M. Félix de San Andrés.- Se respira tristeza y abatimiento en Puertollano. Sus gentes caminan resignadas ante la ecuación de lo que pudo haber sido y no fue. En apenas dos años hemos pasado de ser la Ciudad Internacional de la Energía a estar amenazados de despoblación como aquellos pueblos fronterizos surgidos al calor de la fiebre del oro. Antes fuimos el Faro Industrial de la Mancha y “Primi Ortega” lo paseó a voz en grito en uno de sus impagables pasodobles.
Resurgiremos de este abatimiento, no me cabe duda. Ya fuimos capaces de sobreponernos al cierre de las minas y también lo hicimos a la crisis del petróleo. Sobreponernos a la imaginaria crisis de las energías renovables es infinitamente más fácil, es cuestión de que el gobierno tome la decisión correcta y que la ciudadanía elija mejor a sus gobernantes. De hecho, los países de la Unión Europea quieren que, en 2020, el 20% de la energía consumida se produzca con fuentes renovables.
Sin embargo, esta política encuentra reticencias porque las tecnologías necesarias se consideran caras, pero la investigación llevada a cabo por el investigador Yoram Krozer, de la Universidad de Twente, en Holanda, indica que, durante el periodo de 1998 (año en el que el precio medio del petróleo fue el menor de los últimos 50 años) a 2008 (en el que el precio real estaba en su punto más elevado) este tipo de energías aportaron, de media, 8.000 millones de euros al año de beneficio neto en el uso de electricidad en hogares y servicios.
El beneficio neto al que se refiere el autor durante el periodo estudiado considera que el coste de incentivar las energías renovables soportado por fondos públicos cuando el petróleo es barato, se ve compensado por los beneficios cuando es caro. La cantidad de 8.000 millones anuales, obtenida a partir de datos de Eurostat, es, según señala el autor, mayor que todo el apoyo público que reciben las tecnologías verdes.
Resultados económicos aparte, el viaje que estamos haciendo en Puertollano podría llevarnos a “ninguna parte” y ocurrirnos como a los cómicos de antaño, que viajaban errantes, de poblacho en poblacho, hacia el fin a que les condenaban los cambios sociales y económicos de la época.
Desde luego, algunos de nuestros actores no dejan de poner todo el empeño para que así ocurra. Nuestro alcalde, sin ir más lejos, se lame las heridas rememorando tiempos recientes en que nos llovían novios y no faltaba ministro y/o consejero que mendigara una foto en Puertollano. Tanto fue así que bromeábamos comparándonos con la España de Felipe II al asegurar que en la Ciudad Internacional de la Energía tampoco se ponía el sol. Lo malo es que en política se vive de los aciertos presentes y no de los éxitos pasados, y en este terreno, ante la carencia de aciertos y la suma de errores, Hermoso Murillo tiene los días contados y nosotros con él. Ante tal evidencia no queda más remedio que alguien le ponga el cascabel al gato, cuestión que está en él debe de Rafael Sánchez y José Manuel Caballero.
En las torpezas recientes no ha estado solo Hermoso Murillo. Nuestro primer edil ha buscado la luz en compañeros de viaje cuya hoja de ruta conduce también hacia ninguna parte. Para quitarse el molesto zumbido de las protestas en Silicio Solar se dejó seducir por el protagonismo de CGT y CTI-CSIT, rechazando el dialogo y la negociación que representaban los sindicatos de clase. Tan profundo fue el amor entre las partes que de la relación nació un ratón de lo que se anunciaba como el parto de los montes. El ratoncito parido, destetado ahora por Hermoso Murillo, sobrevive en los cuidados intensivos de Fundescop y va superando alguna de las malformaciones con que fue concebido, aunque, a pesar de tan esforzados cuidados, dudo que llegue a pasar de sietemesino.
Quienes preñaron a nuestro alcalde con soluciones dudosamente legales y conductas discriminatorias contra los casi 10.000 desempleados censados en la Comarca siguen erre que erre caminando hacia el precipicio. No contentos con la gasolina que pusieron en el cierre de Silicio Solar, se proponen aplicar la misma receta en Solaria y para desgracia de los empleados de esta empresa son los “iluminati” que abandonaron Silicio en el primer ERE y se negaron a que los afectados por el segundo ERE accedieran a las mismas condiciones por despido que ellos, quienes están asesorando a parte de sus representantes sindicales para que rompan las negociaciones y encanallen el conflicto.
Los representantes de Solaria, como en su día lo hicieron los de Silicio, se frotan las manos ante lo fácil que van a tener deslocalizar sus centros productivos de Puertollano. Si no hay acuerdo habrá cierre total de las instalaciones y en lugar de perder 70 empleos se perderán 270. Eso sí, el ego no les cabrá en el cuerpo a algunos asesores, aunque el viaje que nos recetan no tenga retorno.
Quienes nunca han visto con buenos ojos a las energías renovables, entre los que se encuentran sindicatos afines al gobierno del PP como CTI-CSIF, prefieren una política energética basada en la sumisión a las grandes eléctricas, aunque estas empresas no tengan ningún lazo con el país que tanto afirman querer. Las eléctricas, pese a sus pingues beneficios, no dejan de imputar culpas falaces a las renovables y mueven sus peones para pilotar el viaje en la ruta marcada por sus propios intereses: cuando ellas controlen un sector ahora disperso y plural será el tiempo de apostar de él, pero hasta entonces toca poner palos en las ruedas de su creecimiento.
En el terreno de la política también los hay que caminan hacia ninguna parte. El viaje que aún no se ha hecho público pero que algunos están dispuestos a emprender ya lo recorrieron otros en Puertollano. El resultado casi siempre fue el mismo: o apenas llenaron el culo de una urna o fueron seducidos en la legislatura siguiente por los cantos de sirena del poder que ahora cuestionan.
En fin, que el barco se hunde y no podría ser de otra forma si cada remero va por su lado. Estos tiempos que nos toca vivir son tiempos de generosidad, de despojarse de protagonismos y ponerse a calafatear el barco para sellar las vías de agua y al menos poder emprender el viaje. Soy de los que creen que, emprendido el viaje, no será difícil marcar una ruta que nos lleve hacia el futuro.
Podría estar de acuerdo con el autor si tacha su nombre; con el nombre puesto sabemos que «hay gato encerrado» y credibilidad NULA, y que los «lobos suelen tener piel de cordero». Baste un ejemplo: utilizar el nombre «de San Andrés» es una blasfemia para quien no cree en los santos. He dicho.
La generosidad y la capacidad para escuchar al interlocutor sin prejuicios, activamente, es algo imprescindible en todo tiempo, no sólo cuando la crisis nos ahoga, sin embargo, seremos capaces de conseguir que la crisis se convierta en un mal recuerdo más tarde o más pronto, pero vaticino como muy difícil que abandonemos alguna vez esos egos hinchados que hacen imposible el diálogo. En las altas jerarquías políticas y sindicales sobran la soberbia, la egolatría y la estupidez, disfrazada, eso sí, de experiencia contrastada y de una inteligencia que se está lejos de poseer. Desde CC.OO., hasta UGT, pasando por los cabecillas de todos los partidos, todos. No se entiende, de ser de otro modo, que se mantengan en el poder de estas organizaciones auténticos dinosaurios que deberían encontrarse retirados de la vida pública desde hace siglos. La falta de autocrítica y la estupidez ( debéis pensar a los que os gusta ser cabezas visibles en todos los «saraos») son cosas que siempre aquejan a los otros.
Hombre, creo un poco simplista achacar la situación laboral de Puertollano a CGT y CTI. Durante décadas hemos girado en torno al complejo, con sus pros (múltiples pequeñas empresas pululando alrededor de él) y sus contras (nadie creyó imperativo esforzarse por cambiar esto). Después llegaron las malditas subvenciones y con ellas las empresas buitres. Quien diga que no sabía que la desaparición del maná regalado significaba la desaparición de estas empresas (y no es el mismo caso una y otra) miente o es muy incauto.
De todos modos en una negociación, el trabajador debe contar con la información necesaria en la que se basa la empresa para proponer ajustes, e intentar minimizar las pretensiones de esta que sean negativas para él.