María Luisa Soriano, consejera de Agricultura de Castilla-La Mancha.- Este sábado, 2 de febrero, se celebra el Día Mundial de los Humedales. Una fecha en la que se conmemora el acuerdo del texto de la convención sobre humedales que se firmó el 2 de febrero de 1971 en el balneario de Ramsar, a orillas del Caspio.
La importancia de los humedales para la ecología, para la economía y para la sociedad es vital, tanto por la interdependencia de las personas y los propios humedales, como por el papel fundamental que desempeñan en el ciclo hidrológico y en el manejo sostenible del agua.
El texto de aquella Convención fue el primer tratado internacional moderno sobre conservación y uso sostenible de los recursos naturales, convirtiéndose en un hito histórico, a partir del cual se han ido ampliando enormemente los principios con los que nació y, en la actualidad, además de la conservación y el uso racional y sostenible de los recursos naturales, se contempla que los humedales son esenciales para la conservación de la biodiversidad, para el manejo del agua y para el bienestar de la población.
En Castilla-La Mancha, la opinión pública está particularmente sensibilizada con la pervivencia de la biodiversidad que concentran estos paraísos acuáticos. A casi nadie hay que descubrirle el significativo papel que los humedales juegan en la conservación de nuestro medio ambiente. Como tampoco hay que explicarle su extraordinaria influencia en la mejora de la calidad del agua, ni la importancia que tiene el agua que almacenan para la producción de alimentos en nuestros campos, ni que constituyen extraordinarios hábitats para las plantas, para las especies asociadas a estos enclaves, y, en general, para todo lo relacionado con la vida natural
Tenemos en esta región tantos que no exagero si digo que los humedales definen el carácter de los castellano-manchegos, y lo definen de tal manera que es un rasgo inherente a nuestra personalidad porque sabemos saborear su belleza y valorar la riqueza natural de estos ecosistemas.
De nuestros humedales hay ocho que están incluidos en el listado del convenio Ramsar, en su mayoría dentro de la Mancha Húmeda, que son: los desbordamientos fluviales de las Tablas de Daimiel, la Laguna de la Vega o del Pueblo (Pedro Muñoz), la Laguna de Manjavacas (Mota del Cuervo), la Laguna del Prado (Pozuelo de Calatrava), el complejo lagunar de Alcázar de san Juan, las Lagunas de Beleña y la Laguna del Hito, siendo la última declaración la correspondiente a las Lagunas de Ruidera, en septiembre de 2011. De estas últimas, en el Quijote, D. Miguel de Cervantes escribió: “Tendieron don Quijote y Sancho la vista por todas partes: vieron el mar, hasta entonces dellos no visto; parecióles espaciosísimo y largo, harto más que las lagunas de Ruidera, que en la Mancha habían visto…”. Está claro que lo que escribió es cierto, pero, precisamente ahora, están esplendorosas.
Sé que vivimos preocupados, que estamos pasando un período convulso, atenazados por el paro, por la economía, por los nacionalismos e incluso amenazados por el cambio climático, pero animo a todos los castellano-manchegos a celebrar este Día Mundial explorando alguno de esos espectaculares humedales que tenemos cerca de nuestros pueblos y ciudades.
Hace mucho tiempo que en mi casa tenemos la costumbre de regalarnos excursiones para disfrutar de la naturaleza. Sin ir más lejos, el domingo pasado, mi familia y yo, decidimos irnos a pasear por uno de los humedales que tenemos en Castilla-La Mancha, concretamente fuimos a las Lagunas de Ruidera. Allí sentí la seguridad y la protección que ofrece oxigenarse con un recurso natural tan valioso y productivo y, allí, además de disfrutar de su belleza, tuve la suerte de compartir con los míos un plato de galianos y otro de atascaburras, regados con buen vino de la tierra, que me hicieron estar aún más enamorada de esta región.
Después de lo que sentí y de lo que disfruté, me parece lógico animar a los castellano-manchegos a hacer excursiones a nuestros humedales.