Fue irresistible para ellas. No podían ser menos. Rosa Romero y Dolores de Cospedal tenían que ocupar portadas el mismo día de la boda del año, aun a riesgo de exponerse a las protestas de los profesores de educación secundaria de Castilla-La Mancha en huelga el miércoles 5 de octubre.
Y lo consiguieron: Cospedal dio la puntilla al Defensor del Pueblo y al Consejo Económico y Social de Castilla-La Mancha, además de enmendar la plana a su Consejero de Educación, que la semana pasada habló de más de un millar de nuevas contrataciones de interinos este curso mientras que su Presidenta habla de 271. Rosa Romero, por su parte, se convierte en la supercandidata: no tiene bastante con ser alcaldesa y diputada regional, porque ahora será candidata al Congreso de los Diputados, aunque tenga que renunciar a su acta de diputada regional. Además tuvieron tiempo de poner la primera piedra de una residencia privada de mayores, que ojalá consiga crear una pequeña parte del empleo que entre las dos están destruyendo.
Que estas dos superamigas acaparen tantos cargos y “haciendas” le da qué pensar a muchos ciudadanos (hablando de haciendas: ¿le habrá enmendado también la plana Cospedal a Romero por haber recortado sólo un 4% de sus gastos en el Ayuntamiento de Ciudad Real, a pesar del bombo y del platillo de la puesta en escena de su plan de ahorro municipal?).
Era un secreto a voces años antes de que el Partido Popular lograse tomar el poder de la Junta de Comunidades: el PP de Castilla-La Mancha no tiene gente. Y esta intuición de muchos se está confirmando semana tras semana, mes a mes. Les está costando Dios y ayuda rellenar los puestos de alto cargo de nuestra administración regional (todavía están publicándose nombramientos de directores generales en el Diario Oficial de Castilla-La Mancha). Y eso que los han reducido un 50 por ciento (dicen, porque en el caso de los delegados provinciales de las consejerías sólo les han cambiado el nombre por el de “coordinadores de los servicios periféricos”).
Según afirma algún medio de comunicación, la carestía de disponibilidades llega hasta tal punto que han tenido que traerse a alguna persona defenestrada moralmente en la Comunidad de Madrid para hacerse cargo de una Dirección General, el Director de la Oficina para la Eficacia y el Control Presupuestario tardó mes y medio en tomar posesión tras su designación, y los Coordinadores provinciales (en su inmensa mayoría hombres, no mujeres, por curiosidad) no han sido publicados, si bien ya están publicadas ciertas delegaciones de competencias en cargos de los que se desconoce públicamente quiénes los ocupan. ¿Es que tienen miedo a reconocer que no han desaparecido los delegados provinciales? ¿Es que tienen tan cerca las elecciones generales del 20 de noviembre, que esperan ganar, que no quieren pillarse los dedos por si hay que echar mano para otra labor de estas personas designadas oficiosamente? Incluso entre ellas hay alguna que ha ocupado puestos de confianza bajo la administración regida por el PSOE, o de la que se dice que se ha dedicado a la economía sumergida sin compatibilidad con su puesto de funcionario. Ahora el PP cuenta con ellas por no se sabe qué inefables razones.
Los ciudadanos hemos de preguntarnos es qué enfermedad social ha introducido este sistema económico en nuestra sociedad que ni siquiera un partido político con aspiraciones de gobierno a todos los niveles y con tan amplio respaldo social aparente encuentra militantes para gobernar con calidad. Esta reflexión da para otro artículo, con la seriedad que el asunto se merece, pero desde luego la solución no es la reducción de representantes del pueblo sin contrapartidas participativas, como abandera Rajoy.