¿Se ha atrevido el lector a averiguar las medidas del Templo de Salomón, localizar el reino perdido del Preste Juan, descubrir el país de los Reyes Magos, encontrar la fuente de la Eterna Juventud o robar un cuerno de unicornio? Pues ni falta que hace, porque no es miserable desafío la sola proeza de vivir en esta región, y no poco afán y deleite para cuerpo e intelecto descifrar tamaños enigmas y tan arcanas maravillas, asistir a hechos tan prodigiosos, destripar tan misteriosos sucesos y arrostrar tan mágicas tribulaciones como las que nos regalan nuestros prohombres y gestores de la cosa pública.
Hay tanto y de tanta miga que contar, y son tantos los milagros y desapariciones que asaltan a los paisanos, que raro es el día que no nos lleve a la almohada con algún mojicón en el lomo o, cuando menos, un susto de los de chupa de dómine.
Cien Homeros se necesitarían, y otras tantas Alejandrías, para relatar y conservar tan inéditos sucesos, así que tan solo me ceñiré al último capítulo: la inverosímil crónica de la Universidad Invisible, el único centro académico del Universo, junto a, oh casualidad, la Fundación Virtus de la vecina villa de Puertollano, que aún no sabe a dónde irán a parar sus misas después del verano.
Castilla-La Mancha y Ciudad Real son como el Reino de Fantasía de La Historia Interminable: cada día se levanta con un cachito menos, con un mordisco más de la Nada Absoluta. Dice ahora el Excelentísimo Señor Rector Magnífico de la Universitatis Castellano Laminitanae, Don Ernesto Martínez Ataz, que ignora si la Universidad de Castilla-La Mancha sobrevivirá al verano. Item más: que su subsistencia en julio ya es cosa de cuidado, so pena de que un Gobierno regional que ha nacido hace apenas dos semanas “mueva ficha” y acuda urgentemente al rescate de tan apurada damisela. No me cabe duda, en todo caso, de que así será, y la formación de los estudiantes estará asegurada. Pero uno se pregunta hasta qué punto pueden ser gratuitas estas apocalípticas declaraciones (realizadas en privado en la era Barreda, proclamadas a los cuatro vientos con el gabinete Cospedal) que no hacen sino acrecentar una alarma social sin precedentes… Por no hablar de que no hay quien me saque del caletre que la actual situación de esta institución, como la de tantas otras, corresponde a un interregno de gestión deficiente y alegres despilfarros.
En todo caso, tiempo ha tenido el rector de aplicar los planes de austeridad y de gestionar las ayudas necesarias con la antelación suficiente como para no tener ahora que rechinar los dientes. Pero llegados a este punto, si tan dolida está nuestra máxima autoridad académica, si tan malos augurios presagia, y si tan escasos son los apoyos que recibe, cabe pensar que lo más digno y honesto que Martínez Ataz podría acometer sería su cese voluntario o el planteamiento de una moción de confianza ante el Consejo de Gobierno de la Universidad regional. Palabras mayores, dicho sea de paso, en una tierra en la que suceden los más alucinantes acontecimientos sin que a nadie se le erice un solo pelo.
Es el sino, la suerte y la condena de los fabulosos habitantes de este Reino de Fantasía: estar acostumbrados a la Nada.
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