Estanislao Z. Navas.- Sevilla, 1613. Corrían los tiempos en los que reinaba Felipe III, y un capitán de sus colonias de América vio la muerte. Era don Andrés Lozano el difunto, el cual legó en su testamento la suma de mil ducados para la fundación de un convento de mercenarios descalzos en la localidad de la que era natural. Ciudad Real. A pesar de la oposición mostrada por diversas casas de religión –tal y como nos señala don Inocente Hervás y Buendía-, el expediente de dicho proyecto se abrió, iniciándose las obras de de demolición de diversas casas colindantes –que dieron lugar al actual solar- en 1621, y poniéndose la primera piedra en 1622.
Tal y como relata don Inocente Hervás y Buendía: “Se dio principio al expediente en 1613, siendo curiosos en extremo los informes dados por las demás casas de religión, opuestas a esta fundación. Al fin, el comendador prometió, que la nueva casa viviría de sus rentas y sostendría además una cátedra de Gramática. Pero con los mil ducados sólo hubo para la construcción del convento, faltaba la iglesia (de su construcción ya hablamos en el artículo precendente “La iglesia del convento”);… ”
Parece desconocerse la autoría de las trazas del convento y la iglesia, aunque, como era costumbre habitual en la época, cabe la sospecha de que fuese obra de algún religioso de la propia orden.
El otrora Convento de los Mercedarios Descalzos de Ciudad Real se extendía a lo largo de lo que supone la iglesia actual, todo el edificio de lo que constituyó el comúnmente conocido como “Instituto Femenino” (Instituto de Enseñanza Secundaria “Nuestra Señora de Alarcos”) y una parte de lo que hoy es el Palacio de la Diputación Provincial. El hecho de que en una misma manzana aparezcan compartiéndola dos grandes edificios como los actuales Museo Convento de la Merced y Palacio de la Diputación Provincial, supuso el encajonamiento entre los mismos de la actual Iglesia de la Merced.
Volviendo al convento, su delimitación también la encontramos al sur con el pasaje de la Merced, al norte con la Calle de la Rosa y al oeste con la plazuela de los Mercedarios, presidida por la escultura de San Juan de Ávila y que sirve como zona de acceso actual.
Retomando su historia, en 1821 un grupo de religiosos procedentes de Argamasilla de Alba ocuparon dicho convento, y en 1835, con las leyes desamortizadoras de Mendizábal, el convento quedó vacío, para posteriormente pasar a ser propiedad de la Diputación Provincial.
Sería el 1 de Noviembre de 1843 cuando, gracias al general Baldomero Espartero, en Ciudad Real se establece el primer Instituto Provincial de Educación –bajo la denominación inicial de “San Juan de Ávila”, y posteriormente de “Santa María de Alarcos”-, ejecutándose varias obras para llevar a cabo su adaptación. Así fue como nació, tras la petición del alcalde señor Maldonado y tras la desamortización del Convento antes citada.
Cuando en 1875 se crea el Obispado-Priorato de las Órdenes Militares, la iglesia de este convento acogerá la parroquia de Santa María del Prado.
Hasta 1995 tendrá su ubicación en este solar el Instituto de Segunda Enseñanza “Santa María de Alarcos” –su sede actual se encuentra en la Ronda de Granada-, siendo el primer centro de enseñanza superior que existiría a nivel provincial tras clausurarse la Universidad de Almagro.
Ya en 1998, Patrimonio del Estado cedería el inmueble completo a la Diputación Provincial de Ciudad Real, la cual quería destinarlo a usos administrativos. La Junta de Comunidades se haría con la parte más antigua del edificio, la que da a la calla Caballeros, para destinarla a ampliación del Museo Provincial de Ciudad Real.
En el año 2002 la Diputación Provincial revertirá el inmueble al Estado, y finalmente se segregará y cederá el antiguo convento a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha para uso cultural. El 4 de noviembre del año 2005 quedaba inaugurado como Museo de la Merced.
Por último, tras la Resolución de 10 de diciembre de 2008, de la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Consejería de Cultura, Turismo y Artesanía, el “Convento de la Merced” (antiguo Instituto Santa María de Alarcos) quedaría declarado como Bien de Interés Cultural, con categoría de monumento inmueble.
El edificio que albergaba inicialmente el Convento de los Mercedarios se extendió a lo largo del Pasaje de la Merced, desde su fachada principal sobre la Plaza o Plazuela de los Mercedarios, hasta el edificio de la actual Diputación Provincial, quedando encajada entre ambos edificios la Iglesia de la Merced, que en sus comienzos perteneció al complejo conventual. Más tarde, el edificio es ampliado en sus tres primeras crujías hasta la calle La Rosa. En su estado actual, la plaza en que se ubica la fachada principal, en la calle Caballeros, es de traza moderna, y todo este espacio albergaba anteriormente el Huerto del Convento y posteriormente el Jardín Botánico del Instituto.
El primitivo convento sufrió modificaciones para ser adaptado a sus posteriores usos, exceptuándose el antiguo claustro monacal y los restos de paramentos que flanquean la entrada. Este solar de dos mil metros cuadrados –y de casi tres mil quinientos de superficie construida- tiene como esquema compositivo una estructura en torno a dos patios, uno de menor importancia al principio, y el segundo que se corresponde con el claustro del convento al que se adosa en su lado este, la Iglesia de la Merced. Mientras que éste permanece en su traza original, aquel fue prácticamente cubierto al incluir en él, desde el siglo XIX, una escalera de tipo palaciego, como acceso a la planta alta del Instituto, dividida en dos tramos.
El claustro aún se conserva como en origen, aunque con pequeñas adaptaciones del siglo XIX. Su tipología es la de un claustro barroco, aunque con cierto clasificismo. Tiene un primer cuerpo formado por arcos de medio punto de trasdós moldurado sobre pilastras impostadas. Aún se muestra la conservación de la bóveda barroca con pequeñas adaptaciones decimonónicas. Las galerías aparecen cubiertas con bóvedas de cañón, arcos fajones y lunetos, conservando su estado primitivo. El segundo cuerpo se remodeló también en el XIX, siguiendo la tipología impuesta en la fachada, y añadiendo la escalera de acceso a la segunda planta antes citada.
Exteriormente, la fachada muestra una sencilla portada adintelada en piedra; a cuyos lados se conservan dos paramentos en sillar almohadillado con ciertos rasgos vignolescos (jesuíticos). En cuanto al resto, se presenta una hermosa fachada en donde los huecos se distribuyen de manera simétrica, toda ella articulada por un moldurado de grandes pilastras toscanas sobre plantas, que sostienen los entablamentos que forman la cornisa y las impostas. Esta fachada, de gran clasicismo, está perfectamente integrada con los restos primitivos. Sus muros de fachada están realizados, al igual que la plementería de la bóveda, con ladrillo de tejar. Todo en su conjunto está revocado con mortero de cal.
La actual Iglesia de la Merced o de Santa María del Prado, antigua integrante del propio convento, es hoy en día totalmente independiente y dedicada al culto religioso.
De manera reciente, se ha descubierto pinturas murales en la planta alta, similares a las descubiertas en la Iglesia de la Merced, así como dos estancias subterráneas en la planta baja del edificio, concretamente aparecieron un sótano de unos 25 m de largo, situado en el ala sur del edificio, un pozo ubicado en el claustro, una cueva excavada en la roca, y un colector, posiblemente del antiguo huerto del convento.
ME ALEGRO POR VUESTROS COMENTARIOS PUES LAS GENERACIONES QUE TUVIERON LA SUERTE DE TRANSITAN POR AQUELLAS AULAS SEGURAMENTE TENGAN MÁS COSAS QUE CONTAR QUE UNO MISMO. ESPERO QUE TODOS LOS RECUERDOS QUE HAYA DESPERTADO SEAN POSITIVOS Y OS AGRADEZCO NUEVAMENTE VUESTRO SEGUIMIENTO
esta bien que haya una exposicion permanente en este museo porque la ciudad esta casi muerta con todos los museos cerrados lo que hace que el poco turismo que viene se marche descontento. A ver si empieza ya la gestión aunque sea privada de Alarcos y se abren nuevos museos en Ciudad Real, algunos llevan cerrados años, una nueva mala gestión política como casi siempre.
FELICIDADES POR TUS ARTICULOS.
En este Instituto hice mis primeros cursos de adolescente.
Recuerdo a un profesor que castigaba con una gomita tras la oreja y la regla de madera en la mano a quien hablaba…
Recuerdo los viejos bancos de madera con agujero para el tintero y nosotros lijando el tablero abatible con trocitos de cristal…
Recuerdo el patio donde jugábamos «al clavo»…
Recuerdo el Paraninfo…
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Ahora, reformado, que no reconstruido, es sede permanente de exposiciones: me gusta. Es lugar de charlas de todo tipo: me gusta.
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Solo queda de su pasado el patio de columnas con el suelo original cubierto por unas planchas de cristal para que no se deteriore y «la cueva» al entrar a la derecha…
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BUEN ARTICULO AMIGO ESTANISLAO…