-Tranquilo, gatito, desnúdate, anda…
Lorena lo rodeó con un caminar cadencioso y ondulante. Luego esperó a verlo desnudo y se detuvo en su generoso músculo, aseado, cristalino, de un rosado transparente en la desnudez de la desnudez de su glande palpitante. La muchacha que aún seguía en ropa interior lo cogió con la punta de los dedos y lo acompañó hasta la cumbre de la silla. Román parecía un muñeco sin voluntad, absorto en el cambio que había metamorfoseado a la pizpireta secretaria en una bailarina de bar de Tarantino. Pero se contenía, para seguirle el juego. Lo que en realidad deseaba era lanzarse a por ella como un chacal en celo milenario y despedazarla allí mismo.
Lorena lo conminó a subir con gestos de la cara. Román se alzó hasta el asiento de la silla, entre ridículo y espectante…
-Y… y ahora?
-¿Has visto el David de Miguel Angel en Florencia? Le preguntó Lorena con la cara y la boca a la altura del acerado pene del detective.
-No, en las fotos…Mmmm… pero…pero… ese pollo no creo que tuviera esta polla… Lorena, por lo que más quieras…Creo que no voy a aguantar ni el pitido inicial… Ven aquí, anda, o mejor, vamos a la cama,,,
-Sssssssss, quieto ahí. Quiero que adoptes la postura del David. ¿la recuerdas?
-No.. ¿asi?
-Más o menos
Lorena lo ayudó. El brazo izquierdo plegado y tocándose el hombro, el derecho suelto a su gravedad natural y una pierna ligeramente inclinada.
-Ahora te quedarás quieto, pondré la televisión, y verás el partido sin pestañear, ni gemir, ni decir nada..Absolutamente nada….
-¿Y tú?- preguntó implorante Román.
-Me vestiré, pasaré a la cocina y entraré al salón de nuevo. Tú serás David y yo una diletante turista, estudiante de Arte, que anda perdida por Florencia… Vendré, te miraré, te observaré y.. pero tú no abrirás la boca, seré yo la encargada de esos menesteres, si llega el caso y te portas bien…l
-Por la madre que te parió… ¿puedo echarme un poco de agua?
-Vé, cálmate un poco y comencemos.
Capítulo 1
Capítulo 5
Capítulo 7
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Guarro, pero rico
No me sorprende que haya tantas mujeres decepcionadas… Entre lo que leen y ven en la vida real hay una distancia enorme en minutos y centímetros, en favor de…. lo que leen.
[…] Capítulo 1 Capítulo 6 […]