El premio Nobel de economía Douglass North defiende que el bienestar de una sociedad se basa fundamentalmente en la renovación de la clase política y en el desarrollo científico y tecnológico. Que tiene razón está demostrado hasta la saciedad. Donde no se aplican estos principios, los resultados son sombríos y aquí, en Castilla-La Mancha, sin ir más lejos, tenemos una prueba irrefutable de las terribles consecuencias de 30 años de hegemonía socialista.
Aunque Barreda está empeñado en que sólo veamos la fachada y no lo que realmente hay dentro, no hay duda de que nuestra región necesita con urgencia un líder que le inyecte la ilusión y el dinamismo que ha perdido después de tan largo período de gobierno socialista. Castilla-La Mancha necesita un líder que no esté contaminado y que sea capaz de transmitir, especialmente a las jóvenes generaciones que aspiran a vivir en su tierra y a verla crecer, un mensaje de solidaridad, de esperanza y de confianza en el presente y en el futuro. Un líder que resuelva los grandes problemas que amargan la existencia de los más de 217.000 parados que tenemos en la región que son los que están soportando la peor parte de la angustiosa situación que estamos viviendo.
Es precisamente en estos tiempos de crisis cuando la formación se debe convertir en el pilar sobre el que basar el futuro, pero vemos con pesar cómo nuestro sistema educativo, que debería ser ese germen del desarrollo científico y tecnológico al que se refiere North, está a un nivel tan bajo que, para que nadie se percate del desastre, el gobierno regional ha impedido que sea evaluado en el informe Pisa, pensando, con dictatorial oscurantismo que, al no aparecer en los “rankings” de nivel de educación, no se pondría de manifiesto algo tan evidente como demuestra el hecho de que el fracaso escolar entre los estudiantes de nuestra región alcanza un terrible 34%.
El Partido Popular, para renovar el aire viciado que estamos respirando, ha designado para dirigir nuestra región a Mª Dolores de Cospedal, una persona con principios, que no pierde el tiempo con estereotipos y banalidades y que, si tiene que defender sus convicciones, no vacila en ir contracorriente. Una mujer en cuyo discurso no hay victimismo, una mujer que no tiene que hacer apostasía ni de nada ni de nadie, porque siente orgullo de su partido, de sus siglas y de su presidente Mariano Rajoy. En definitiva, una mujer que hará que Castilla-La Mancha, por primera vez, pueda funcionar dentro de un marco de justicia y libertad para todos los ciudadanos que invierten en ella su esfuerzo e ilusión y que emprenderá una lucha implacable contra los favoritismos, los privilegios y los abusos que han venido caracterizando al gobierno de Barreda.
Es la hora de que Castilla-La Mancha renueve a esa clase política que, impúdicamente instalada en el poder, nos ha venido gobernando de forma absolutista. Cospedal traerá un cambio basado en perfeccionar las instituciones para facilitar el progreso de los dos millones de personas que vivimos en esta región. Sabe que la democracia es el mejor de los sistemas de gobierno, pero, también sabe que lo es cuando se gobierna atendiendo el interés de todos.