Radio Daimiel ha entrevistado al fundador del famoso periódico de sucesos «El Caso». Suárez ha repasado una extensa biografía que arranca en Daimiel, donde nació en 1919.
Coincidiendo con la celebración del patrón de los periodistas, San Francisco de Sales, este martes ha pasado por los micrófonos de Radio Daimiel una de las figuras clave para entender la historia del periodismo español en los últimos 60 años. Él fue el responsable y fundador del famoso periódico de sucesos «El Caso», que tuvo un espectacular tirón popular en las décadas de los 50 y 60 del pasado siglo. Es Eugenio Suárez. Muchos habrán leído esa crónica negra de «El Caso», pero lo que la mayoría desconoce es que nació en Daimiel en 1919.
Así lo hace siempre constar en su biografía, aunque reconoce que sólo recuerda que nació en una casa de dos pisos de la calle Estación y lo que pudo ser el funeral de su abuela materna. «Yo me metía desde muy pequeño en todas partes», enfatizaba.
Algo que se puede constatar en su extensa biografía y que a sus 92 años mantiene perfectamente en la memoria. Una vida dedicada al periodismo desde muy joven y cuyo «acierto principal» fue encauzar y reunir las crónicas de sucesos, que primero escribió para el diario Madrid, en un semanario que llegó a tirar quinientos mil ejemplares. Para Suárez, la clave de aquello, como la de cualquier éxito, reside en múltiples factores que tampoco ha llegado a comprender del todo. «Encajó, cayó muy bien y nació en su momento justo», resumía. No obstante, la consolidación de «El Caso» no fue un camino de rosas ya que tuvo que obtener la censura eclesiástica, el visto bueno de la Iglesia española de la época, para seguir en la calle.
Al amparo de «El Caso», alumbró más de una decena de publicaciones, entre ellas «Sábado Gráfico» que acabó por convertirse en una reivindicación de la apertura política en los estertores del franquismo. Preguntado por las principales diferencias entre aquella época y la actual, Suárez, con su habitual acidez, decía que «lo único ha cambiado es que los políticos de ahora roban más porque hay más dinero bajo su control». En cuanto al control que ejerce el periodismo sobre todo esto y la opinión que le merece en su conjunto en estos momentos, se quejaba del excesivo número de profesionales que pretenden serlo y que no cuidan su herramienta de trabajo, el idioma. «Lo patean. Se leen cosas que denotan falta de cultura, o de la ausencia de conocimiento del español, de su ortografía o de su sintaxis», subrayaba.
Premio «González Ruano» y «Luca de Tena», confeso admirador de José Antonio Primo de Rivera en los años 30, corresponsal en Hungría durante la II Guerra Mundial, censurado por ministros franquistas, repescado por Polanco para colaborar en EL PAÍS y en la SER y ahora, todavía en activo, escribe artículos para «La Nueva España», en Asturias, la tierra oriunda de sus padres donde ha fijado su última parada. Todo ello jalona el trayecto de un veterano que recomienda a los futuros periodistas «que se casen con los hijos de un padre ladrón», recalcando el «carácter vocacional» de este oficio.