La acusación por parte del PSOE a un periodista y una empresa de comunicación de la provincia –Luis Navarrete, Beta Comunicación– de preparar una entrada en elecciones de la mano de la infamia, ha alimentado innecesariamente el indeseable ruido de campaña.
La virulenta nota pública del PSOE -incluso la APCR ha tenido que mediar- hacía pensar en algo gravísimo cocinado en los crueladevílicos puñeros de la Dolores, como por ejemplo una fuga de capitales o un pelotazo con balón de baloncesto que son más gordos, pero no: tratábase, a tenor de lo que se conoce hasta ahora, de las fintas que un político tiene que hacer para estar a bien con Dios y el Diablo haciendo de casamentero entre lo dicho por el candidato y lo hecho por su partido. Vamos, que tampoco es para rasgarse las vestiduras. Que aquí, se mienta la religión y tanto aparecen torquemadas como quemaconventos. Que Barreda apoya el aborto de menores a traición paterna.materna puede ser tan hiperbólico como que Cospedal va a sacar a subasta los hospitales de la región, apenas ponga pie en Fuensalida.
El compañero Santos G. Monroy, tan idealista como valiente, hizo un articulo rogatorio sobre la limpieza de las elecciones, a sabiendas, tal vez, de que no sería así. Esto se parece cada vez más al clásico Madrid-Barça pero en la final de la Copa del Rey. La discrepancia entre el ideario de la organización y el candidato Barreda, le obliga a estar driblando permanentemente el campo minado de las coyunturas. Hay que tener una estructura sólida para vencer las coyunturas. La clave está en si la fortaleza del candidato supera la de la organización o el mal de la piedra les dibuja a ambos el mismo cuadro clínico.
Tal vez por eso el logotipo del PSOE aparezca arrumbado en la cartelería socialista. Recuerdo cuando los slógans de campaña invitaban a votar, primero por el partido, y luego por la persona que presentaba a los electores ese partido. José Bono, doctor ingeniero en fintas imposibles, clamaba en una campaña anterior: ¡¡llenemos las urnas de puños y rosas!!. A ningún candidato socialista se le ocurre hoy gritar tamaña coherencia, lo que pone al descubierto la insólita situación de un candidato que se presenta por un partido, pero no quiere acentuar la imagen corporativa de la organización a la que le debe todo. Desgraciadamente, esta circunstancia sólo se da en el PSOE. Los demás equipos en liza, no sólo se ufanan de sus siglas sino que las ponen a nivel de la identidad personal del candidato.
Sólo hay una cosa hasta ahora que supera la inercia marrullera de la campaña: los apocalipsis futuros si gana el contrario. Si Barreda, esto es si el PSOE, suma otro cuatrienio que lo acerque a los 40 años, con las pésimas connotaciones históricas que en España tiene ese guarismo, habrá más deuda, déficit, paro, crisis, colapso y telarañas como maromas en las arcas públicas. Si es María Dolores de Cospedal la que gana, como indican las encuestas, aquí habrá que salir a la calle con la tarjeta de débito y de crédito entre los dientes y quien no tenga saldo, al auxilio social, bueno, no, porque también lo privatizará la señora Cruella de Vil.
Con lo fácil y sencillita que es la democracia y fácil de entender: En unas elecciones quien se presenta a examen es el Gobierno y el elector-tribunal lo califica y le pone nota. Y si suspende…hasta mayo de 2015.