Multimedia.- La devoción a su patrona la Virgen de la Paz ha quedado un año más patente en la celebración de las fiestas de Villarta de San Juan, con la celebración esta mañana de una solemne función religiosa, seguida de la procesión, una tradición que se remonta al siglo XIV y que tiene el fuego y la pólvora como elementos más característicos, y que ha discurrido sin ningún tipo de incidencia. Las Paces son Fiestas de Interés Turístico Regional desde hace 17 años
Antonio Lucas-Torres, delegado de la Junta en Ciudad Real, acompañó a la alcaldesa Felicia Bascuñana y a la Corporación municipal así como el diputado nacional Carlos Cotillas, alcalde de Tomelloso; Manuel Borja, alcalde de Membrilla y concejales de Cinco Casas, Alcázar de San Juan y de diversos pueblos de la comarca.
Felicia Bascuñana, alcaldesa de Villarta de San Juan, agradeció la presencia del representante del Gobierno regional en estas fiestas, y aseguró que son unas fiestas que se han mantenido gracias a todos los villarteros. Emocionada al final de la Operación 2000 (dos mil docenas de cohetes tiradas en 2 minutos), manifestó que era la mejor que había presenciado, opinión que fue secundada por muchos villarteros y los visitantes que acudieron a la fiesta.
Muchas horas de un ruido ensordecedor
Al grito de “Viva la Virgen de la Paz”, salía un año más la patrona de Villarta de la Iglesia nueva hacia la Iglesia vieja. Tras cuatro horas de un ruido atronador, por las más de 13.000 docenas de cohetes que fueron lanzadas, la devoción y el fervor de los villarteros quedaba de manifiesto cuando la Virgen de la Paz entró de nuevo en la Iglesia nueva, la señal indiscutible de que la fiesta de Las Paces había concluido.
Es la tradición de siglos la que establece que durante el recorrido del paso procesional entre la iglesia de la Paz y la de San Juan, los villarteros lancen numerosos cohetes para agradecer a la patrona algún hecho beneficioso que haya acontecido a lo largo del año en su familia. Una curiosa ofrenda en la que participan todas las familias de la localidad y que cada año cuenta con más adeptos.
Más de 13.000 docenas de cohetes se tiraron una vez más entre las 12.30 horas, inicio de la procesión y las 17 horas, momento en que acababa el recorrido. Respeto, devoción, ruido, a veces miedo, música, humo, pólvora, y vivas a la Virgen de la Paz se sucedieron en el recorrido.
Doble espectáculo
Con la llegada de la comitiva a la Iglesia vieja, la emoción recorrió a los allí congregados al ver entrar y salir a la patrona del templo, donde cantó su Salve. La patrona presidió un años más, como manda la tradición, la “Operación 2.000”, un espectáculo pirotécnico inigualable durante el que se prenden 2.000 docenas de cohetes en menos de dos minutos en las márgenes del río Gigüela, y que este año ha resultado particularmente bien tirada, con ritmo casi musical, a pesar del atronador ruido que se producía, mientras las gargantas tragaban saliva y los ojos se les humedecían a muchos.
Las 22 peñas que aglutinan a unas 300 personas se encargaron de abrir la procesión de forma organizada, cada una con su típico atuendo. Son las responsables de dinamizar las fiestas pero también se ocupan de apelar a la prudencia entre sus miembros para que no se dé ningún incidente.
Un importante dispositivo de unas 40 personas y 6 vehículos de Protección Civil de Villarta y localidades cercanas, Cruz Roja, Bomberos, Guardia Civil y Policía Local velaron por la seguridad del evento. Por fortuna, todo se desarrolló con normalidad sin incidentes reseñables, prevaleciendo las ganas de pasárselo bien en todo momento.