La precipitada remodelación que ayer anunció el Ministro de Educación genera más dudas que esperanzas y está carente, además, de una necesaria concreción para tranquilizar a la comunidad educativa, con unas propuestas anunciando cambios significativos que generan inquietud.
Baste señalar, como ejemplo, que la mayor reorganización se produce en la reforma de la educación secundaria, citándolo textualmente: “Estudiaremos en profundidad todas las consecuencias de este cambio estructural”. No Señor Ministro: las consecuencias de ese cambio deben estar estudiadas ya. Ni siquiera define si el hacer el primer curso de bachillerato y de FP obligatorio supone (nos tememos que sí) la concertación de estas etapas postobligatorias, así como de las terribles consecuencias para la enseñanza pública, los institutos de la red pública y, por supuesto, para los docentes de estos centros educativos. Argumenta su cambio en los malos resultados de nuestros alumnos y lo hace de una manera sectaria y dañina para éstos y para nuestros docentes, intentando tapar sus críticas a estos últimos con un “debemos centrar nuestros esfuerzos en recuperar el prestigio del que la profesión siempre ha gozado y que es preciso restablecer, pues de ellos depende la formación de las nuevas generaciones”. Sin embargo, en el mismo discurso elimina la asignatura Educación para la Ciudadanía porque trata “temas controvertidos”, sin especificar a qué se refiere y confía muy poco en la profesionalidad del docente cuando dice, poco menos, que adoctrina al impartir la asignatura.
Nos hace una introducción demoledora con datos reales, pero les faltan otros muchos datos y condicionantes que puedan no señalar como, sin querer- queriendo, hace culpables a los docentes; le falta la perspectiva histórica de que, cuando en esos países avanzaban en una educación, nuestro país alcanzaba unas cotas de analfabetismo importantes; le falta señalar, y así lo denunciamos, que cambiamos de leyes de educación cada vez que cambiamos de Presidente de Gobierno.
Ahora no se cambia de ley, pero se hace una remodelación que viene a ser más de lo mismo, que adolece de no tener un Pacto por la Educación que garantice estabilidad y es precisamente su partido el que lo obstaculizó, que produciría mejoras en lo que ya se tiene y no teniendo que hacer grandes cambios; le faltó decir el incremento, producido en los últimos años, de titulados superiores y en estudios postobligatorios y le faltó aportar un dato que puede tener una gran influencia en la necesidad de los estudios y es que doblamos en porcentaje de jóvenes de los países de la OCDE que encuentran su trabajo en ocupaciones de un nivel profesional por debajo del correspondiente a su nivel educativo. Y, además, creo que debe buscar las soluciones en lo que ya es un clamor, como cuestiones clave: un aumento de la inversión en educación, nos dice que ha aumentado, pero no que seguimos lejos de la media y tampoco hace referencia a lo que está sucediendo en las comunidades autónomas con los recortes que se están produciendo, que van a generar más dificultades para ofrecer una educación de calidad, por decirlo diplomáticamente; un sistema educativo estable que ya hemos comentado; una buena consideración social de la labor docente de la que estamos lejísimos, y cada día peor, con las descalificaciones de nuestros dirigentes, nacionales y autonómicos; una buena atención a la diversidad desde el momento que el alumno/a empiece a encontrar dificultades; un nivel de profesional que venga determinado por el nivel de estudios y una colaboración estrecha de las familias. Sin estos condicionantes bien asentados “ya podrán cambiar hasta los pupitres”, que nuestro avance no se producirá.
No quiero terminar sin hacer referencia al ranking de centros educativos que van a hacer con las pruebas externas, que servirán para dar incentivos a los centros buenos, según sus pruebas, y para elegir centro. Mire, Señor Ministro, para hacer pruebas que tengan esa finalidad, todos los centros tendrían que tener las mismas condiciones en todos los aspectos, ¿conoce vd., acaso, las condiciones y, sobre todo, el ambiente cultural, social, económico, etc. en el que se desarrolla la labor de muchos docentes? Creo que su idea puede destrozar a profesionales que hacen una labor muy digna en condiciones muy difíciles.