Desde hace unos días, en el Instituto de Enseñanza Secundaria Berenguela de Castilla, de la localidad de Bolaños, se han podido ver pancartas de protesta. Esta no es la primera respuesta de los docentes a los drásticos recortes en la educación pública, ya que se han realizado varias huelgas a las que se han sumado parte del profesorado además del cese de las actividades extraescolares, entre otros motivos, ocasionado por la falta de medios económicos.
Algunos de los docentes del centro han declarado que creen que estas protestas se incrementarán al comenzar el próximo curso ya que actualmente sigue faltando mucha información sobre las medidas adoptadas por la Consejería de Educación incluso dentro de la comunidad educativa, especialmente entre los padres y madres de alumnos, que aún no son conscientes de la gravedad que supone la reducción de plantilla de profesionales, el aumento de la ratio en las clases así como la carga económica que supondrá para los padres la desaparición del programa de gratuidad de los libros de texto.
Una de las docentes del centro declara además que estas medidas adoptadas para justificar el ahorro dentro de la educación pública tendrán graves consecuencias a corto plazo, «veremos un empeoramiento progresivo en los resultados de la selectividad ya que las necesidades educativas de los alumnos que cursan actualmente la ESO estarán peor atendidas si las aulas cuentan con cerca de cuarenta alumnos y no será de extrañar que las empresas tengan preferencia en contratar a alumnos procedentes de escuelas y universidades privadas, que en ningún momento han visto alterada la gestión económica de sus centros sin el consiguiente deterioro de la formación académica de sus alumnos».
Además, asegura que «los discapacitados y los alumnos con graves problemas de integración serán, de nuevo, los grandes olvidados ya que también van a prescindir de muchos de los profesionales que atienden a este tipo de alumnado», afirma esta docente que «se están produciendo despidos masivos de empleados públicos en este país» y que si tal y como dicen nuestros dirigentes «España no es Grecia» ambos países parecen compartir, «de manera asombrosa, el mismo destino».
