Colaboro como voluntaria en el refugio de animales abandonados La Bienvenida, en Ciudad Real, y esta tarde nos hemos encontrado esta imagen cada día más habitual. Una perra atada a la puerta del refugio, con su cadena bien apretada al cuello y con tan poco tiro que ni siquiera hubiera podido tumbarse en un rincón para resguardarse al caer la noche, ni llegar al cubo con agua que tenemos afuera. Temblando de frío y miedo, sin entender qué pasa. Porque aunque muchos no quieran desde su comodidad creerlo, los animales sienten, tienen emociones, sufren…
¿Y si no hubiéramos ido esta tarde? Tenemos temperaturas bajo cero en estas fechas. Eso sí, el irresponsable, desalmado y troglodita, ha dejado también una bolsa con sobras de pan duro a su lado.
Se soportan unas cifras altísimas de abandono de perros y gatos, unos llegan de la propia ciudad, otros de los pueblos de alrededor. La capacidad de trabajo de las asociaciones y protectoras de animales a veces parece ilimitada, pero los recursos y capacidad de las instalaciones no lo son. Suplimos la irresponsabilidad de la gente con nuestro tiempo, cariño, dinero…
Tenemos ordenanzas municipales y leyes autonómicas que no sirven absolutamente de nada. La Unión Europea tiene abiertas contra nuestro país varios expedientes por el trato que en nuestro país se dispensa a los animales, el tema de los galgos especialmente sangrante hace que muchas webs europeas luzcan una llamativa imagen que nos perjudica a todos.
La mayoría de las administraciones públicas y gran parte de la sociedad muestran una pasividad e indiferencia impropias de un país desarrollado, por lo que muchas veces siento vergüenza de mi país.
Imagino que no llevaría chip para identificar a quien cometió este acto terrorista contra ese animal…