La alcaldesa de Ciudad Real no pierde oportunidad de mostrar su devoción por los sacrosantos lugares de la capital y su admiración por las personas de rigurosa, parca y humilde vida monacal.
Hoy mismo ha elevado a las carmelitas descalzas al paradigma de la austeridad, y las ha puesto como ejemplo… antes de anunciar que los presupuestos municipales para 2013 serán «difíciles». Habrá que resignarse, pues, a observar la habitual tournée conventual de la regidora mientras media Ciudad Real, descalza, lleva la sobria vida gris de una monja… y no por vocación, precisamente.