A ti, edil, que te remontas al siglo dieciséis
para justificar una fiesta en la que a un animal maltrataréis.
A ti, a vosotros, que al mundo asombraréis
por vuestra diversión sin igual y vuestro espectáculo sin par.
A ti, edil ilustre.
A ti, ilustre irreflexivo.
A ti, ser atolondrado, aturdido y alocado.
A ti, en quien las hadas del intelecto se han volcado
aunque tus neuronas de él no se han llenado.
A ti, para quien la sensibilidad no tiene significado.
A ti, que buceas en la historia buscando repetir aquel pasado,
aunque a la barbarie, el pueblo permanezca encadenado.
A ti, gentil, edil.
A ti, fulano,
que con la crueldad te paseas de la mano.
Que rápido aprendiste “al pueblo pan y circo”.
A ti, que al sentimiento humano llamas excéntrico,
y al espectáculo vil llamas cultura,
pasando por encima de la amargura
de un pobre animal que huye de tu figura.
A ti, que abres la puerta oscura,
demostrando tu falta de mesura.
Instauras los encierros, a bocajarro.
Decretas los encierros, ya olvidados.
Instauras sin vergüenza y sin piedad,
unos encierros ¡qué bizarros!,
cual veneración de los navarros.
Incitáis al pueblo a divertirse
con un espectáculo iracundo, arrebatado.
Pretendéis al pueblo adocenar,
a costa de a un animal torturar.
Abanderáis el respeto a una tradición,
pero ocultáis que no es más que una diversión.
Diversión cruel, desalmada y con saña,
que empaña una intención sana
de festejar sin daño y sin maldad.
Si tanto la tradición amáis,
¡a los leones!
nuevamente gritaréis,
cual emperador romano
a los cristianos.
A vos, os digo, que con cada animal que maltratáis
vuestra propia humanidad largáis.
Y si a esto sumáis
el dispendio del dinero que gastáis
¡que despilfarro, pardiez!
¡en plena crisis, rediez!
Aun a pesar de ser inútil,
a ti, gentil,
pido que se detenga esta locura.
¡La tortura no es arte ni cultura!
Hay costumbres que son un lastre, un estorbo, un freno.
No abjuréis del natural avance social e intelectual,
rescatando una costumbre ancestral,
que si quedara en el olvido
nada malo hubiera acontecido.