@eusebiogarcia. -El cuco es, sin duda, las más humana de las aves. Su aspecto en vuelo se asemeja al de un cernícalo o un gavilán, pero su mediocridad es manifiesta; no tiene ni el pico ni las garras de una rapaz. El plumaje de la especie no es causa de conflicto de género, la hembra es tan gris como el macho, aunque ésta pueda meterse en algunos marrones. El cuco está presente durante la canícula en las arboledas e instituciones de la península ibérica, no más de lo que dura un período de sesiones parlamentarias. Es un maestro de la retórica, su melodioso y cansino cucú le sirve para medrar aquí y allá. La dieta insectívora que practica es más estricta que la Dukan, tanto montan orugas y lombrices como montan tanto prebendas y sobresueldos.
Es una especie parásita. Un cuco puede llegar a colocar una docena de huevos en otros tantos nidos de pájaros más pequeños e incluso en administraciones y empresas públicas. En un descuido de las pobres aves parasitadas, el cuco roba uno y pone el suyo, del que se despreocupará para siempre. Sus huevos son extraordinariamente pequeños en proporción a su tamaño corporal, aunque eclosionan a velocidad de vértigo, dada su fragilidad moral. Los huevos adquieren, además, la coloración de los del huésped, pues cada cuco se especializa en abusar de una especie distinta.
Cuando el cuco recién nacido se despereza, arroja fuera del nido todo lo que le incomoda, ya sean huevos sin eclosionar, funcionarios o pollos recién nacidos, quedándose liberado para recibir en exclusividad las cebas de sus padres adoptivos. La especie huésped se esfuerza sobrehumanamente -viviendo por encima de sus posibilidades- para sacar adelante a un hijo ilegítimo y tan grande como ellos a pesar de no ser más que un pollo. Tanto que al final del proceso de cría deben posarse en su espalda para depositarle la comida en la boca, como si introdujeran un sobre en urna electoral. Afortunadamente, el pollo de cuco es muy precoz, apenas en un mes puede independizarse y dedicarse a vivir de los demás por sí solo.
[…] Cuculus canorus […]