Si el movimiento 15-M venciera, y vencer significa que sus principios fueran votados masivamente en las urnas, ¿quién asumiría la presidencia del gobierno? La respuesta es sencilla dado que el único partido cuyo programa es afín al 15-M es Izquierda Unida, por tanto el presidente sería su coordinador general, nuestro paisano Cayo Lara. Sin embargo una gran parte de la sociedad española le obstaculizaría gobernar, al igual que ahora se dificulta desde la calle la labor de gobierno de Mariano Rajoy.
Estando en el poder Izquierda Unida (cuando eliminen “Izquierda” ganarán cientos de miles de votos más) surgiría otro movimiento de signo contrario al 15-M formado por millones de personas con convicciones religiosas rigoristas, patrones a los que se les acabó el negocio de la explotación del prójimo, elites económicas y políticas incómodas con el nuevo poder y una gran fauna ibérica que haría las delicias del psiquiatra. El balanceo hegeliano de uno y otro movimiento, de una y otra España, convertiría al Estado en un enorme columpio hacia el abismo.
Es por ello que la grandeza del 15-M consiste en engrasar la maquinaria democrática, limar los engranajes deteriorados y reponer loys tuercas desgastadas para dotarlos de un vivísimo esplendor. Si el 15-M se empeñara en fabricar una nueva democracia desde los cimientos se deberá enfrentar a miles de luditas irracionales cuyo deseo es devolver a España a las cloacas de la historia.
De este modo el movimiento 15-M irá por el buen camino mientras calme el desconsuelo del pueblo mutilado con gritos como “Rajoy y Cospedal a Soto del Real” y presente querellas contra los banqueros criminales. Sin embargo, si se empeñan en enjaretar consignas como “el próximo parado que sea un diputado” -que hacen las delicias de los banqueros- o, lo más terrible, decidan aspirar al poder, arruinarán sus importantes logros. No olvidemos que los revolucionarios de 1968 que hoy medran en la Troika son los que imponen ahora a las capas humildes de la sociedad una austeridad cenobítica.
Estimado Rafa:
El 15-M basa su legitimidad en la ilegalidad a la que constantemente nos vemos sometidos. Son el «Totem» que alimenta nuestra ilusión; y son necesarios como incitadores de la regeneración política. Pero… destructores que no constructores. Lo suyo es socavar un edificio con aluminosis. La construcción de ese nuevo edificio llamado «España» ya es tarea de toda la Nación.
Un saludo y enhorabuena por tu sección.
Hola José Manuel: Si paralizar desahucios inmorales y enjuiciar a políticos y banqueros corruptos es destruir, ¡viva la destrucción! ,¡viva el 15.M! Un saludo