Decía Wittgenstein, en su famoso Tractatus, que de lo que no se puede hablar lo mejor es callar. También Hofmannsthal, en su famosa Carta de Lord Chandos, afirmaba la imposibilidad del lenguaje para comunicarnos. Mucho antes que ellos, Platón en la Carta VII también lo expresaba. Pablo Berger, con quien tomaría un café a gusto Chaplin, Keaton, Griffin o Eisenheim, entre otros, no ha querido dejar en mal lugar a tan ilustres antecesores culturales. Volveré…
Antes de abordar el conjunto, detengámonos en las partes; porque esta es una película de partes, no de totalidad.
Maribel Verdú, cual Dorian Grey femenina, es la chica a la que a los 15 años le decimos que la preferimos como amiga, y a los 40 comprobamos lo estúpido de nuestra afirmación. Su excesiva expresión de juventud ha encontrado acomodo en una cara que desborda vitalidad pero con la justeza adecuada.
Las Cármenes (Sofía Oria y Macarena García) son chispazos de expresividad en un montaje ya de por sí expresionista. Son chicas a las que el cine mudo les hace bien. Sus enormes ojos y su desbordante vitalidad anulan cualquier fútil palabra. Buena relación, también, tienen con la cámara Inma Cuesta y Ángela Molina. Son todas ellas mujeres expresionistas. Orson Welles se las hubiera llevado encantado para rodar la original Sed de mal.
La música es extraordinaria; si acaso un pero. Cuando el maestro Antonio Villalta espera, plantado con gallardía a la vez que temor, al toro, hubiera cambiado el pasodoble La Entrada por El Gallito o Pepita Greus. Tienen más fuerza emocional.
Como decía antes, es una película de partes. Todas ellas son magníficas: atrezo, dirección artística, vestuario, música, fotografía, maquillaje, … Son el mejor envoltorio con el que Pablo Berger nos podía dar su particular regalo. ¡Enhorabuena!
Ahora bien, ese regalo, tan bellamente presentado, nos aparece como una suerte de muñecas rusas. Quitamos una y aparece otra, después otra, otra, otra y…nada. A la película, como a los libros de los escritores contemporáneos norteamericanos, le falta alma. Eso que tan bien conocían los rusos: Dostoievski, Tolstói, Chejóv, Pushkin, … Y, créanme, esta última es una afirmación sin ningún tipo de ribete político.
La cinta tiene sus giros, pero siempre en momentos puntuales y dilatados en el metraje. Lo que aparece fotograma a fotograma es una suerte de expresionismo brillante, pero acomodaticiamente cómplice y falto de frescura e improvisación. El director busca complicidad con el público recurriendo a lugares comunes. Imágenes y situaciones ya transitadas por el imaginario cinematográfico.
Me temo que es un defecto intrínseco del cine español: pensar que el espectador es una suerte de Sancho Panza que solo ve lo que ve, alejado del verdadero espectador, ese que ve lo que ve, lo que imagina, lo que desea, lo que anhela y lo que él crea. El cine español debe dar ya ese salto intelectivo que hemos dado los espectadores.
Retomo el volveré del principio. Berger, seguro admirador del Fritz Lang de su primera época, ha dejado pinceladas de buen director, pero no ha hecho un buen cuadro. Blancanieves es uno pintado por el Goya retratista y académico: técnicamente perfecto, pero muy alejado del de sus Pinturas negras, esas obras en las que vemos un genio descomunal que se sale del lienzo.
Cuando el director húngaro Michael Curtiz dirigía a David Niven en La carga de la Brigada Ligera su precario dominio de la lengua inglesa le hizo pedir «Traigan los caballos vacios», al referirse a «caballos sin jinete». Berger, debido a su excelente dominio del séptimo arte, nos ha traído unos caballos preciosos, pero también vacios que diría el director de Casablanca. A la película le falta lo que demandaba el bolero: alma, corazón y vida.
Posdata: Sobre los Premios Goya… ¡Qué grande eres, Concha Velasco!
www.vienafindesiglo.blogspot.com
Tendré que ver la película para criticarla o alabarla pero hasta ahora a través de las redes, distintas ONG critican lo taurino de la misma y su subliminal (más que subliminal) defensa del mundo de las corridas.
Lo extraño es que de ser esto cierto – ya he dicho que tendré que verla para juuzgarla – no me explico la crítica feroz a los feroces recortes y demás historias del PP por parte de actores de la película y que paradojicamente hayan trabajado en una película con claros tintes taurinos. Y siempre he creido que muchos de los actores y actrices eran antitaurinos.
¿Estoy equivocado? ¿O están equivocados los abolicionistas de la tauromaquia…?
¿Qué tendrán los cojones para comer trigo? Sectarismo de vía estrecha e infantil. No se puede criticar a un partido que defiende los toros y luego criticar a ese mismo partido por otras políticas. Parece de chiste malo. Pero es que existe una cosmovisión que te «obliga» a pensar según el pack de manual progresista o a la inversa. No hay individuo. Ya lo decía Althusser del que el amigo es fiel seguidor por lo que veo.
Enternece como no lo hace la película. Floja por un guión muy pobre que parte de una brillante idea inicial, con buenos hallazgos visuales pero discontinúa y, como bien dice el articulista, sin alma. Por supuesto a años luz de «Grupo 7»
Los actores, Luis Mario, no tienen que identificarse con los personajes que interpretan, solo tienen que interpretar.
De Angela Molina más que de expresionismo hay que hablar de sobreactuación. Actriz que debió trabajar en los tiempos del cine mudo, que es donde se la ubicaría mejor y no tendríamos que soportar su desabrido , altisonante y desafinado tono de voz. Tal vez Gutiérrez Aragón la dirigiese como nadie y sacase lo mejor de ella, como Almodóvar nos mostró al mejor Banderas.
Estoy de acuerdo en lo de los actores. Vuelvo a insistir en que no la he visto aún pero si he leido ciertas críticas de gente y revistas entendidas en cine. Cuandom la vea opinaré con más detalles.
Si un film o una novela carece de alma raramente se convertirá en obra inmortal. Por eso siempre conmueven Tolstoi, Dostoievski, Chejov…
Estimado Luis Mario. Creo que hay que acercarse a esta película sin capote, espada,, banderilla o prejuicios. No creo que haya que verla como un alegato de la taromaquia. Es una película en la el guión exige la presencia de imágenes y situaciones que tienen relación con los toros. Es como si a Nabokov lo acusaramos de pederastia por hablar de la relación de Lolita y Humbert Humbert. Gracias por tu comentario.
Hola Pisco. No he visto «Grupo7», pero tu comentario me ha abierto el apetito. Gracias.
Hola Decamerón. Es verdad que yo tampoco soy fiel seguidor de A.Molina, pero en esta película sí me ha gustado. Gracias.
Hola Secta. Suscribo totalmente tus palabras. Un saludo.
Quería decir: «en la que el guión».
Un saludo.
Siendo un parado,un extrabajador de izquierdas,no puedo sentirme más indignado con un grupo de niños pijos,niños de Papá y millonarios como son los actores.Gente como la Verdú con vestidos de 8000E,varios inmuebles en ciudades tan baratas como Madrid y Marbella,socia de una clínica privada etc..O por no hablar del Bardén de turno y su multimillonaria familía.No son ejemplo para nadie y mucho menos para gente que realmente lo pasa mal,ni son intelectuales,ni mucho menos representan al mundo de la cultura.Viven por y para la subvención.