Los periodistas de Ciudad Real recibimos ayer una carta muy especial con motivo de la festividad del patrón de la profesión, San Francisco de Sales. Habitualmente, nuestros estimados políticos nos agasajan con calurosos y emotivos recuerdos a nuestros muertos, pero sólo la primerísima edila, experta en santorales y macroeconomías, ha tenido la deferencia de acordarse de tan depauperado oficio en este día tan importante como cualquier otro.
Los responsables de informar ya no somos fusta o acicate de la yeguada política, sino todo lo contrario. Como dice la regidora ciudadrealeña, nos hemos convertido en la correa de transmisión de cuanto hacen y dicen. Servimos a sus intereses con el inquieto espíritu del monótono runrún de un viejo motor diésel. El poder de los periodistas, afirma la alcaldesa, radica en la honestidad, la veracidad, la objetividad y la libertad… pocas veces se ha visto a una fuerza tan poderosa muerta de asco en el paro, apestada en contratos basura y amargada trabajando en condiciones tan indignas. De una forma u otra, miseria y poder siempre van de la mano.