@eusebiogarcia. -La provincia de Alberta, en Canadá, alberga un cinegético paraje en el que las estribaciones de las Montañas Rocosas desgarran la pradera. Patrimonio de la Humanidad desde 1.981, se le conoce como el Precipicio de los Bisontes y es un auténtico museo natural de la cultura amerindia.
Los pies negros, diestros en las milenarias artes de la caza, conducían a los bisontes desde el cercano monte Porcupine hasta la rocosa trampa mortal de 15 metros de altura. Azuzados por los indios, los bóvidos americanos se despeñaban precipicio abajo, quedando muertos la mayoría y, los malheridos, a merced de la inmisericorde hoja de los cazadores.
Los españoles somos más de tragar sin masticar que de rumiar. Presas fáciles de la vanidad y la envidia, pero temerosos del riesgo y genéticamente predispuestos al ahorro. Lo que mejor se nos da emprender es la huida. Bajo estas premisas y, soslayando las luctuosas consecuencias con que nos castiga la inhumana práctica del desahucio, es más que desconcertante comprobar cómo, uno tras otro, los ciudadanos se despeñan por el precipicio de las deudas para acabar descoyuntados por los prestamos, preferentes y otros cebos financieros.
Para colmo, el moribundo tiene que aguantar que el pies negros de turno le cante el salmo, le administre los últimos sacramentos y le recite el avemaría de que ha vivido por encima de sus posibilidades.
Pueden llamarlo accidentes, pueden llamarlo imprudencias pero, no nos engañemos, los pies negros son, eminentemente, cazadores.
[…] Recientemente alguien me espetó la retahíla recriminatoria habitual -referencias a la avaricia y a asumir las consecuencias del riesgo- que suele achacarse a las víctimas de las preferentes. Ya saben, cada uno de esos valores que la CNMV califica como un instrumento complejo y de riesgo elevado que puede generar rentabilidad, pero también pérdidas en el capital invertido. No tuve más que mostrarle las siguientes fotografías que yo mismo tomé, en la manifestación celebrada en Ciudad Real, de la Plataforma de afectados por las preferentes de Bankia de Puertollano. Ahí tienes -le dije- a los especuladores salvajes y a los intrépidos brokers de la ciudad minera. Salta a la vista que son expertos en deuda subordinada, en gestión de carteras y en fondos de inversión. Comprendió que esos rostros tiznados de rabia y desesperación -no es para menos después de haber perdido gran parte de los ahorros de toda una vida- no ocultan más maldad que la de haber hecho alguna vez trampas jugando al truque o la de haberse excedido con los torreznos al cocinar unas gachas. Son personas sencillas, víctimas de la artes de caza de los pies negros. […]