El poeta y escritor Valentín Arteaga Sanchéz-Guijaldo fue encausado, el pasado sábado día 15, en el XIV Juicio Crítico Literario, organizado por la Asociación Cultural “Los Académicos de la Argamasilla”.
Tan “noble justa” enfrentó al acusador, Jaime Quevedo Soubriet, y al defensor, Blas Camacho Zancada, en un pugilato de diestras palabras, bajo la supervisión del Presidente de Honor del Tribunal, el magistrado Emilio Calatayud Pérez, titular del Juzgado de Menores nº 1 de Granada, asesorado en todo momento por la presidenta y vicepresidente del Tribunal y de los Académicos, Pilar Serrano de Menchén y Obdulio Hilario Torres.
Después de una videoproyección en la que se recorría la trayectoria del encausado, a petición del Presidente de Honor del Tribunal, éste se dispuso a realizar el juramento sobre las páginas de uno de los libros más famosos, “el Quijote de Argamasilla”. Así ante la edición de Ribadeneyra (de 1863, con prólogo del dramaturgo español Hartzenbusch) procedió a decir: “Juro por mi conciencia y honor ser fiel a las enseñanzas de mi señor don Quijote, seguir fielmente y sin desmayo las leyes de la caballería, de escuchar sin sobresalto el ladrar de cuantos perros me salgan al camino, a levantarme una y otra vez en cuantas ocasiones derribado de mi volador Clavileño sea, y defender las leyendas y tradiciones manchegas, de las cuales la primera y principal es que en esta casa y prisión de Medrano engendró Cervantes su inmortal obra ‘Don Quijote de la Mancha’, ¡así lo juro!”.
Para entrar en la academia como Académico de Honor y “librarse de ser encerrado en lo más profundo de la Cueva de Medrano”, Valentín Arteaga presentó la tesis titulada: “Visión desde la disidencia: ¿Molinos o gigantes?”, en la que afirmó que “don Quijote nos enseña a romper nuestra lanza empujados por la disidencia contra toda aparición de gigantismos deshumanizantes y haciendo posibles la fantasía, la imaginación, la risa, el juego, la fiesta, la poesía y la contemplación”.
“Hay que mirar la vida como tiene que hacerse, si queremos vivir espiritualmente libres… nunca nos hemos de cansar de intentar iniciar nuestra alegría en la divina locura de trabajar cuanto nos sea posible para que a los guardias de la porra se les calle la boca”, aseveró Arteaga.
Por su parte el acusador o fiscal, “el caballero del ondulado cabello, o por otro nombre, caballero del folio impreso” siguiendo la tradición iniciada por Valentín Arteaga en el primer Juicio Critico Literario, reclamó que el encausado “sea encerrado y condenado en las mazmorras de la Cueva de Medrano, sólo así, con el influjo del lugar de La Mancha y de Miguel de Cervantes podrá Valentín Arteaga redimirse de la culpa reconocida de haber fingido y de caminar de ficción en ficción en soledad”, y solicitó que la pena permita al acusado “disfrutar en plenitud de su divino encantamiento”.
El defensor, durante su intervención, afirmó no saber porque se quiere condenar a un hombre que viene a decirnos “que hay que averiguar el sentido de las aspas de los molinos, denunciar los vientos de la agresión, del cisma, del desacuerdo, de la discrepancia y de la división”, que el camino hay que recorrerlo alanceando los molinos “para ahuyentar los misteriosos gigantes de la duda, la confusión, la destrucción y la guerra entre las naciones, entre los pueblos, entre las familias y entre las personas”.
Según Blas Camacho, su defendido recorre los caminos “explicando la verdad, para que busquemos la verdad, que es el único camino para superar esta crisis y todas las crisis por venir”.
José María Romagosa, portavoz del jurado, afirmó que en vista de que el juicio ha sido una “loa al encausado consideramos que no hay que absolver ni castigar, sino simplemente llevarlos a los tres: encausado, acusador y defensor a la Cueva de Medrano, como origen de la disidencia que nuestro galeote a ponderado y con la que están de acuerdo los tres, y una vez en ella dejarlos allí treinta años y un día, ¡por lo menos!, para que desentrañen tan peliagudo vericueto”.
Finalmente, el Presidente del Tribunal se vio en la complicada situación de tener que dictar sentencia en un juicio donde “el acusado es un santo varón, el fiscal no acusa, el jurado dice que ni absuelve ni condena y el defensor sale por peteneras”, por lo que decidió absolver al encausado. Según Calatayud, si bien hay veces que se aplica la ley pero no se hace justicia, “aquí si se hace ese equilibrio”.
Mientras deliberó el jurado, se ofreció un “entretenimiento musical” a cargo de Laura Moya Díaz-Pintado y Mª Dolores Ruiz Rodrigáñez, del grupo Alba Sax, que interpretaron varias composiciones de Mozart.
El acto contó con la presencia entre el público del subdelegado del gobierno, Fernando Rodrigo; el alcalde de Argamasilla de Alba, Pedro Ángel Jiménez; el alcalde de Campo de Criptana y Presidente de la Federación de Municipios y Provincias de Castilla-La Mancha, Santiago Lucas-Torres; y el primer edil de Manzanares, Antonio López; entre otras muchas e ilustres personalidades representantes de la cultura y la política castellano-manchega.