Ángel López Jiménez Grupo Provincial de Educación del PSOE.- Relata el anecdotario histórico que el filósofo Diógenes comía en su casa lentejas cuando le visitó su amigo, el también filósofo Aristipo, que le comentó: “Si fueras sumiso al rey no tendrías que comer esa basura de lentejas”; a lo que Diógenes contestó: “Si tú aprendieras a comer lentejas no tendrías que degradarte adulando al rey”.
Adular al poder, aunque sea a costa de reírse del mal ajeno, ha sido una constante en todos los tiempos. Es la degradación de los personajes cuando se niegan a utilizar su cabeza en reflexionar sobre el alcance que acarrean unas decisiones injustas en los demás ciudadanos. El poder absoluto nubla las inteligencias absolutamente. De las entrañas ideológicas les sale ese “que se jodan”, como si fuese un saludo matinal.
El pasado miércoles, mientras el Rajoy leía su discurso, enmendando y renegando todos sus discursos anteriores, la bancada del Grupo Parlamentario Popular aplaudía entusiasmada a esa renuncia de “soberanía” que hacía en sede parlamentaria en nombre del Gobierno de España. En muchas ocasiones anteriores Rajoy había sacado pecho, anunciando a bombo y platillo que era él quien presionaba a Europa para sanear la economía, que era él quien imponía sus condiciones evitando condicionalidad alguna en el rescate bancario. Ahora hemos comprobado cómo la ‘multinacional’ europea le ha degradado a gerente de nuestro país.
Los diputados del PP ovacionaron, vitorearon, jalearon, lisonjearon y se congratularon de que Rajoy se rectificase a sí mismo de todos sus argumentos de los últimos cuatro años.”Los españoles no tenemos la libertad de elegir”, justificó el presidente. Esa sinceridad le debería haber llevado al hábito democrático de dimitir. Siete meses actuando de chulito por la vida, con la herencia recibida como excusa, y ha tirado la toalla asumiendo que “no tiene libertad para elegir”. Pero ¿qué elogiaban los diputados del PP? ¿Qué había que loar en una situación tan trágica para todos los ciudadanos? ¿Se acuerdan cuando decían que marchándose Zapatero la confianza se recuperaría a los dos minutos? Esa falacia ha durado un suspiro, que se lo digan a los especuladores de la prima de riesgo. Y los diputados del PP adulando al “rey”, no vaya a ser que tengan que comer lentejas. ¡Una vergüenza!
Aparte de reírse de nuestras impuestas penalidades, nos insultan cuanto pueden. Los profesores son unos vagos y hay que ponerles más horas y más alumnos. Los profesores engañan en las bajas laborales y hay que perseguirles. Los profesores interinos parados ,que no van a cobrar el verano, son también unos vagos y hay que rebajarles las prestaciones a partir del séptimo mes de desempleo para estimularles a la búsqueda activa del trabajo, trabajo que les negará la propia Administración. Menos profesores en las aulas, eso sí, robándoles una de las 14 nóminas a las que tienen derecho, subiéndoles el IVA para que dispongan de otros 700 euros menos anuales. ¿De qué se reían los diputados del PP tras la lectura de cada una de las medidas, entre otras, pagar un IVA mayor que en Francia o Alemania?
Se ceban con lo público mientras nos enteramos que los directivos de las grandes empresas españolas en pérdidas se suben las retribuciones un 4,5% con un salario medio de 500.000 euros anuales. En lo público no están recortando privilegios, están recortando derechos adquiridos tras mucho estudio y unas oposiciones selectivas muy duras .En algún acto de recolocación de profesores para el próximo curso, a más de uno se le han escapado unas lágrimas al ser desplazados a otras provincias. Pero son lentejas…
A nuestra desencantada sociedad se le inyecta a diario un somnífero para que crea que es inevitable una política de dureza, de mentiras, justificando cada recorte en el despilfarro anterior. Todos los portavoces gubernamentales y los tertulianos profesionales de la palabra conservadora inoculan el virus antidemocrático de que la “clase política” en su conjunto es sospechosa de todas las culpas del sistema. Pero no es cierto, expulsar a miles de profesores de la Escuela Pública, para que sea menos solidaria y menos eficaz, lo está haciendo quien lo está haciendo. Expresar que la prueba de selectividad no funciona porque la aprueban un 97% de los alumnos, sólo lo dice el ministro Wert ,y se queda tan tranquilo, pensando que sólo los “excelentes” deberían llegar a la universidad. Todo es pura ideología.
En esta línea de despreciar la política y los políticos, el presidente Rajoy también ha anunciado el recorte del 30% de los concejales en las próximas elecciones locales. La cosa va para dentro de tres años. Por lo visto no se ayuda al país ni se es patriota siendo concejal de tu pueblo, la mayoría de las veces sin sueldo. La representación popular y los hábitos democráticos van a ser zarandeados en pos del ahorro. Me parece bien que se regulen los sueldos de los alcaldes y concejales que trabajen exclusivamente en ello para que no puedan ser mayores que los de un ministro. ¡Que lo hagan ya! Incluso me parecería mejor que se regule el número de mandatos máximos a tener en esa representación. Y todavía mejor que una misma persona no pueda ser alcalde y parlamentario al mismo tiempo. Y así un largo, etc.
Despreciar a los profesores y a la educación pública, despreciar y zaherir a los funcionarios públicos, despreciar y minusvalorar a los políticos locales que son los más cercanos al ciudadano, todo ello es de un populismo antidemocrático excesivamente peligroso. Nos llevan a un pozo profundo de malestar, pero hay que decirles que nos encantan las lentejas y por eso nos queda siempre la palabra para gritarle al poder lo que no nos gusta. ¡Claro que tenemos legitimidad para ello!
Nos engañan diciendo que trabajan por nosotros: para los que aplauden, para los que callan y para los que protestan. Pero menos profesores y menos concejales no puede servir de excusa para resucitar la “mayoría silenciosa” de otros tiempos autoritarios.